Dakota estaba parada en las frías calles desiertas, nadie era tan descabellado para salir a pasear en las madrugadas de Alemania. No con el aquel clima. Claro que ella no estaba paseando precisamente. La conversación que tuvo con su hermanito no fue nada amistosa.
—¿Qué quieres? —espetó Regan parado contra uno de los postes de luz—. Te dije que no...
—No estoy aquí para juegos Regan —bramó Dakota con seriedad—. ¿Cuándo piensas terminar con la bailarina?
Una sonrisa agría se formo en el rostro de Regan
—Eso no te importa —mordió con rabia—. Es mi asunto.
—Tambien es mi asunto, se convirtió en mi asunto cuando me ofrecí a salvar tu cabeza —aclaró acercándose, no quería pelear pero si su hermano se ponía tan reacio no le quedaría de otra ¿Dónde había quedado el Regan gracioso y burlón que conocía?
—¿De que mierda estas hablando? —cuestionó Regan sin entender las palabras que salían de la boca de su hermana.
—Sabes que padre solo quería una escusa para echarte de una vez por todas. Él jamás creyó en ti y menos lo harás si sigues así.
Era la verdad, le guste o no a Regan era la más pura verdad.
—¿Ah sí? ¿Cómo?
—Si sigues enamorándote de cada estúpida a la que cortejas.
Regan mordió su lengua para no soltar algo de lo que se arrepentiría
—Esta vez no fallaré —mustió.
—¿Ah no? —pregunto con sorna mientras extendía los brazos por lo idiota que podía ser su hermano—. ¿Y por qué demonios compraste pasajes a Polonia? —El rostro de Regan se torno enojado—. Ya tenías los pasaportes y todo —continuó.
—Yo se lo que estoy haciendo.
—¿Escapar con ella? —Se burlo de lo infantil que sonaba—. ¿Eso planeas? —Su hermano o podía ser tan idiota, rogaba que no fuera tan idiota.
—No fallaré —aseguró—. Mi misión sigue en pie. —Conecto la vista con la de ella solo para después alejarse.
—¿Cuándo lo harás? —Se apresuró a preguntar antes que se fuera.
—Ese es mi problema —vociferó.
—Si no se lo dices tu se lo diré yo —bramó.
Su hermano se detuvo.
—¿Crees que puedes amenazarme? —preguntó con una voz que nunca había escuchado en Regan.
—Padre te acabará si no lo cumples.
—Si tu le dices algo, él que acabará contigo seré yo Dakota —Rabia y furia cargadas en cada palabra que pronunció—. No te metas con ella —finalizó con las manos en los bolsillos perdiéndose entre las calles.
Dakota aún continuaba en ese lugar. Perpleja por las palabras de su hermano. ¿Ese comportamiento sería pasajero? Regan era alguien maleable, seguro tanto tiempo de estar con alguien tan amargada como Wendy influyeron en el carácter de Regan. De alguna forma trató de creerlo. De alguna forma resultaba difícil hacerlo.
—¿Qué estas haciendo? —una fría voz resonó contra el pabellón de su oído
Dakota dio un saltito. Volteo su cabeza instintivamente. Al ver aquel rostro le entro pánico. ¿Por qué su padre estaba ahí? ¿Qué quería? ¿Habría visto lo de Regan?
—¿Necesitas más tiempo? Al parecer esos dos te están dando problemas.
Era imposible que su padre no supiera lo que estaba pasando. ¿Qué esperaba fingiendo ingenuidad?
—Solo unos días —respondió Dakota ocultando su temor—. Solo harán falta unos días.
—Claro. —Una horrenda sonrisa se formo en el rostro de su padre—. No me gusta que me mientan, Dakota.
—No lo hago—avisó levantado la mandíbula—ya acabe con Nicolás, solo me falta acabar con el asunto de Regan
—Se te olvida alguien Pumpkin.
—Creí que no te gustaba que te mintieran —recordó con la mirada directa en su padre—. Papá.
Arthur curvo una de sus cejas, siempre que iba a pedir algo tendía a llamarlo de esa forma, intuía que sería, no le iba a gustar.
—Ni siquiera lo pienses Pumpkin —aviso su padre con una mirada que habría echo callar a cualquiera.
—Sabes que tengo razón, es lo mejor, Anderson no se lo esperará —aviso acercándose a su padre con una mirada esperanzada—. Lo destruirás...
—Basta Pumpkin —demandó nuevamente—. Estas desvariando, nos iremos ahora. —La cogió del brazo.
No. Su padre no la obligaría a irse. Ella no era Regan. A su mellizo podía maniatar y doblegar a ella no.
—Si, estoy desvariando —chilló zafándose—. Lo quiero, lo amo. —El rostro de su padre se torno de piedra—. No pienso renunciar a él, no importa lo que hagas no lo haré.
Su padre volvió a sujetarla tan fuerte que de seguro dejaría una marca—Fui claro cuando...
—Sé como hacerlo —comenzó—. Solo dame dos días, solo necesito eso para...
—Basta Pumpkin —vociferó jalándola hacia un auto negro.
En este momento se lamento el caminar en medio de una calle oscura a mitad de la noche. No era su culpa que amará las noches estrelladas o los amaneceres.
—No podré papá, mi vida será un infierno, no quiero, no quiero volver —sollozó y en un arrebato lo abrazó.
Su padre se tensó. Sabía que no era fanático de las demostraciones publicas de afecto. Eso jugaría a su favor.
Su padre no era de piedra. Su padre tenía corazón. Talvez uno pequeño y que casi nunca utilizaba, pero tenía y eso era lo que contaba.
—Si me dejas al menos, al menos intentarlo —continuó con una voz entrecortada, se veía tan vulnerable, odiaba llorar, pero con cierta personita de piedra el llanto funcionó a lo mejor con su padre tambien—. Por favor... juro que no te arrepentirás... lo juró... no puedo... no puedo... talvez nunca te haya enamorado, pero... no tengo tu suerte papá... no me hagas miserable, si me... no fallaré, cumpliré tu venganza solo... por favor...
Por una fracción de segundo logro escuchar un suspiro de su padre. No era la clase de suspiro de frustración o irritación, ella los conocía mejor que bien. Era distinto.
—Pumpkin —la voz de su padre no salió tan dura, era una buena señal.
—Por favor... si falló volveré, no tienes nada que perder... —Más que la felicidad de tu hija, no lo dijo.
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Editado: 11.06.2022