No lloraría. No lloraría más. Él quiso que ella fuera con Nicolás. Pues iría. Jacob no sentía nada por ella. Bien. Ella se lo sacaría del corazón de un modo u otro.
En menos de lo que creyó se encontró en la puerta de Nicolás. Hace unas horas el motivo habría sido distinto. Hace unas horas ella no habría pelado con Jacob hasta el punto de... Basta. Golpeteó la puerta con una radiante sonrisa en los labios, tal como lo había practicado frente al espejo.
—Solecito. —La puerta se abrió al instante—. Estas bien. ¿Qué sucedió ayer? —preguntó preocupado—. ¿Por qué...
Ella lo abrazó con toda la fuerza que pudo. Tratando de relajarse y concentrarse en lo que había venido hacer. Debía mostrarse enamorada. Debía sonreía como idiota frete a cualquier estupidez que saliera de la boca del castaño. Sería un martirio. ¿Cómo sonreír a alguien que detestaba? No. La pregunta estaba mal. En el pasado lo había echo. La varadera pregunta era ¿Cómo sonreír a alguien que detestas cuando la persona que amas te ha roto el corazón? Tenía que hacerlo. No dolería tanto. No quería que doliera tanto. ¿Cómo fingir amor cuando tus sentimientos fueron pisoteados por...?
—Tranquila. —Nicolás la abrazó, trató de calmarla, acariciar su cabellera.
De haber sido Jacob su corazón hubiera saltado, palpitado tan fuerte, queriendo estar más cerca, tan cerca y nunca despegarse.
—Estoy aquí, calma...
Ese era el maldito problema, ella no quería que él estuviera ahí. Ella quería a Jacob, a su Jacob. Quería decirle tantas cosas, besarlo, abrazarlo, que callara el dolor de su corazoncito, que callara las horribles voces de su cabeza. Te quiero. Lo que daría por decirlo. Solo una vez más. ¿Para qué? ¿Par que él la lastimase una vez más?
—Te quiero —sollozó—. Perdón, te quiero, solo a ti, por favor créeme, te quiero, no quiero separarme de ti nunca, por favor... —Ella ya no era consiente de lo que salía de su boca, tampoco era consiente de a quien se lo decía, el dolor y la necesidad eran una bruma espesa que nublaban su mente—. Por favor... te quiero... no quiero alejarme de ti, nunca, yo... yo se que es difícil de creer, pero lo que siento, yo... no mentí, te quiero, es más que eso, te... te amo... por favor créeme, necesito que lo hagas, por favor.
—Mi amor. —En su mente era Jacob quien lo decía, sería más llevadero si creía que su rubio favorito era quien lo decía, aplacaría un poco el dolor—. Claro que te creo —aviso con dulzura acunando el rostro de su novia entre las palmas de sus manos—. Te amo, no tengas duda de eso. —La beso—. Te amo, te amo como no tienes idea —volvió a besarla, si tan solo pudiera sentir algo más que asco y culpa—. Amo cada cosa de ti, desde tus cabellos hasta la punta de tus pies, no hay nada de ti que no ame.
La pelirroja cerró sus ojos, envolvió sus brazos alrededor del cuello del castaño, mientras escondía la cabeza en el hombro de éste, a lo mejor si no lo veía sería más fácil engañar a su mente.
Nicolás la cargó. Ella sentía la mirad de él en todo momento. Lo que menos quería ahora era sexo, pero quizás si ponía empeño podría disfrutarlo. Decía que el miedo estaba en la mente. Entonces el placer tambien podía estar en la mente. A lo mejor si imaginaba... A lo mejor si imaginas a Jacob fallándote sea más llevadero.
Odiaba esa estúpida voz. Pero tenía razón. Talvez solo un poco. Solo hasta que su cuerpo se acostumbrará a Nicolás. Muy dentro de ella sabía que era una estupidez, habían pasado más de 4 meses, cada vez acotarse con él era más tedioso y aburrido. Pero quería aferrarse a algo, por más absurdo que fuera, tenía miedo de verdaderamente estancarse en Jacob y no poder hacer más que llorar como una mierdita sensible. Podría de su parte. Esta vez cooperaría.
Si tendría que resumir su noche, fracaso. No tenía caso pensar en Jacob, cunado sus besos no eran de él, cuando sus caricias no eran las de él, cuando su rostro no era de él, cuando su cuerpo no era de él. No tenía caso.
***
—¿Ah sí? —preguntó Jacob fingiendo desinterés.
Ni siquiera sabía por lo había recibido. Se sentía fatal. Su mañana fue un asco. Y si Nicolás seguía hablando lo más seguro es que explotaría.
—Sí —respondió con una sonrisa tan amplia que molestaba—. Fue la mejor noche de mi vida.
¿Por qué demonios tenía que contarle esa clase de cosas? ¿A caso Nicolás no sabía lo que significaba privacidad? Jacob no era alguien violento, pero si Nicolás no se callaba no se haría responsable de sus catos.
—Ella dijo... dijo que me amaba.
Jacob palideció.
¿Se lo dijo? ¿Sol le había dicho eso a Nicolás? ¿Se lo había dicho justo después de que ella le dijera a Jacob cuanto lo aborrecía? Ella estuvo jugando a eso todo el tiempo. ¿Qué otras cosas no le diría Sol cuando ellos estaban solos? La pelirroja era una cualquiera. Una maldita zorra.
Justo cuando creyó que la situación no podía estar peor. Empeoró. Dolor. Desilusión. Jacob en una parte de sí, en una muy recóndita parte de su ser, le creyó. Ahora sabía que solo fue un estúpido a quien ella casi ve la cara.
—¿Puedes creer que lo dijera? ¿Qué sienta lo mismo que yo? —El cuerpo del rubio se tenso, un escalofrió recorrió su medula espinal.
Esa horrible voz era un estúpido recordatorio de lo miserable que se sentía. Cualquier otra persona lo habría acabado a golpes, una parte de Jacob aún quería hacerlo. La otra parte sintió tristeza. Ella era una zorra, no hacia ni un día que le dijo lo mismo a él. Te amo. Después de todo aquella pelirroja si era una detestable cualquiera. Ella solo quiso jugar, quiso hacerlo caer. Casi lo logró. En otras circunstancias habría jurado que Nicolás mentía pero... no. Ella era novia de Nicolás y aún así se acostó cada noche con el mejor amigo de su novio. En la historia ella era la arpía. Ella era el demonio. Nicolás solo era una victima. Y Jacob, Jacob estaba muy confundido, pero de la única cosa que tenía certeza era que toda y cada una de las malditas palabras que salió de esos rojos labios fue la más vil de las mentiras. Una fastidiosa mentira que hizo latir a su corazón. Era la mayor actriz que conoció.
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Editado: 11.06.2022