Esto no puede ser amor

Capítulo 19

—¿En verdad lo crees? —La pelirroja parecía algo escéptica ante el tema.

Su hermano asintió.

—Si siente algo querrá pasar ese día especial a tu lado, lo hará memorable. —Por alguna razón esa  ultima palabra salió con amargura.

—¿Te sientes bien? —interrogó la pelirroja.

El pelinegro se veía extraño, asintió levemente.

—Padre desea hablar contigo. —La mente de la pelirroja se puso en blanco, después de unos minutos su mente por fin proceso lo que él había dicho.

Su hermano parecía haberse percatado de ello, una vez que los ojos de la pelirroja ya no denotaban miedo, él se levanto de la silla con una aura peculiar y algo distinto en los labios, no estaban lo suficientemente curvilíneo como para catalogarlo como una sonrisa, no parecía una mueca, él no hacía muecas

—¿Ya te vas? —preguntó con la voz algo ahogada, los recientes días estuvo muy consiente de lo que pasaría si accidentalmente su padre descubría lo que ella estaba haciendo.

Su hermano asintió e hizo un ademan de despedida.

La pelirroja se quedo mirando a través del vidrio de la copa que tenía en la mano. Estaba tan limpio que podía ver su propio reflejo en este. Aquel reflejo demostraba preocupación. ¿Y como no estarlo? Su padre quería verla. Eso solo podía significar una cosa. Problemas. ¿Regan habría abierto la boca? Lo dudaba. Su hermano no sería tan osado para algo así, no cuando la vida de la mujer que amaba estaba en juego. No, su padre no podía saberlo. Entonces ¿Para que quería verla? Quedándose parada como una estatua no lo averiguaría.

Una vez que abrió la puerta de su departamento se puso pálida, la silueta de un hombre alto e imponente salto a la vista. Ella no debió haberse asustado tanto tan solo al verle.

—¿Cómo... cómo entraste? —logró preguntar luego de ver lo que su padre tenía en las manos, era una pregunta estúpida lo sabía, pero a las justas y pudo mencionar algo coherente.

—¿Ahora te gusta guardar chucherías? —cuestionó mientras miraba con atención una cajetilla de cigarrillos que la pelirroja había decidido no tirar, el valor sentimental de esa cosa era invaluable para su corazón, lamentó no poder gritar cuando su padre lo arrojó a la basura.

—No —respondió con la mirada agachada, su padre clavo la vista en ella—. ¿A que viniste? —volvió a preguntar con un tono muy diferente al que usaba en su presencia, si la pelirroja no ponía de su parte, él descubriría que algo andaba mal.

—¿Cómo esta yendo todo? —Su padre comenzó a caminar por el departamento deteniéndose en cada pequeño detalle curioso que había en este—. ¿Ya tienes solucionado lo de Coward?

La pelirroja trago grueso. Se suponía que ella arruinaría aún más aquella bailarina en caso que su hermano fallará. Ella dio su palabra. Pero con todo su enamoramiento no tenía espacio para nada más en la cabeza que no fuera Jacob. Obviamente no era algo que su padre debería saber.

—Estoy en eso —mintió con la voz tan aguda que le sorprendió que escuchará—. Todo esta saliendo a la perfección.

—Bien —pareció conformarse con eso, se acercó hacia ella, le agarró del mentón por un momento—. No permitiré un error más Pumpkin. —Retiró su mano y camino hasta la puerta—. No volverás a recibir nada de Javier.

—¿Quién te lo conto? —Tenía las manos en puños, si su hermano había abierto la boca ella...

—Tengo mis fuentes —respondió con una sonrisa arrogante—. ¿Crees que no estas vigilada? Yo se perfectamente cada uno de los pasos que has dado.

Dakota palideció ¿Vigilada? ¿Entonces él sabía de...

—Dijiste que si volvía a consumir tú...

—Yo ya me encargué de eso —anunció con una mirada que le heló la sangre—. Sabes que los que me desobedecen lo pagan con sangre.

No, su padre no podía haber echo eso, ella sabía que él no tenía el concepto de moral, pero matar a alguien simplemente por... por que ella lo desafió, era un tanto extremo.

—Espero que su vida haya servido para hacerte entenderlo —lo decía en un tono calmado, como si la vida de una persona no valiera nada, bueno la vida de un hombre que drogo a su hija no era que le importara mucho—. No hay nada que puedas ocultarme. —Se acercó, su tono ya no tan plano—. No hay nada que no sepa. —Su boca roso la oreja de su hija, la forma en que lo dijo fue, fue horrible, por una razón sentía que ya no solo estaban hablando acerca de las drogas—. Te mande a hacer algo y lo cumplirás. —Su padre se alejo, la pelirroja agradeció en su interior, un poco más y su corazón se hubiera detenido—. Que esto sea una demostración que cualquier cosa que se ponga en mi camino para arruinar mis planes. —Sus miradas se conectaron, había un destello en los ojos grisáceos de su padre, no le gustaba, la asustaba, su mente intuía algo, no le gustaba lo que pasaba por su mente—. Acabará del mismo modo, si no quieres nadie. —Su padre remarcó esa palabra, oh no, su padre lo sabía, lo sabía, su corazón se agitó, ella quería esconderse, dejar de verlo, no, que él dejará de verla, sentía que su padre desnudaba sus sentimientos con cada mirada, vulnerable, odiaba verse así—. Acabé de ese modo, más vale que no me desobedezcas. —Su padre le dio la espalda y camino a la puerta.

—No pensaba hacerlo. —Fallo estrepitosamente en sonar convincente, su voz salió demasiado temblorosa para su gusto—. Yo no, cumpliré con...

—Fui claro Pumpkin —interrumpió su padre, por lo duró que sonó la puerta al cerrarse, podía dar fe que su padre estaba enojado y si había algo que nunca debías hacer era enojarlo, su padre era un ser muy rencoroso, o no habría mandado a sus tres sus hijos para acabar con los hijos de sus enemigos.

La pelirroja quedó mirando la puerta por unos instantes. Trago grueso. Con su mano derecha empezó a acariciar una parte de su cabello con desespero. Demonios. Su padre lo sabía. La había estado vigilando todo este tiempo, pero ¿Cómo? ¿Quien? Nunca vio a nadie siguiéndola o algún vehículo estacionado cerca de ella. Bueno, no sería tan ingenua para creer que su padre usaría un método tan obvio. ¿Ahora? ¿Qué haría ahora? Si su padre lo sabía, solo era cuestión de tiempo para que él tomará armas en el asunto. Sus dedos tamborileaban contra la mesa. Sus ojos viajaron hacia una de las gavetas. Un poco no haría daño. Jacob no tenía que saberlo. Solo un poco. Algo que le quitará esa maldita ansiedad. Abrió una de las gavetas, cogió una cajetilla de cigarrillos. No la culpen. Si su padre sabía de... de Jacob, de que ella estaba enamorada. No quería ni pensar lo que su padre sería capaz de hacer. Lo encendió y fumo. No fue suficiente. Necesitaba más. Algo más fuerte. Algo que la librará de sus miedo. Algo. Alguien. No. El rubio ya la había visto en sus peores momentos, no aumentaría una más a la lista. Ella podría controlarse, ya había sufrido antes ataques de ansiedad. No era nada nuevo. No sería el fin del mundo.




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