Sol estaba echada en su cama con los brazos extendidos mientras resoplaba. Esa noche iría a esa dichosa reunión, tendría que aparentar estar locamente enamorada de Nicolás, luego fingir una escusa para seducir a Jacob. No era algo que no hubiera echo con otros hombres. Pero Jacob no era como otros hombres, era diferente, mejor. Otro ya habría ido hacia ella arrastrándose por más, poco hubiera importado que eso implicara engañar a su mejor amigo. Jacob tenía orgullo, lealtad. Era desesperante. Atractivo. Bien primero tendría que dejar de pensar en él de esa manera. Solo era otra presa. Otra victima más a quien seducir. Nada más. Si tan solo lo entendiera.
Así que cuando una idea atravesó su mente no lo pensó dos veces. Aún faltaban dos horas para que Nicolás la recogiera. No haría daño. No lo haría. De ese modo termino caminado por las instalaciones del centro comercial con una cigarrillo en la boca. Ya había paseado por una hora y no daba con él. Por lo general solía salir entre las 5 y 6 de la tarde a despejar su mente. Sí. Sabía su horario, demándenla.
Por tanto cuando vio un saco azul mediterráneo con una cabello rubio brillante fue hasta allá. Sí. Corrió hacia él. Esto se saldría de sus manos. Si tan solo se diera cuenta.
—Jacob. —Saludo una melena pelirroja—. Que coincidencia. —No se esforzó en disimular.
Él ni siquiera se digno a mirarla, solo paso de largo como sino hubiera visto nada. Okey. Esto no había salido como ella se lo imagino, pero de nuevo, nada con respecto a Jacob lo hacia.
—Me estas ignorando ¿Qué te hice? Creí que nos llevaríamos bien. —A lo mejor si lo provocaba explotaría, silencio fue su respuesta—. ¿Estas molesto? No soy buena adivinando tu estado de animo. —No mintió, su rostro parecía de piedra—. Pareces una piedra, Jacob, no me puedes ignorar, sé que estas escuchando. —Apresuro el paso y se puso frente a él, pero el rubio solo la esquivo—. Jacob, no me callaré hasta que me hables —advirtió—, no dejaré de molestarte hasta que me hables —volvió a intentar, ella podía ser muy insoportable cuando quería—. Jacob, si quieres que te deje en paz háblame.
—Estoy ocupado ¿Qué quieres?—espetó deteniéndose, bueno al menso obtuvo una reacción, estaba molesto, ya tenía sobre que trabajar
—Mírame —ordenó—, es estúpido no mirar a la gente cuando ellos hablan
—Hay otras cosas que son estúpidas —mustió—, pero eso no te detuvo —susurró entre dientes.
—¿De que estas hablando? —preguntó, él no podía saber del estimulante, fue cuidadosa, no se podía distinguir dentro de la bebida ¿O si?
—Habla rápido —exigió malhumorado—. ¿Qué quieres?
—¿A que te referiste con...
—No estoy para perder mi tiempo. —Reanudo su paso.
—Jacob...
Pero no. Esta vez él no hizo caso por más que ella trato. Bueno si él lo sabía, explicaría porque no se estaba volviendo loco. Le echaba la culpa al estimulante. Maldición. No debió haber dejado la habitación esa mañana. Lo hubiera tenido vulnerable y maleable. Como se le pudo escapar una oportunidad de oro.
***
Esta bien. Esto no era el fin del mundo. Sí. Talvez estaba demasiado tenso, talvez estaba demasiado preocupado. Encontrársela en el centro comercial lo descoloco. Esperó haber sido lo suficientemente reacio como para no demostrar interés. Porque no había ningún interés de por medio. Claro que no. Pero por si acaso ya había tomado sus precauciones. Primero, no bebería nada, ni la más mínima gota; segundo, contaba con su milagro, Camil.
—¿Ya sabes lo que harás?—preguntó mientras acariciaba a la pequeña salamandra con sus dedos, el color de sus pigmentos era fascinantes, no quería apartar la vista de ellos.
—Si señor —asintió mientras ponía su mano derecha a la altura de su frente como si Jacob fuera alguna especie de general.
—Camil. —Poso la mirada en ella para decirle que no estaba jugando. Sí, ahora pasaba tanto tiempo con ella que hasta bromeaba con ella.
—Si te veo solo con Sol, inventaré una escusa para sacarte de ahí, entendido general —lo dijo aún con la mano a altura de la frente, parecía una niña pequeña más que una adolescente.
Bueno como ese asunto ya estaba resuelto, ahora ya nada más podía arruinar esta reunión. Sabía que Nicolás querría que los tres la pasaran juntos la mayor parte de la noche, mientras Nicolás estuviera presente, confiaría en que podría contenerse. Se miró al espejo, pulcro de pies a cabeza, si tan solo logrará quitar ese ceño fruncido de su rostro.
———————
No había nada fuera de lo normal en la reunión. Un mantel color jade con bordados peculiares adornaba una fina mesa de cristal sobre la cual estaban colocados todo tipo de apetitivos, sonaba una ligera música de fondo, escogida por su madre. Agradeció que esta vez no se pusiera a cantar. Al parecer era uno de sus sueños frustrados o eso decía cuando él le preguntó. Muchas veces sus respuestas sonaban a evasivas, cada vez que preguntaban algo de la adolescencia o juventud de sus progenitores, estos se ponían nerviosos, cambiaban el tema con cualquier escusa. Después se quejaban de que a ellos no les gustará hablar.
Wendy estaba en una esquina con Sharlot, quien había traído a un amigo, un ojiverde pelirrojo. Pelirrojo. Sus esfuerzos por no pensar en su error no estaban dando resultados. Genial. Sus padres reían con la charla del señor Tailer, el padre de Nicolás. El amigo de su madre estaba presentado a su hija, trataba de no parecer afectado, los padres de Nicolás la miraban con nostalgia como si les recodará a alguien muy preciado, pero su propio padre era quien más le sorprendía, una lagrimilla contenida en sus ojos. La madre de su amigo lo abrazo para reconfortarlo. Así que mientras ellos tenían un encuentro nostálgico él tenía que aguantar los penetrantes ojos azules sobre él. En veces como esta odiaba lo ingenuo que podía ser Nicolás. Correcto Nicolás. Su amigo estaba frente a él haciéndole charla ociosa, debería prestar atención. Tendría que hacerlo, pero su mente le daba vueltas, nunca antes le había gustado menos estas reuniones.
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Editado: 11.06.2022