Unas manos sarandean a una Nyoko durmiente, al principio ella no quería despertar pero tras de la persistencia de aquella persona, no tuvo más remedio que abrir los ojos, encontrándose con Magma que tenía edad entre 11 a 13 años que le miraba con una sonrisa.
—Ya era hora que despertarás—dijo—, llevó una hora intentando que despiertes.
Nyoko da un bostezo antes de levantarse, por alguna extraña razón, el cuerpo lo sentía un poco pesado, sin embargo, reunió un poco de energía y se disculpó con Magma. El chico le sonrió y del mismo modo, le dijo que le esperaría afuera.
Cuando salió, la habitación se sentía extraña y vacía, Nyoko se levantó como todos los días e intentó agarrar su pequeña canasta de paja. Justo en ese momento, vió como de ella un pequeño charco de sangre se encontraba ahí abajo.
Consternada, lo levanta, transportandola a otro lugar, viendo que debajo, se encontraban tres serpientes venenosas que salieron de ahí. Rápidamente Nyoko lo soltó asustada, apreciando que sus manos estaban manchadas de sangre. El corazón le empezó a latir muy rápido y un sudor frío recorrió el contorno de su rostro. Sin poder creer lo que sucedía, alzó la mirada viendo a su amado Ónix recostado en una piedra que respiraba con dificultad.
"...Nyoko.." pronunció intentando sonreír cuando ambos lograron mirarse al rostro.
Fue ahí que Nyoko empezó a sentir su brazo y pierna fracturada, y reuniendo todo el coraje y valor se levantó, llendo a su encuentro con lágrimas en los ojos y vió como su ropa estaba rasgada y su cara ensangrentada con un rasguño en vertical que iba de su ceja hacia su mejilla, dañando severamente su ojo izquierdo.
—...No... llo... res...—susurró en una súplica al ver a su esposa llorar desesperada mientras intentaba inútilmente de parar el sangrado—, ...Nyoko—llamó al tocar el rostro de su amada con el brazo sano que le quedaba, limpiando así el rastro de Sangre que tenía en su mejilla—, creo que… no podré cum...plir mi promesa—susurra a lo que Nyoko llora sin dejar de mirarlo—Mi hora… llegará pronto, por favor… dale el collar a mi hermano... cuando el logré su objetivo—Nyoko asiente sin dejar de llorar, quitando con mucha delicadeza el collar de su amado, guardándolo en su pañoleta antes de volver a verlo.
Nyoko sentía que su alma ya no podía luchar con el dolor qué poco a poco le destruía, un mundo sin él, para ella ya no tenía sentido, ya no podría ver su encantadora sonrisa por las mañanas.
Nuevamente, sintió la carita débil de Ónix, encontrándose una vez más con esos ojos grises que la enamoraron.
—No dejes de seguir peleando… recuerda que… aunque me valla... no estarás sola… tenemos a nuestros hijos y… a Magma… recuerda que ellos te necesitan… más que yo… nunca olvides… que te amo...
Nyoko asintió y con gran esfuerzo, le transmitió lo mismo.
Luego vió como empezó a toser sangre ante su último respiro.
Cuando su mano cayó inerte al suelo. Nyoko se despertó agitada con los ojos empapados en lágrimas, viendo a sus niños y Magma dormir plácidamente en aquella carpa que habían construido.
Todo resultó un sueño, sin embargo, no pudo evitar llorar otra vez, llorando en silencio una vez más, sintiendo como uno de sus niños había dado la vuelta dormido, buscando una posición cómoda para dormir.
Fue así que todas las noches, empezó a tener recurrente aquel vivido recuerdo, llorando cada vez más a altas horas de la noche, sintiendo algunas veces las manos de sus niños en su espalda.
La noche en la playa junto a Ryusui, le hizo ver que aunque podía divertirse, su corazón anhelaba ver aquella sonrisa. Esa dulce mirada y el cálido tacto de sus manos en su piel.
No sabía cuánto tiempo podría estar fingiendo esa sonrisa, por lo que cuando los niños no estaban, le comentó a Magma lo que haría, al principio se puso reacio a la idea, pero al verla en ese estado de desesperanza, aceptó la dura petición.
—Te extrañaré—susurró Magma antes de recibir un abrazo de su cuñada, quien se despidió, para luego llamar a Mirai y a Hisui, con quienes iría de vuelta a la aldea, aprovechando que Senku y compañía en esos días habían querido sacar información a sus niños y así dejarles con la idea que ella partió por incomodidad.
Cuando llegaron, entró a su hogar, limpiando y ordenando algunas canastas antes de ir con sus niñas a ayudar al resto de aldeanos.
Los días pasaron tranquilos. Luego fue a ver la tumba de su amado junto a las niñas. Limpiando y poniendo nuevas flores antes de marchar a la aldea una vez más.
Ese día todo se sentía distante incluso ella misma se sorprendió de lo enajada que se puso al ver el peligro que pasó Senku cuando estaban aterrizando con el nuevo invento.
Lo único que realmente lamentaba, era el poco tiempo que pasó junto a Senku y compañía, le hubiese encantado pasar más tiempo con ellos, pero, el dolor que padecía era muy insoportable, ya no quería oprimirlo por más tiempo, así que con un abrazo bien fuerte, se despidió de Taji, era justo que después de todo lo que vivió, estuviera al tanto de lo que haría.
El niño asintió y con un beso se despidió de las niñas y le mintió tan descaradamente a Kohaku sobre una actividad que tenía que hacer.