No. No podía ser tan débil. Lo primero que hizo al verlo fue subírsele encima. Su corazón martilleó desenfrenado cuando esos ojos se posaron sobre ella, no le importo estar con la cara llena de lagrimas, con el cabello despeinado, Jacob había ido a su apartamento. Él vino por su voluntad. Todo lo demás estaba en segundo plano. ¿Qué tan patético era eso? ¿Jacob qué debe estar pensando? Él estaba sentado en el sillón, en ese sillón en donde tan solo hace unos segundos ella se considero la persona más desdichada de la tierra. Ahora estaba en su encima, sentada a horcadas sobre él. En definitiva no daba una buena imagen. Era lo que menos le importaba ahora. Él estaba aquí. Con ella. Después de un mes él había venido a ella, la tan solo idea era refrescante, como si le quitaran un gran montículo de su encima.
Amaba estar entre sus brazos. Amaba aspirar su aroma. Amaba que él la acariciara. Amaba que jugara con su cabello. Amaba recibir sus besos.
Eres tan estúpida ¿No te das cuenta? ¿Él solo quiere sexo? ¿Por qué crees que vino? ¿Por qué crees que desde que entro no ha dicho nada? No le importas. Te vio llorando y ni siquiera te pregunto como te sientes. Debes ser una idiota para creer que realmente le interesas. Solo es lujaría. ¿Por que crees que te esta besando? Solo quiere un hoyo donde meter su polla, nada más. Él te lo dijo. Él cree que eres una puta. ¿Para que otra cosa iba a querer un hombre a una puta?
No. Eso no era cierto. Eso no era lo único que Jacob podía querer. No lo creería.
Entonces pregúntale. Pregúntale por qué vino. ¿O te da miedo la respuesta?
Sol no tenía miedo. Solo no quería arruinar el momento. No quería interrumpirlo con...
¿Con preguntas absurdas de las que ya conoces la respuesta? Acéptalo, él solo te ve como un hoyo, así te ve y así te verá siempre.
Sin que se diera cuenta unas gotas empezaron a caer por sus pestañas. Trató de aferrarse más a Jacob, tanto como fuera posible. Solo quería paz, quería disfrutar tranquila del amor que sentía por él. Pero no lo conseguía, la duda estaba plantada, era como una espiga dolorosa que iba calando en su corazón. Tenía que preguntar, aunque le diera miedo la respuesta. Tendría que ser valiente. Aunque fingir demencia también era una buena opción, una menos dolorosa.
Anda díselo. Pregúntale que siente por ti. Quieres saberlo, la duda te esta carcomiendo, vamos.
—Jac...
—No digas nada —pidió el rubio en un pequeño susurró que calentó el corazón de la pelirroja—por favor.
Jacob no sabía que estaba haciendo. Él salió decido de la mansión, pero ahora, con cada paso que daba su decisión iba menguando hasta volverse nada. Cuando abrió la puerta y la miró enrollada en el sillón con un sin fin lagrimas no pudo más. Simplemente su corazón se ajito y el hecho de ser el responsable fue tan malditamente reconfortante como doloroso. En menos de lo que creyó ya la tenía encima suyo con esos grandes ojos azules mirándolo fijamente. Amaba sus ojos ¿La amaba? Talvez sí. Talvez no. Talvez no podría vivir sin ella.
Jacob quería secar sus lagrimas, quería que este contenta, siempre. Cada lagrima se sentía como un cuchillo en el corazón. Trató de consolarla, no era bueno en eso, ni siquiera era bueno en describir sus emociones. ¿Cómo lidiar con las de alguien más?
Trato de acomodar su cabellera, parecía un nido de ratas, era el nido de ratas mas lindo que había visto. Dio un ligero beso a su cabello. Sol soltó un gemido. Jacob dio otro beso. Ella soltó otro gemido. Le encanto. Si sus lagrimas eran como cuchillos, sus gemidos eran música, la más linda música que nadie jamás tocó y nadie jamás tocará. Necesitaba más. Más de ese sonido. Más de esa sensación.
Estaba siendo egoísta. Se estaba aprovechando de la vulnerabilidad de Sol para... Diablos. Debía parar. Debía hacerlo. ¿Cómo? Estuvo un mes sin ella. Un mes sin esto. Si ella sentía la mitad de lo que él debía estar por los cielos, pero aún así. Una sensación rara en su pecho no lo dejaba disfrutarlo tanto como quería.
¿Qué sentía por ella? ¿Era amor? No lo sabía. Nunca se había enamorado ¿Cómo sabría si lo estaba o solo era la locura de las hermanas adolescentes? Hace meses con eso hubiera socavado sus dudas. Ahora no. Por unas cuantas hormonas no sufres como él lo hizo. ¿Entonces la amaba? ¿Ella lo seguiría haciendo?
Ni bien te vio se lanzo sobre ti. ¿Tú que crees?
No. No importaría lo que le diría su cabeza. Cuando estaba con Sol, la razón nunca triunfo. No lo haría ahora. Mientras él no lo volviera a escuchar de esos rojos labios no lo creería. Cuando escuchara ese te amo de sus labios lo sabría. Sí. Era lo que necesitaba para estar seguro. Lo único que quería. Lo único que quería su corazón. Un te amo.
Dakota no estaba segura de nada. Una bruma espesa se extendía por su mente. Una bruma espesa tan embriagadora que la hacia sentir en las nubes, tanto placer tendría que salir de alguna forma. Su primer gemido la alarmo. Miedo. Y si lo ahuyentaba con eso. El pensamiento era ridículo, cualquier hombre se alegraría de que una mujer disfrutara de sus caricias, pero con Jacob, si Jacob sentía lo demasiado necesitada que estaba quizá se iría. No. Jacob no podía irse, él no sería tan malo.
Claro no sería tan malo para llamarte puta después de que le dijeras que lo amas. Ay no espera, sí lo hizo.
Su conciencia solo quería destruirla. No debía hacer caso. Pero era tan difícil cuando ni siquiera recibía algo que le hiciera saber que su conciencia se equivocaba. Por ahora su único escudo sería no demostrar que lo mucho que lo quería. No debería dejar de morder su lengua. Esas caricias la estaban volviendo loca, quería más. Más.
—Te quiero —jadeó con el corazón a tope—. Te quiero—gimió.
Lo dijo. Lo único que no debía decir, lo dijo. Genial. No exponer sus sentimientos había resultado perfecto.
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Editado: 11.06.2022