—¡Ryusui!—gritó Suika alegre al ver a Ryusui restaurado y despetrificado.
Pasó un día luego desde el intercambio de información y casi descubren a Kohaku, a Ginro y a Amaryllis de ser los intrusoo, afortunadamente, Senku pudo comunicarse a tiempo con Kohaku y explicarle el plan, recuperando así, parte por parte el cuerpo de Ryusui con los cortes limpios.
Mirai miraba desde detrás de una de las grandes rocas viendo la felicidad de su amiga y el retorno de Ryusui al equipo.
—Creo que deberías decirles, Taji—comentó Mirai volviendo a mirar a su hermano mientras él sumergía nuevamente sus pies al lago.
Después de la charla, Taji despertó a Mirai a muy altas de la noche para contarle su problema. Después de que ambos lograrán escapar, Taji se había lastimado el pié y se dió cuenta horas después de que la adrenalina y el miedo se fueran de su cuerpo, desde entonces, sumergía el pié en el agua para calmar así un poco el dolor.
—No es buen momento—respondió adolorido—, Mamá y los demás están petrifidos en el fondo del mar, no puedo permitir que un simple dolor en mi pie les distraiga. Lo mío puede esperar.
—Hermano—susurró Mirai sentándose a su lado preocupada.
—Estaré bien, el dolor se irá en unos minutos y... podre...
Taji se desmayó preocupando a su hermana que gritó su nombre, alertando a los demás, notando recientemente la ausencia de ambos, llendo rápidamente a ellos.
—¡Taji!—gritó asustada Suika siendo la primera en acercarse, percibiendo el cuerpo caliente de su amigo.
—Tiene fiebre—comentó Gen al confirmar lo mencionado—tenemos que moverlo—pero cuando lo cargo, Tajo se quejó, viendo así la herida del pié.
(***)
Luego de que Mirai explicará la situación y desde cuándo empezó, los chicos se preguntaban por qué de su silencio.
—Lo siento—susurró Taji débilmente con la cara roja y con un paño frío en la frente—, no quería... Ser una carga más.
—Tranquilo, nadie está enojado—comentó Ryusui acomodándole uno de los cabellos de su frente. Recordando una de las primeras conversaciones con Nyoko.
Al principio se puso un poco tímida, hablar de la muerte de Ónix le dolía demasiado y sólo podía comunicar las mismas palabras mientras de sus ojos surcaban más y más las lágrimas.
—No te disculpes—dijó limpiando con su pulgar el camino de lágrimas del rostro de Nyoko—, en tu situación, tal vez yo también hubiera hecho lo mismo. Intentaste protegerlo a costa de reprimir tus emociones. Es momento de dejarlas ir y aceptar su partida.
Nyoko asintió forzando a sonreír, expresando con sus manos que le dolía mucho el sólo hecho de dejarlo atrás, ya que con él se sentía segura y sus días eran llenos de felicidad.
—Yo también lo sentí cuando perdí a mi hermanita—sinceró Ryusui—, cuando mis padres trajeron a Oyuki, ella era muy tímida y frágil, incluso pensé que no me querría cerca por ser tan animado, pero me sorprendió mucho lo bien que congeniamos que nunca creí que ella se fuera arrebatada de mi vida.
Ryusui se puso triste recordando aquel día, ese día había llegado de su viaje junto con un gran regalo para su hermanita, estaba muy feliz de haber podido conseguir aquel modelo de casa en miniatura tan exótica que Oyuki tanto quería para su colección, pero no habían podido conseguirla por la limitada venta de aquel producto, Sin embargo, lo que pensó sería un gran fin de semana con su adorada hermana, se transformó en llantos y lamentos.
Nyoko abrazo instintivamente a Ryusui como una madre a su hijo, intentando consolarlo como la madre protectora que era.
Unos minutos después se separaron y está vez Nyoko limpió la pequeña lágrima traicionera del ojo de su compañero.
—Se supone que debería ser yo el que te consuele y no al revés—comentó con una risita al final antes de que Nyoko le diera un palmadita sueve en el hombro con una pequeña sonrisa.
Realmente poco a poco la confianza entre ambos, avanzó, logrando poco a poco soltar aquella pérdida y transformando la tristeza de recuerdo de la muerte de sus seres queridos en los recuerdos felices que compartieron y como pasar ello a su día a día.
Al recordar Ryusui sus primeras sesiones con Nyoko, lo hizo nostálgico, esperando que pronto se diera el reencuentro.
—¿Cómo está?—preguntó Senku acercándosele a la orilla del lago de aquella cueva.
—Mejor, ya se le bajó la fiebre—contestó saliendo de sus recuerdos—, me sorprende que pudiera aguantar en silencio el dolor.
—A mi también, espero que no guarde otro secreto.
—Solo el tiempo lo dirá.
—Es hora de ponernos en marcha—dijo Senku a lo que Ryusui sonrió engreído.