-¡Auch! –sacudí mi cabeza con pesadez del piso. No fue para nada una buena idea levantarme semidormida de la cama. –Pero qué diablos. Mier… –me levante con la pocas fuerzas y detuve mi atención a el espejo del baño.
¡Genial primer día de clases después de vacaciones de verano con un morado al lado de mi frente!
En ese instante deseaba con todas mis ansias ser una de esas chicas de las películas que suelen levantarse con la luz del sol pero esta era mi realidad… mi estúpida y dura realidad.
Una chica con el cabello totalmente desaliñado, terribles ojeras y ojos rojos que ocultaban perfectamente su gris natural… esa era yo.
Mi catastrófica imagen pasó a un segundo plano y preste toda mi atención a la lista pegada justo al lado del espejo.
¡La primera lista del día!
Salte del lugar al darme cuenta que era realmente tarde. Llegar tarde a clases es una cosa pero llegar tarde luego de vacaciones era algo totalmente distinto; además sentir la mirada de todos mis compañeros era una cosa que no me apetecía en lo absoluto. No me gusta llamar la atención y menos por tonterías como estas.
Aunque dudo que pase desapercibida con tremendo morado al lado de mi cara.
De un solo tirón me quito mi blusa y short con ridículos dibujos de unicornios (es cómoda así que no me juzguen). Envuelvo mi cuerpo en una toalla y paso a meterme a la ducha.
-¡Maldición! –solo con ver el grifo me asusta pensar lo que ahora viene. Agua fría. Agua helada espera por mi pobre ser.
Sara ve entretenida su celular mientras desayuna lo que parecen ser nueces con maní y su típica leche de soya. Dice ser crudivegana; una vez quiso arrastre a su mundo pero termine desmayándome en la clase de deportes luego de estar una semana sin un solo trozo de carne.
Cada que la veo recuerdo como dure meses enteros rogándole a mis padres para que pudiera vivir sola; quería empezar una vida independiente (después de todo estaba a poco de salir de secundaria); terminaron cediendo pero con la condición –y bajo mi punto de vista sacrificio –de compartir piso con Sara.
Me miro con actitud de sorpresa pero gracia al mismo tiempo. – Dios… cada días estas peor. ¿Qué te paso en la cara?
Instintivamente toque el golpe y me arrepentí al instante. – ¡Aunch! Maldición esto duele como la mier… -me calle al momento en que me miro con una ceja alzada. –como el miércoles, jueves y viernes ¿Qué pensabas por el amor a Dios?
-Bueno, total no me importa lo que te halla pasado, solo apúrate. –hay estaba pintada mi querida y atenta hermanita.
Tome mi maleta y me apure a leer la siguiente lista de lo que debería comer hoy; la deje sobre la mesa y me dispuse a prepararlo.
Desayuno: cereales con leche, salchichas y jugo de naranja.
Sara lentamente tomo la lista mientras me miraba como si yo fuese una loca psicópata. –Valla pero si es la loca de las listas. –Leyó con un poco de curiosidad –. Empiezo a pensar que todo esto comienza a tornarse enfermizo. ¿Es una broma? Tienes una lista incluso de lo que comes. –termino rasgándolo con algo de sarcasmo en su mirada. No contenta con ello daño también la que organizaba para mi día.
-¡pero qué has hecho tonta! –trataba con claros intentos fallidos de reunir los pedazos.
Esta misma dio un golpe a las mesa mientras se levantaba. –te espero en el auto. Juro que voy a terminar por enloquecer.
-¡Ya lo estas! –le grite cuando veía su cara roja de la rabia. –Zorra maldita. –susurre por lo bajo. Tal vez piensen que me paso al llamarla así y ella ser mi hermana pero lo que decía no estaba nada lejos de lo que ella era en realidad.
Prácticamente nadie entienda mi obsesión por las lista. Tengo literalmente lista para todo.
Lista de lo que como.
Lista de lo que hago en el día.
Lista de mis examen y notas.
Lista de mis personas favoritas. Suena patético pero sí.
Y la lista negra.
Esta última era la única lista de la cual Sara no estaba enterada, principalmente porque ella era una de las tres personas que la conformaban. Si, ella era una de las personas que más aborrecía en este mundo. Mi hermana había logrado con honores este título.
¿Por qué? bueno la descripción lo decía todo:
Lista negra.
Sara Smith.
Mi hermana lo ha logrado. Ella ha ganado; se ha acostado con Noa.
Eso me asquea.
Camino nerviosa por los grandes corredores de paredes azules y casilleros rojos. Lo he prometido, este día caminare como todas las personas normales y corrientes: sin listas en la mano. Debo reconocer que estoy nerviosa, cualquier improvisto puede suceder y deberé resolver el asunto de forma improvisada.
Saque de mi maleta el manojo de listas mientras con la otra mano y con gran dificultad me aproximaba a abrir el casillero; me detengo enseguida al sentir la presencia de alguien atrás de mi espalda y posteriormente una nalgada no muy fuerte.
Estaba a punto de abofetear a quien quiera que fuese hasta que vi las caras risueñas de Becca y Jack. –Tranquila loca de las listas, no tenemos pensado hacerte nada. –frunzo el ceño dándoles entender que su apodo no me causa gracias en nada.
-¿Qué te paso en el rostro? –señala Jack a lo que yo simplemente tapo la herida e intento ignórale.
-No es nada. Improvistos de la mañana.
-¿Qué tal? no les veía desde la última fiesta en que Jack termino ebrio y cumplió el reto de besar un travesti. –Becca y yo reímos al recordarlo, Jack por su parte se pone rojo como un tomate.
-Acordamos que lo que pasaba en las vacaciones de verano se quedaba en las vacaciones de verano, no olviden su promesa. –nos advierte.
Mi risa cesa al ver aquel chico de brazos tatuados y pircing en el labio; tan solo su presencia imponía autoridad y respeto. No era popular, en lo absoluto, pero su pinta de chico malo y sus muchas amistades le ayudaban a gozar de privilegios que muchos no teníamos… fiestas, ser el centro de la atención y poder sentarse con los tres chicos más imponentes –y para mi gusto más insoportable –de la escuela: Dustin Kast, Black Wilson y Tyler Stone.