Ya había pasado un día desde que Chrome fue capturado, Nyoko era la que más dedicada estaba a terminar el nuevo invento que incluso tragó su vergüenza y volvió a relacionarse con Senku, sin embargo esto ocasionó que Kohaku se preocupara por ella, ya que ella se esforzaba más que los demás en terminar cuánto antes sus tareas para empezar con otra nueva.
Por otro lado, Chrome tras tener en frente a Tsukasa, no pudo evitar irse de boca y ahora estaba colgado por un acantilado mediante la lanza de Hyoga, todo pintaba mal para él, estaba a punto de ser ejecutado a no ser que aceptara traicionar a sus amigos.
—Solo déjame caer de una vez—dijo Chrome firme ante su decisión.
—Ya veo—expresó minutos antes de soltarlo.
Y mientras su iba cayendo, no pudo evitar pensar en la enorme tristeza que causaría su muerte en Nyoko. Pero cuando ya había perdido toda esperanza, las flechas de Ukyo le salvaron de la caída, sorprendiéndose de tal acto, a la vez que Tsukasa determinó que Chrome,nunca traicionaría a sus amigos. Por lo que ordenó a que lo encerraran.
La noche había caído y Chrome se encontraba impotente en aquella oscura y solitaria celda. Ya no había nada que pudiera hacer, solo tenía que esperar a que sus amigos le vinieran a rescatar.
—Debes de estar muy preocupada—se dijo a si mismo sentándose en una esquina de la cueva, imaginando las lágrimas y desesperación de su amiga Nyoko.
Para la aldea, no era un secreto sobre el inmenso cariño que ambos sentían el uno por el otro; si alguna vez el se enfermaba, Nyoko le cuidaba hasta que su salud mejoraba, también si encontraba más materiales para su bóveda o nuevos descubrimientos que hacía, ella los celebraba con una hermosa y radiante sonrisa mientras prometía prepararle su comida favorita como celebración.
Sin duda, Chrome extrañaba mucho a la alegre y positiva Nyoko del pasado, dónde su única preocupación era no perder de vista a sus tres niños. Recordando así su primer encuentro e interacción.
Fue en una tarde de verano, Chrome tenía un aproximado de 7 años en ese entonces y estaba regresando a la aldea muy feliz de haber encontrado nuevas plantas que podrían servir para curar a Ruri.
«Si tengo algo de suerte, ¡podré encontrar una cura para Ruri!»pensó emocionado, mientras más rápido llegara a su refugio, más rápido podría empezar a experimentar. Sin embargo, pudo ver desde la distancia a una hermosa chica de cabellera negra y ondulada se encontraba sentada cerca de su guarida.
—¿Quién es ella?—se preguntó deteniéndose a una distancia prudente percatándose de que tenía dos mechones blanco que caían por su rostro-¡Tiene dos colores de cabello y la ropa de Ónix puesta!-exclamó asombrado, escondiéndose rápidamente para que no le viera, sin embargo, parecía no haberlo escuchado, lo cual alivió un poco al niño.
«Parece que mi suerte no me ha abandonado»pensó antes de tomar aire, decidido a acercarse. Cuando estuvo al frente de ella, ella alzó la vista topándose con los ojos del niño.
—¡Tienes ojos fucsia!—exclamó sorprendido y emocionado, está era la primera vez que veía a alguien con ese color—¡Que genial!—expresó con una sonrisa, recibiendo otra por parte de ella, percatándose que su mirada cambiaba constantemente entre las plantas que traía en las manos con la de su rostro en intervalos cortos—, las conseguí en una de mis exploraciones, creo que encontré muy buenas plantas ¿Verdad?—Nyoko asintió como respuesta—; ten—extendió una de las pequeñas flores blancas que traía en las manos—, recolecté muchas de ella en mi exploración de hoy.
Chrome sonrió a lo que Nyoko aceptó enternecida el gesto.
—No eres muy habladora—sinceró viendo como ella intentaba explicarle de la manera más fácil su discapacidad vocal, señalando su garganta para después negar con la cabeza—, ya veo—dijo compadeciendose—, ¿Pero como sabré tu nombre ahora?
—Nyoko, ese es su nombre—mensionó Ónix acercándose a ellos—parece que hoy encontraste nuevas plantas, Chrome.
—¡Si!
—Me alegra oír eso—sonrió antes de girar y agacharse a la altura de Nyoko, conectando así ambos sus miradas—, lamento haber demorado más de lo que te dije—dijo con culpa pero Nyoko empezó a usar el lenguaje de señas, el cuál ninguno de los presentes podría entender, empezando a ponerse incómoda la situación.
—¿Que hizo? ¿Algún tipo de hechizo?—preguntó Chrome deslumbrado ante lo que Nyoko hizo.
—Nada de eso—dijo girandose a verle—, creo que es algo con el cuál ella puede comunicarse, sin embargo aún no logro decifrar cómo entenderlo.
—Ohh—expresó decepcionado.
—Chrome, ¿Crees que puedas prestarme tu guarida hoy?; Nyoko no tiene donde quedarse esta noche y tanto Esmeralda como Genbu se reusaron a dejarla entrar—Chrome asintió—, gracias—respondió parándose junto a Nyoko para luego dirigirse a ella—, esta noche te quedarás a dormir en la guarida de Chrome—Nyoko asintió sin dejarle de ver—, mañana intentaré hablar con el jefe de la aldea para que puedas vivir con nosotros. Hasta mañana.
—¡Hasta mañana!—dijo Chrome viendo como se iba, luego jaló del polo de Nyoko para que la viera—¿Quieres ver mi colección de exploración?—Nyoko asintió con una sonrisa.
Chrome le agarró de la mano, llevándola hacia el interior de su guarida, empezando así con una bella amistad; con el pasar de los días, Chrome aprendió algo del lenguaje de señas, y poco a poco iba conociendo más a Nyoko y viceversa también, empezando ambos a verse cómo hermana y hermano.