—¡No puedo más!—expresó Taji mareado tirado en el suelo junto al resto del equipo de Senku.
La elaboración del hierro había sido un infierno para todos y ya estaban al borde del colapso.
Aunque al principio quería ir a la aldea y hacer un par de preguntas a ambas chicas, se les fue impedido el pase, por lo que optaron por elaborar la medicina para así poder entrar a la aldea.
«A este paso, no lo conseguiremos, nesecitamos más personal» pensó Senku con la respiración agitada y con los ojos cerrados, concentrándose en su respiración. Sin previo aviso, sintió un paño humedecido en agua fría sobre su cara, esto lo refrescó en gran medida pero, la incertidumbre de saber quién lo había hecho, eran más que el cansancio, por lo que decidido, se quitó el pañuelo de la cara y pudo apreciar la espalda de una joven de cabellera negra que ayudaba a los niños a beber agua para luego partir rumbo a la aldea, no sin antes haber dejado un tinajo con agua.
«Ella debe ser...»
—...¡Nyoko!—gritó para llamar su atención, era la oportunidad perfecta para hablar con ella, para que le cuente donde aprendió o quién le enseñó el lenguaje de señas, pero todo eso se fue a la basura tras ver cómo no detenía su andar rumbo al puente.
...Acaso ¿lo había ignorado?, Eso lo enfureció más y tras levantarse y querer ir a detenerla, fue intersectado por Chrome, quien procedió a defender el actuar de su amiga.
—Nyoko no puede salir de la aldea por mucho tiempo, además de que... tiene responsabilidades que atender—lo último dijo desviando la mirada.
Ésta acción no pasó desapercibido por Senku, notando que algo ocultaba, pero decidió que lo descubriría después, ahora tenían otro asunto que resolver primero.
—Necesitamos más mano de obra—soltó Senku—y dudo mucho que con una lanza brillante, podamos convencer a los demás aldeanos para que se unan a nosotros—dijo mirando con una sonrisa en sus labios como Ginrou ya estaba a punto de pasar a su lado—, Por lo que necesitaremos reunir información de lo que todo el mundo quiere.
—Déjenmelo a mi-expresó Suika—, con mi especialidad de volverme una Sandía normal, puedo llegar a ser muy sigilosa—terminó dando una pequeña demostración de su talento dejando perplejos a los presentes.
(***)
—Gracias por venir Nyoko—habló Kokuyou, padre de Ruri y Kohaku y Líder de la aldea, recibiendo la comida que Nyoko había preparado.
Desde que Nyoko llegó a la aldea y se hizo amiga de Ruri y Kohaku, se comprometió con la alimentación sana para Ruri, ya que vió que se le dificultaba la comida que comúnmente comían, por lo que un día, le ofreció un poco de sopa de pescado, el cuál degustó por completo sin que se le dificultara por la tos. Su padre se puso tan feliz que desde entonces, todos en la aldea la respetaron y la aceptaron como parte de ellos.
—¿Para nosotros también?—preguntó Impresionado Jasper al ver cómo Nyoko le extendía un plato de comida-, muchas gracias señorita Nyoko.
Nyoko sonrió y luego se acomodó junto a Ruri, empezando a tomar su temperatura.
—Estoy bien Nyoko, no es necesario que me tomes la temperatura cada vez que vienes—expresó tranquilizando a Nyoko mientras le posaba la mano con la que le tomaba la temperatura. Nyoko suspiró un poco preocupada, no le gustaba ver enferma a su amiga pero entendiendo sus razones, le alcanzó su tazón correspondiente para que empezara a degustar.
—Si quieres, puedes quedarte a comer con nosotros—le ofreció Kokuyou a Nyoko, a lo que ella explicó que aún tenía algunas tareas pendientes—, entiendo, gracias por lo de siempre.
Nyoko asintió y antes de irse le dió un gran abrazo y un beso a su amiga, dándole deseos para que se recupere.
Sin duda alguna, hoy resultó ser una mañana agradable y sin complicaciones para Nyoko, todo indicaba que sería un día excepcional. Hasta que Magma le tiró de su brazo llevándola hasta la casa, donde le dió una bofetada antes de lanzarla con brusquedad al duro suelo.
—¡Ahh!—grito Nyoko tras sentir el impacto del duro suelo y sentir un hilo de sangre sobre su labio inferior, volteando a verlo asustada.
—¡Eres una sucia Traidora!—espectó con desagrado Magma—, ¿Es así como pagas a la aldea que te acogió y al quién te dió un techo dónde dormir? ¡Ayudando a un forastero que ni conocemos!—avanzó hasta donde estaba y le levantó con brusquedad para que lo vea—, de no ser por mi hermano, tú nunca hubieras pisado la aldea—la volvió a soltar con brusquedad haciendo que se lastime las manos por el impacto.—Da gracias a qué los hijos de mi hermano te quieran tanto y de la amistad que tienes con Kohaku y Ruri—soltó enojado.
Nyoko con la respiración agitada, trata de no quitarle la vista de nuevo para evitar recibir otro golpe sorpresa de su parte mientras temblaba del miedo.
—Mas te vale que dejes de hacerlo si no quieres que esto se repita—finalizó saliendo de la casa dejando a una aterrada Nyoko, que lloraba en silencio sin dejar de temblar ante lo sucedido.