«Nyoko, estoy enamorado de tí»
Había pasado una semana desde que Senku se confesó y Nyoko no podía sacar de su mente aquella escena; cada vez que lo recordaba, empezaba a sentir como sus mejillas se sonrojaban y su corazón empezaba a latir más rápido.
Su cabeza estaba hecho un caos y sin saber que decir o hacer ante tal declaración, hizo lo siempre suele hacer ante este tipo de situaciones, huir del lugar, dejando a Senku varado ahí.
Desde entonces, Ryusui y Gen, se encargaron de las sesiones de Nyoko para recuperar la memoria, aliviando una parte a su amiga que a la vez se ponía triste, pues, ella consideraba Senku un amigo muy preciado, recordando todos los momentos que vivieron juntos y las veces que la curó, se empezaban a ver tan lejano, significando que su lazo con Senku se estaba desmoronando sin que pudiera hacer algo al respecto. Pensar en eso, se le oprimía el corazón, evitando así prestar la debida atención a sus sesiones.
—¿Quieres que paremos?—preguntó Ryusui minutos después de apoyar su mano en el hombro de su amiga para que le conteste, captando así su atención.
Al principio ella dudó un poco, pero decidió compartir su dilema. Después de todo, gracias a él, había aprendido a manejar el dolor de su amado Ónix, tal vez él podría tener alguna solución de esta situación.
—Asi que, realmente lo hizo—susurró para sí con una pequeña sonrisa, Ryusui no pensó que Senku realmente se atrevería hacerlo, ya que creía que su orgullo no lo permitiría. Luego volvió su atención en Nyoko, observando que ella también sufría con aquella separación—, ven aquí—dijo atrayendola a su cuerpo, mientras ella, soltaba todo el llanto que oprimía ante sus demás compañeros.
Nyoko realmente quería que Senku esté nuevamente en su vida, la idea de que ya no pudiera abrazarlo o de ya no poder hablar con él, le partía el corazón. Este sentimiento le hacía recordar a la partida inesperada de Ónix, quien pese a sus últimos momentos, no dejaba de consolarla.
No quería volver a pasar por ello, por lo que le pregunto a Ryusui si no había alguna manera de que pudiera permanecer a lado de Senku.
—Realmente lo quieres mucho—pronunció limpiando las lágrimas de las mejillas de su amiga, recibiendo un asentamiento de cabeza; transmitiendo que gracias a su llegada, varias cosas cambiaron en su vida para bien, tornando sus mejillas en rosa carmesí mientras sus ojos fucsia soltaban un brillo singular al mencionando todas las cualidades y actitudes que apreciaba de él. Apareciendo una sonrisa con cada palabra que transmitíacon sus manos—Wow—expresó—, ¿estás segura de que sólo lo ves como un amigo? Porque tus gestos y palabras dicen lo contrario.
Nyoko quedó confundida ante las palabras de Ryusui, no entendía de donde había sacado esa conclusión, era obvio que al único hombre que amaba y amaría por el resto de su vida a Ónix, era imposible que ella se fijara en alguien. Sin embargo, nuevamente se le vino a la mente la confesión de Senku, sintiendo el palpitar de su corazón en su pecho. Aún así, se negaba a aceptar aquello, negando firmeme las palabras de su amigo.
—Esta claro que no quieres hablar de ello—expresó Ryusui—, terminamos la sesión por hoy. Pero piensa en lo que te dije.
Sin decir más, Ryusui depositó un beso en la frente de Nyoko antes de dejarla ahí, sola en sus pensamientos.
Las palabras de Ryusui le abrieron otra perspectiva a la situación, pero ser cierto, estaría faltando a la memoria de su amado. El no merecía esto, ella no debía de amar a alguien más que no sea Ónix.
Nyoko no quería creerlo, pero haciendo recuento de las cosas, tal vez Ryusui pudiera tener la razón, empezando las lágrimas desbordar por sus mejillas, negándose así misma esos sentimientos.
Sin que ella pudiera percatarse, sus niños empezaron a abrazarla por los lados, sintiendo los brazos de Magma que la rodeaban por la espalda, sintiendo el apoyo de su familia e indirectamente el consuelo de Ónix.