—Ten calma, solo relájate —indicó mientras intentaba pasar a la salamandra de la palma de su mano a la de ella—. Calmada—ordenó.
Sorprendentemente paso lo que Camil había dicho. Comenzaron a pasar más tiempo juntos debido a la salamandra, ahora con un nombre, Bell, no creía que fiera un nombre adecuado para una salamandra, pero ella era la dueña. Cuando Camil le suplico que le enseñara a estar en calma para que Bell se le acercará, el primer impulso de Jacob fue reírse, por lo que solo alzo la ceja fingiendo no entender su pedido. Dos horas después de eso se había comprometido a pasar cada tarde para enseñarla. Ante todo pronostico resulto que Camil era una buena alumna, casi nunca refutaba algo que le decía, era obediente y... agradable. Si. La primera vez que lo pensó creyó que estaba enloqueciendo, pero de algún modo, prefería mil veces enloquecer por eso a hacerlo por lo que paso con Sol. Así que no estaba del todo mal. De hecho durante esa semana había tenido tanto bullicio a su alrededor por los parloteos de Camil que no cabía espacio en su cabeza para esa esa horrenda voz. Lo que conllevo a que pasara la mayor parte de su tiempo a su lado. Sabía que no estaba bien usar a las personas, pero peor era dañar su mente con maquinaciones sobre aquella pelirroja.
Así que cuando ese día la mucama fue a la biblioteca y le dijo que tenía visitas. Lo primero que pensó no fue ni Nicolás y ni en Sol. De haberlo hecho abría estado preparado para lo vendría.
—Ahora vengo. —Dejo a Bell sobre la mesa—. Deja que ella se te acerque —la chiquilla de ojos grises asintió y Jacob salió.
Camino un poco rápido hacia las supuestas visitas. Tenía muchas ganas de ver si Camil tenía progresos. Quería probar que tan bueno era como profesor.
Rápidamente el sentimiento cambio al ver una melena pelirroja sentada en el sillón de su casa mientras su mejor amigo la rodeaba con su brazo. Ese echo no debió molestarlo. Pero de nuevo habían muchas cosas que "no debió", pero hizo. A estas alturas su molestia era solo una más de la lista. Ni siquiera sabía cuando había empezado a tener una lista.
—Jacob. —Se levantó Nicolás con una gran sonrisa y los brazos extendidos en señal de que iba a abrazarlo, el rubio trato de que su semblante reflejará una emoción que para nada sentía, calma, no sabía si estaba dando resultado, pero por la inminente sonrisa que no se borraba del rostro de Nicolás, podía presumir la respuesta.
—No sabía que vendrían —comentó con un tono neutro, correspondiendo al abrazo aunque sin la misma intensidad que Nicolás, se sentía enfermo por engañarlo, una cosa era mentirle a través de un móvil y otra muy diferente era hacerlo cara a cara.
—Fue idea de Sol —se separó de Jacob y volvió a posar la mano por sobre la cintura de la pelirroja.
—Un gusto Jacob —la pelirroja intentó acercarse para dejar un casto beso sobre la mejilla del rubio, pero este rápidamente le tendió la mano con una leve curvatura el los labios, Nicolás lo vio como una sonrisa, la pelirroja sabía que era una advertencia.
Sol le tendió la mano, un cosquilleó en estas se hacían presentes mientras más oprimían el saludo, ninguno de los dos bajaron la mirada.
—¿No es genial? —interrumpió Nicolás con entusiasmo, ambas manos se apartaron sintiendo algo raro al hacerlo, ambos lo ignoraron.
—Sin duda —respondió mientras guardaba su mano en el bolsillo de su pantalón.
—Sabes que si no hablamos mucho me deprimo, a veces creo que te preferiría de hermano ante Sharlot —bromeó—. No se lo digas—pidió.
Jacob asintió mientras evitaba intercambiar alguna mirada con esos penetrantes ojos azules. Era muy difícil cuando aquellos no se despegaban de él.
—Amo a mi hermanita, pero es horrible cuando se reciente —le explicó a la pelirroja—. Te la presentaré pronto, estoy seguro que se llevaran bien.
—No lo dudes mi amor —conecto su mirada con la de su novio—. No te imaginas lo ansiosa que estoy por conocer a tu familia —Colocó los brazos por sobre el cuello de Nicolás.
Por una razón que se negaba a creer esa escena la irritaba, la fastidiaba, odiaba que el rubio estuviera tan tranquilo.
—No crees que sea algo pronto —Se le escapo al rubio desviando la mirada cuando la pareja estuvo a punto de besarse, sintió orgullo que su voz saliera tan plana que no reflejó ni una de sus emociones—. Tu madre no suele...
—Lo sé, pero con ella será diferente. —Echo un suspiró mientras volvió a conectar la mirada con su novia y choco sus frentes—. Se que la adorará, después de todo —volvió la vista a su amigo—. Tú eres un hueso más difícil de roer, y aún así te cayo bien, no habrá problemas con ellos, te lo aseguro.
—Espero que todo salga como quieres —trató de ser sincero, desvió su vista hacia los pasillos, necesitaba una escusa que lo ayude a salir de allí.
—¿Te estamos quitando el tiempo? —preguntó el castaño—. Como dijiste que estabas ocupado en algo, creí que a lo mejor te podría ayudar. —Se notaba la calidez de sus palabras, lo bondad en sus intenciones, Nicolás no merecía un amigo Jacob—. Somos mejores amigos, casi hermanos, cuenta conmigo, antes solías ayudarme en mis proyectos. —Se alejó de la pelirroja y coloco su brazo por sobre el cuello de Jacob en señal de camaradería—. Lo mínimo que debo hacer es ayudarte con los tuyos, anda acepta —pidió—, seré el mejor ayudante del mundo. —Estaba exagerando, era su forma de ser.
Jacob no era una persona religiosa. A las justa y había ido dos veces a la iglesia en su vida. Pero la palabra milagro era lo que lo salvaría en estos momentos.
—Nicolás, lo que... —su móvil comenzó a vibrar, en un parpadeó el móvil ya estaba en su oído.
—Ven, ven, tienes que ver esto, ven... —pidió su milagro, nunca antes estuvo más feliz de escuchar la voz de Camil.
Sol frunció su ceño. ¿Esa era una voz femenina? Según lo que ella sabía de él, en ese lugar las únicas mujeres que vivían allí eran la madre y la hermana de Jacob. Ni una de las dos se dirigirían a él de esa manera. Tenía que ser alguien más. ¿Una sirvienta? No. Él no se relacionaba con la servidumbre. ¿Entonces quien era? ¿Tenía una amiga? No. Jacob no tenía amigas hasta donde ella sabía.
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Editado: 11.06.2022