Sol sabía que no era solo ella. Este sentimiento no podía ser unilateral. Ella sabía cuando una persona fingía durante el sexo, lo había echo innumerables veces. Pero esta en definitiva no era una de ellas. Jacob también debía sentirlo. Era imposible que no sintiera los suspiros, latidos, gemidos que ella daba. Sería insólito el creer que ese "solo sexo" seguía siendo "solo sexo". Podía sentir los sentimientos de Jacob. Estaban en el aire, flotando, casi podría tocarlos si hacia un esfuerzo. La sonrisa que Jacob tenía en el rostro no era algo que podía fingir. El fuego en su mirada mucho menos. El calor de sus caricias eran precisas, perfectas. Todo en él era perfecto. Le gustaba pensar en él de ese modo. El martilleó de su corazón hacia días que ya había dejado de asustarla. No sabía si estaba bien o mal. Pero lo sentía. Felicidad. Una cosa era el placer bruto del sexo, otra cosa la felicidad, así se sentía con él y no solo durante el coito. Amaba sus caricias, amaba acurrucarse en su pecho, adoraba que él jugara con su cabello, amaba las charlas sobre ella, al principio pensó que solo la trataba de psicoanalizar, pero no podía estar más equivocada, su tono no era plano ni uniforme, se sentía sincero, había preocupación en su voz. Era por ella. Una mirada, un gesto, una palabra eran capaz de derretirla. Una conversación era capaz de calmarla, borrarle esa maldita ansiedad que no la dejaba en paz. Cuando estaba con él no la sentía. No había más que alegría, gozo, plenitud. Sí, era consiente que se veía como una estúpida por creerlo, pero con él, sería la más grande estúpida mientras él siguiera a su lado. Como una perrita moviendo la cola cada vez que llegara, saltándole encima y llenándolo de besos por doquier. Sí. Así de patéticos llegaron a ser sus pensamientos. Sabía que Jacob no podría pasar desapercibido lo que estaba sucediendo, Sol lo miraba como si él fuera todo, como si en el mundo no hubiera más que él. Para ella no había más que él. Ella había asegurado que en dos meses él babearía por ella, pero si comparaba, si dependía de ella no se despegaría de él por nada.
Su pecho subía y bajaba, su respiración irregular, su cuerpo ardiendo. Su corazón bailaba, cantaba, sus parpados se sentían pesados. Quería acurrucarse a su lado.
—Deberíamos darnos un tiempo. —Su corazón se vino abajo.
Demoró un momento en que le volviera el color al rostro. Sabia que era imposible, pero su corazón no latía. Apenas y sentía lo leve de sus latidos. Tardo para que su respiración volviera a la normalidad. Le miró fijamente, había, nada. Esos ojos casi celestes no reflejaban nada.
—S... sí. —No supo ni como se las arreglo a decir, no quería sonar triste. Triste era nada en comparación a lo que sentía. Estaba echa polvo. ¿Por que lo hacia? ¿Por que él se levanto de la cama y se encerró en el baño? ¿Por que prendió la ducha? ¿Le daba asco sentirla en su piel? Antes no lo hizo, antes dormía con ella ¿Ella hizo algo mal? ¿Acaso se dio cuenta de lo dependiente que Sol estaba siendo de él? ¿Acaso él no sentía lo mismo? ¿Todo el tiempo solo fue Sol? ¿Solo fueron maquinaciones locas de su cabeza?
La pelirroja con un fuerte nudo en el estomago y en la garganta se las arreglo para recoger su ropa. Se la colocó lo más rápido que pudo. Saldría antes de que él saliera de la ducha. Dolería menos, talvez. Una vez vestida comenzó a caminar, no quería caminar, no quería salir de ahí, quería envolverse en esas sabanas y no salir hasta que Jacob le explicará que demonios estaba haciendo. Obviamente eso no pasaría.
Dicen que el primer paso es el más difícil, para ella todos lo fueron, cada vez que se acercaba a la puerta sentía que su mente se mareaba. Se apoyo en la manija. Mordió su lengua, algo agrió salió de su lengua, sangre, mejor concentrare en eso al incesante hueco en su pecho. Cuando jalo la manija de la puerta, la puerta del baño se abrió. Volteó casi por instinto. Estaba desnudo con una toalla blanca en la cadera, su cuerpo mojado, su cabello pegado al rostro, su mirada, nada, nada, la estaba enloqueciendo, ella nunca siento la nada cuando se perdía en esos ojos. Trago grueso para apartar la vista.
—Tienes razón. —Su voz era apenas audible, un murmullo, abrió la puerta y se apoyo en esta levemente—. Ya se estaba volviendo aburrido —menciono con la esperanza de que él dijera algo, cualquier cosa, lo que fuera.
Nada, esa fue su respuesta. ¿Qué esperaba? ¿Qué la envolviera en sus brazos y le dijera que era un mal chiste? ¿Qué estuviera tan destrozado como ella? Estúpida. Él no parecía triste. Parecía él de siempre. No él de siempre, el Jacob antes de estar con ella. Cerró la puerta como pudo y salió.
La Sol de pasado le hubiera insultado, hubiera cerrado la puerta lo más fuerte que pudiera, hubiera amenazado con contarle todo a Nicolás o algo peor. Pero ahora solo tenia algo en mente.
Salió de la mansión sin ser vista por los sirvientes. Su cuerpo le pesaba. La sensación de vacío crecía cada vez más. Llego como pudo a su departamento. Se apoyo en la manija de la puerta. Busco las llaves en el bolsillo de su short. Las saco, la perilla se veía borrosa, todo se veía borroso. La cabeza le daba vueltas. Metió como pudo la llave e ingreso a su departamento. Abrió la puerta de su dormitorio y se desplomo contra la cama, hundiendo su rostro en la almohada, esa almohada no olía familiar. No olía a Jacob. ¿Hacia cuanto tiempo ya no dormía en esa cama? Lo suficiente para sentirse incomoda entre sus sabanas moradas.
Tres lágrimas fueron las primeras en caer para dar paso a las demás. En menos de lo que creyó su cara estaba empapada, gemidos de dolor eran lo único que salían de sus labios. Nunca creyó que se sentiría así por alguien. Ella era la mujer más atractiva que conocía. ¿Por qué lloraba como si alguien hubiese muerto? Porque alguien había muerto, su corazón, sangraba, dolía, no lo aguantaba.
No supo cuando se quedo dormida, no supo cuando termino con una botella de cerveza en la mano, no supo cuando había terminado de consumir una cajilla de cigarrillos. Sus cortinas estaban cerradas, la luz no entraría, no la despertarían. Tampoco era que quisiera despertar. ¿Con que fin? ¿Qué ganaría? Más dolor. Ya tenía suficiente. No quería más.
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Editado: 11.06.2022