Debo dejar de pensar en ello. Puedo sobrevivir sin ellas. No soy tan dependiente.
La clase es de lo más aburrido de este planeta; el profesor habla y habla sin cesar mientras mis compañeros parecen en otro mundo.
¡Quiero decir!, pobre hombre no me imagino estar frente a personas que lo único que saben hacer es mirar por la ventana sin prestar la más mínima atención.
Debí traer las listas conmigo y no dejarlas en el casillero; eso me gano por seguir los consejos de Sara.
Solo quiero salir de aquí; realmente odio la clase de historia y para colmo de males el reloj pasa muy lentamente. Ojala el señor Brown nunca se dé cuenta que le presto más atención a mi fea manilla de colores que a su clases.
¡Valla estoy teniendo fuertes discusiones conmigo misma sobre cosas que no tienen la más mínima importancia ni sentido!
El ruido de los celulares me vuelve a la realidad; ¿pero qué?... definitivamente no es normal que todos mis compañeros reciban al mismo tiempo una notificación.
¡Tal vez sea un buen chisme del que no estoy dispuesta a perderme!
Hurgo rápidamente mi maleta pero. –Maldición olvide sacar el celular del casillero. –me reprocho a mí misma. – ¿De qué me estaré perdiendo? –susurro más para mí que para los demás.
Puede que hallan grabado a alguno de mis compañeros haciendo el ridículo y solo es una broma más de mal gusto.
La clase entera toma sus teléfonos, unos miran con asombro la pantalla, otros con ligera risa y otros simplemente se ven confundidos. ¿Qué está pasando aquí?; ¿es impresión mía o todos han volteado a verme?
Definitivamente es impresión, tiene que serlo.
Aún siguen mirándome y eso empieza a provocarme nerviosismo; por más que trato no puedo controlar uno de mis pies que comienza a temblar. Esto es malo.
¡Cálmate, solo eres demasiado paranoica!
El señor Brown habla y por primera vez en toda la secundaria agradezco enormemente ese gesto. –Pueden por favor prestarle atención a mi clase y guarden sus teléfonos o irán a detención. –todos simplemente obedecen mientras bajan la cabeza. Cuando digo que el señor Brown da miedo no miento.
Pocos minutos después del regaño suena la campana de recreo; soy casi la primera en salir, ni siquiera me detengo a espera a Jack o Becca, simplemente quiero ver la notificación en mi celular.
¿Acaso estoy perdiendo la cordura?
Abro mi casillero como de costumbre; el celular pasa a un segundo plano cuando no veo por ningún lado mi habitual fajo de lista, reviso todo el casillero una y otra y otra vez (cosa que es totalmente innecesaria pues el casillero no era para nada grande). Si alguien la tomo y leyó será horrible, ¿Cómo voy a organizar mi vida sin ellas? o peor aún ¿Qué hare si alguien se da cuenta de la dichosa lista negra?
Tomo mi celular y al momento en que justamente estoy trazando el patrón alguien toca deliberadamente mi hombro.
¡No tengo tiempo ni humor para aguantar a alguien ahora!
Decido ignorar a quien quiera que sea pero este mismo vuelve a tocar mi hombro y con mucha más intensidad. ¡Juro que quiero golpear a quien quiera que este atrás de mí! estoy desesperada que no ve.
-Que no entiendes idiota, estoy ocupa…da –no soy capaz de terminar la frase al percatarme. Doy un paso hacia atrás chocando con mi propio casillero y empiezo a sentir como mis manos se tornar resbalosas –Stone. –Trato de parecer relajada pero su mirada arrogante no me lo permite.
El parecía muy tranquilo mientras me mira como un pequeño, feo e indefenso bicho raro. – ¿Smith no es así? –. Asiento un tanto insegura de lo que este apunto de pasar. Él y yo somos compañeros desde primer grado de secundaria pero jamás me había hablado más que para pedirme un lápiz. –Que linda, ¿no te parece Black? –no había notado la presencia de sus dos amigos hasta que los nombro. –Dustin, ¿no te parece lo más adorable? –Ok, esto ya se está tornando extraño; quiero correr y Salir de aquí pero porque debería no le he hecho nada. Su mirada no me da para nada buena espina y su sonrisa maliciosa mucho menos; no contento con esto pasa su mano en uno de mis mechones de pelo. Temo lo que su cabeza este maquinando. –Eres un conejito muy adorable, ¿piensas darme una lección? ven e inténtalo cariño.
¡Pero como puede saber eso!
Su repentina cercanía me pone los pelos de punta y a la vez me siento un poco mareada; inclusive puedo sentir su loción.
Trato de apartarlo con mis brazos sobre su pecho pero demonios es mucho más fuerte. –Pero de que estas hablando Stone, yo retándote, quien se inventó semejante tontería. –la sonrisa seguía intacta en sus labios.
-Pequeño conejito, desde ahora te llamaras así ¿sabes por qué? –negué con la cabeza. –Eres tan asustadiza como uno, mírate, estas temblando. –Lo que había dicho no estaba lejos de la realidad; estaba temblando y apenas si podía mantenerme de pie. – ¡Ah! otra cosa eres pésima mintiendo, Smith.