Esto no puede ser amor

Capítulo 17

Amor, no era amor. No importaba que sintiera su cuerpo desvanecerse en esos brazos. No importaba que su corazón latiera más fuerte que nunca. No importaba que se aferrará a aquel cuerpo como si fuera lo único en su vida. No importaba que besará esos labios como si fuera la ultima vez. No importaba que quisiera llorar con solo pensar alejarse de él. No era amor. No podía serlo. Separada de él su vida fue una mierda. Dos meses, en dos meses su vida fue como el infierno mismo. Ahora lo sentía como algo muy lejano, de otra vida. El cielo, en esa cama tocaba el cielo, si pudiera quedarse siempre ahí, junto a él, sin nada más que hacer que escucharlo, charlar, contemplarlo. No era solo placer, el placer nunca la hizo flotar como una pluma alrededor de un hombre. Jacob no era un hombre, era suyo, suyo. No podía pensar en Jacob como algo distinto a ella. Quería ser de él. Siempre.

Talvez si era amor. Talvez ese sentimiento magnético que la hacia querer enterrase en sus brazos cada vez que lo veía era amor. Talvez lo que nacía en su pecho cada vez que él la tocaba, que la besaba era amor. Talvez por eso tenía ganas de aniquilar a todas las chicas que se le acercaban. Talvez por eso saltaba de alegría cada vez que la noche invadía el cielo y sentía nauseas cada vez que amanecía.

Una idea llego a su mente, una emoción exigiendo salir de sus labios. Quería decirlo, su corazón palpitaba, saltaba, se retorcía. Sus labios se abrieron, necesitaba decirlo, estallaría de no hacerlo.

No, no debía decirlo. Ya una vez Jacob había visto lo necesitada que estaba. Deberíamos darnos un tiempo. Odiaba esas palabras. No podía ser estúpida y echarlo todo a perder. De nuevo. Esta vez tendría que tragar sus emociones. ¿Cómo? Prácticamente sus ojos centellaban cuando estaba con él, su voz era más suave, mas dulce, su lenguaje corporal gritaba mío cada vez que estaban solos. Era ser demasiado ingenua creer que alguien como Jacob no sabía lo que la pelirroja estaba sintiendo. Quizá lo sabía. Quizá prefirió callar. Quizá no sentía lo mismo. Una cuchilla en su corazón. No. Todos los hombres estaban a sus pies si ella se lo proponía lograría que... No. En este punto ya no lo creía. Ella estaba a los pies del rubio. Haría cualquier cosa que él quisiera. Nunca nadie tuvo ese efecto en ella. Quizá Jacob lo sabía y no querría lastimarla. Eso no sonaba como Jacob. Deberíamos darnos un tiempo. Él se lo dijo. ¿Qué le impediría hacerlo de nuevo?

Mordió su lengua. Las ganas de decirlo iban más allá de sus fuerzas. No era consiente de nada. Solo del hombre que estaba junto a ella.  Al hombre que amaba. Amaba. Te amo, te amo. Sentía una corriente eléctrica cada vez que lo pensaba. Talvez si lo decía como un murmullo, talvez si lo  decía en voz baja él no escucharía. No. No lo echaría todo a perder. No sería tan patética.

—Te amo —brotó de sus labios con los sentimientos a flor de piel, sus ojos cerrados, su corazón subía y bajaba, su respiración más irregular que nunca, su cuerpo temblando.

Ella había utilizado esas simples palabras miles de veces en el pasado. Las utilizó como un arma. Nunca significaron nada para ella. Las decía justo en el momento exacto en que sabía que sus victimas estaban tan locos por ella que si les llevara a un precipicio y les dijera salta ellos saltarían. Pero esta vez, ella era la que saltaría si él se lo pidiera. Ni una de esas veces sintió la necesidad de decirlo, ni una de esas veces su corazón martilleó, ni una de esas veces quiso envolverse en aquellos brazos y no salir jamás, ni una de esas veces se sintió su cerebro tan blando incapaz de percibir lo que pasaba a su alrededor. Ahora sí.

Esperó unos minutos, no oyó nada del otro lado. Agua helada aplastó sus ilusiones. Nunca se sintió tan sola aún estando acompañada. Humillación. Por segunda vez. ¿Nunca aprendería? Era una idiota por creer que él diría algo. ¿Qué había esperado? ¿Qué él se lo dijera de vuelta? ¿Qué él la abrazará tan fuerte que su olor se impregnará en ella? ¿Qué la besará con tanta intensidad que sus labios dolieran? ¿Qué la colmará de mimos por ser tan valiente de decirlo? Si. Si era franca. Eso había esperado. Volteó su vista y lo vio, recostado dándole la espalda. Dolía. Su corazón dolía. ¿Esta vez no abrían besos en su frente o en su nariz? ¿Esta vez él no acariciaría su rojizo cabello? ¿Esta vez no podría acurrucarse a su lado? Estúpida. Mil veces estúpida. Debió morder su lengua. Debió atragantarse con esas palabras. No habría sido tan amargo como el vació que nacía en su pecho. ¿Qué estaría pensando? ¿Le tendría lastima? No quitaba la mirada de esa espalda. Ese cabello rubio despeinado. Quería dormir con él, junto a él. Estúpida. 

Jacob trataba de dormir. Sus músculos estaban tensos. Cerró los ojos con mucha fuerza. Te amo, te amo. Maldición, no podía quitar eso de su mente. Era absurdo, la gente decía cosas absurdas durante el sexo para perseguir su propio placer. Era claro que eso había pasado. Ella no podía estar enamorada de él. Era insólito. Ridículo. Te amo. Te amo. ¿Por qué maldita sea no se lo quitaba de la mente? 

No debió gustarle tanto oírlo, su voz fue quebradiza, su tono casi un gemido, su rostro lo más lindo que había visto. Tenía un problema. Debía solucionar el problema. No quería solucionarlo. La parte egoísta de él deseaba volverlo a escuchar, deseaba sentir ese revoltijo en su estomago, su corazón palpitando tan fuerte que dolía. Tenía que solucionarlo.

Deberíamos darnos un tiempo. Estuvo a un nanosegundo de decirlo. Mordió su lengua para evitarlo. No quiso lastimarla. ¿No quiso lastimarla? ¿A él que diablos le importaban esos sentimientos? Era "solo sexo". No debía pensarlo tanto. Solo deseo. Sino era con ella sería con otra. Ella no era importante para él. Entonces ¿Por qué tenía ganas de envolverla en sus brazos? ¿Por qué quería borrar su tristeza? Porque sí, él juraría que era capaz de sentir su tristeza. ¿Por qué le dolía demostrar que no sentía nada? ¿Qué sentía por ella? Cariño quizá.




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