Los hombres eran un asco. Un verdadero fiasco. El amor apestaba. ¿Sigues aquí? Si. Ella seguía ahí. A pesar de lo grosero que fue seguía allí, por boba e idiota.
Fregaba los vasos en aquel antro donde por primera vez lo había besado, donde por primera vez había sentido algo. Debía conseguir otra tapadera. Ella no necesitaba ese trabajo, con la pensión que su padre le daba para hacer su misión era más que suficiente, pero debía conseguir algo para que no fuera raro. Solo trabajaba dos veces por semana. Los fines de semana. Antes trabajaba los 7 días a las semana, pero después de su acuerdo con Jacob lo redujo a los fines de semanas. Claro que Nicolás seguía creyendo que era toda la semana. Nicolás, su novia trabaja en un bar, de 6 a 5 de la mañana ¿Y aún así no desconfiaba? Ha veces desconfiaba. ¿Y si no estaba tan colado por ella como ella creía? Con todo el tiempo que se dedicaba a pensar en Jacob no seria de extrañar. A estas alturas no le importaba. Su misión era segundo plano. El dolor de no ser correspondida estaba en su mente.
Era un sábado. Habían varias parejitas sentadas en la barra. Ella no se consideraba envidiosa. Pero no había otra palabra para reflejar lo que sentía cuando veía a dos tortolitos besarse, decirse cosas lindas o darse algún regalo. Sentía que el mundo se burlaba de ella. Como si alguien supiera de su desgracia y le quisiera hacer ver cuan miserable era.
Por suerte estaba a la otra esquina de la barra. Ella había pedido fregar los vasos, así podría desquitar su furia puliendo algo. No sabía cuanto tiempo estuvo tallando ese vaso, no supo cuanto tiempo hizo muecas con los labios, lo suficiente para que sus compañeros la miraban raro.
—Ya esta listo —menciono uno—. Si sigues aquí...
—¡¿Si sigo aquí qué?! —explotó estrellando el vaso contra el piso, ese hombre pudo decir miles de cosas y entre todas tubo que elegir esas. Sigues aquí. No. El mundo se burlaba de ella. No supo que fue lo que vio ese hombre en ella pero su semblante no fue de un hombre molesto, sino comprensivo. ¿Acaso ella daba tanta lastima? ¿Era ella tan miserable? ¿Una bola de resentimiento y dolor? Sus ojos se volvieron borrosos. Lastima. Eso habría sentido Jacob por ella la noche anterior.
—Calma. —El tipo extendió sus manos hacia adelante—. Mejor ve a la barra, yo limpiare eso —aviso mirando los trozos de vidrios en el suelo.
La joven camino a regañadientes. El lugar en el que menos quería estar en la barra. Esas sonrisas resplandecientes, esos suspiros hondos, los adorables apodos; era patético, patético. Más patético querer eso de alguien que jamás se lo daría. Él no siente lo mismo. Le dijiste te amo. ¿Él que hizo? Aceptar un viaje a quien sabe donde con esa estúpida ¿Lastima? Eso es lo a lo único que podrás aspirar con él. Sus uñas hacían daño a las palmas de sus manos. Mordía la parte interna de la mejilla de su boca para no llorar en ese instante. Llorar. Eso es lo único que haría al no poder tener su amor. Antes habría doblegado a cualquier hombre, le habría echo tragar sus palabras, se habría reído en su cara. Ahora eso le parecía algo lejano. Ya no era la misma persona.
—Te amo —menciono una de las clientas con la mirada fija en los ojos de un hombre que parecía ser su novio, la pelirroja clavo la vista en la enorme sonrisa que ella tenía en el rostro—. Te amo.
—Creí que nunca lo dirías. —El hombre estaba feliz, contento, desbordaba por los ojos la dicha—eres lo más importante que me dio la vida.
—Mentira —balbuceó la pelirroja, la pareja la miró confundida—. Todos los hombres son un asco —manifestó sorbiendo su nariz—. No saben amar ¿Por qué crees que no te devolvió el te amo? —preguntó con resentimiento—. No siente lo mismo, solo esta... solo esta jugando por que quiere follar, nada más, solo sexo —esas palabras dolían "solo sexo". Se suponía que era lo único que debía ser, no debió convertirse en un amor desmedido; al menos por su parte, por la de él seguía siendo eso. Dolía, su corazón dolía, lloraba—. Es lo único que les interesa —mordió con los ojos más borrosos, su manos clavadas en la madera de la barra—. No les importa lo que sintamos, si nos enamoramos en el proceso es nuestro problema, a ellos no les importa, no les importamos —sollozo corriendo de ahí para encerrase en el baño.
Aún no era tan tarde pero ya había mucha gente, pasar entre ellos para llegar a un lugar donde pudiera estar sola y libre para llorar parecía ser un milagro.
—Guapa —la cogió de la cintura—. ¿Viniste por mí? —preguntó un sujeto bajando las manos hacia las caderas de la pelirroja.
El primer impulso de ella fue alejarse, no quería a nadie, solo a... Bueno si lo veía objetivamente no era feo, un clavo saca otro calvo, talvez si se relacionaba lo suficiente con alguien lo sacaría de su mente. No era mala idea. Estaba en un antro, era atractiva y él era... era un hombre, serviría.
Ella se inclino hacia él y le susurro algo al oído. En menos de 5 minutos ambos había desaparecido.
***
Talvez haberle tratado con tanta frialdad no fue lo mejor. Tal vez fue demasiado rudo. ¿Pueden culparlo? Su mente era un caos. Él no quiso sonar tan grosero, pero tampoco quería sonar tan cariñoso. Ese era el problema, no sabía como comportarse a su lado, no sabía como actuar. Ya no controlaba sus emociones. Si sonaba demasiado blando, temía miedo de ser cariñoso y confundirse; si sonaba demasiado duro la lastimaría, pero al menos no sentiría que su mente esta a punto de estallar. Así que optaba por la ultima. Cuando la miraba, quería besarla y envolverla en sus brazos; pero a la vez culparla por ser la razón de que su vida sea un caos lleno sentimientos y traición.
Lo mejor sería dejar de verse, al menos por un tiempo. Deberíamos darnos un tiempo. No. No le gustaba esa idea, ya una vez se lo dijo y no termino bien. Al final se volvieron más dependiente el uno del otro. Un mes sin verse o hasta más. No. No quería eso. Talvez deberían hablarlo, talvez hablar de lo que estaba pasando era la solución, así ambos sabrían en que punto estaban y él no se jodería tanto la cabeza con ese sentimiento. Sí, eso haría.
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Editado: 11.06.2022