Dentro de una cueva ubicada en una isla desértica, se encontraba una pequeña Nyoko que respiraba con dificultad tras haber corrido todo lo que podía de sus secuestradores; sin embargo, el solo recordar que ahora estaría sola y alejada de su familia, provocó que el mar de lágrimas que había luchado por retener, empezara a emerger con bastante rapidez, dando un grito de dolor segundos antes de quebrarse en llanto, recordando la última sonrisa de su nana antes de morir.
Sin embargo lo que pasó poco después la desconcertó, un rayo verde la impactó y comenzó a sentir un hormigueo en sus manos y pies, observando como la punta de los dedos empezaban a petrificarse. La pequeña Nyoko se preguntaba que estaba pasando mientras se recostaba en una de las piedras; un breve mareo apareció y poco a poco perdía el conocimiento hasta sumirse en un profundo sueño.
Nyoko no supo cuánto tiempo pasó, lo único que sabía con claridad era el dolor insoportable que experimentaba su cuerpo. Trató de moverse para apaciguar un poco su dolor, pero le aterró fue ver sus manos hechos de piedra, dando el grito más desgarrador para una niña de su edad. Instintivamente, procedió a intentar moverse, intensificando más el dolor en sus extremidades, llorando desconsoladamente.
La noche se estaba asomando y el frío más el dolor se hacían presentes en su cuerpo, rindiéndose al cansar sus fuerzas, sintiendo la garganta adolorida y seca.
¿Acaso aquí acabaría su vida?, Fue el último pensamiento antes de sucumbir a la oscuridad de aquella tenebrosa cueva.
(***)
Tras una larga noche, Nyoko sintió la caricia de una áspera mano sobre su mejilla, por lo que, con el corazón palpitando a mil, abrió los ojos asustadas viendo que no era uno de sus secuestradores, más bien era un hombre de cabellos blancos con las puntas negras.
Por la expresión de su rostro, Nyoko pudo ver su alivio acompañada de una sonrisa. Rápidamente, le dieron de ver un poco de agua, algo que agradeció profundamente; sin embargo, no pudo expresar su agradecimiento por su condición actual, con las justas podía mantenerse despierta e inerte,ya que el más mínimo movimiento, le causaría un gran dolor en todo el cuerpo.
Con el pasar de los días, Nyoko descubrió que aquel hombre se llamaba Byakuya; quien poco a poco, fue presentado de a uno en uno a sus compañeros, logrando así que la pequeña Nyoko se sintiera protegida y cálida.
Más tarde, Nyoko pudo expresar su "nombre" (que era el de su actual madre y el cual era el único que podía vocalizar a la perfección). Luego de eso, accedió a llevarse información con ella con la promesa de que sería salvada; sonriendo por primera vez y quedándose dormida en la compañía de Byakuya.
Desde que se conocieron, él no paró de acompañarla y alimentarla antes de que quedara de piedra enteramente.
Un lágrimas nostálgica rodó por la mejilla de Nyoko. Tuvo mucha suerte de encontrar a aquel hombre y Senku sonrió junto a ella por la bondad que su padre solía tener.
Nyoko procedió con el relato expresando que luego de eso volvió a una oscuridad, hasta despertar y encontrarse con Matsukaze y Yasuhiro*, este último le reveló su nombre poco después de que el cabeza de ese entonces la aceptara y bautizara como Ishiko.
Fue entonces su primera amnesia que tuvo antes de vivir en la aldea Ishigami, la cual recuerda con mucho cariño y miedo tras su desenlace.
Respiró hondo y tras tranquilizarse, procedió a contar, sin pensar que lo que posteriormente contaría, le afectaría más de lo que imaginó.
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*Yasuhiro: significa "honestidad, paz". (el cual yo busqué y asigné para referirme a él de manera más fácil en el siguiente capítulo)