Bien. Todo estaba listo. Solo hacia falta ingresar y todo estaría bien. No estaba nerviosa, lo que le sigue a eso. Técnicamente Jacob ya era mayor de edad y a Dakota solo le faltaban un par de meses para ello. A ella ya le habían dejado pasar. Solo restaba seguir caminado hacia el avión. Jacob tambien lo haría. Ella quiso ir junto a él. No quería separase de él. Jacob negó, si el padre de Dakota la estaba vigilando no permitiría que él subiera.
Dakota se regaño así misma por no pensar en eso antes. ¿Qué querían que hiciera? La emoción la embargo.
Pasos y más pasos. ¿Cuánta gente viajaría hacia Escocia? Hasta donde ella sabía ni siquiera un país tan lindo. Por más que buscaba con la vista un cabello rubio enmarañado no aparecía a la vista. ¿Y si se arrepintió? No. No hace más que 40 minutos habían bajado juntos del un taxi. Jacob no se arrepentiría. ¿Y si no lo dejaron pasar? Unas cuantas horas era poco tiempo para hacer una visa falsa. ¿Talvez su padre tenía a algunos de sus trabajadores haciéndose pasar por recepcionista y ahorita lo estuvieran...? No. Eso no era posible. Espabila. Tenía que enfocarse.
El plan fue verse en el avión. Aún no había llegado al avión. Talvez Jacob ya lo estuviera esperando allá. ¿Cómo no se le pudo ocurrir eso? En menos de 10 minutos llego a toda prisa a bordo. Subía cada peldaño que comunicaba el piso con la puerta del avión. Mejor hubiera llevado una maleta de mano. ¿Por qué diablos no le hizo caso a Jacob?
Bien una vez que esa maleta logro subir al avión, fue enseguida hasta los asientos. Tropezó con mucha gente, sí. Muchos le gritaron, sí. Otros la empujaron, tambien. Pero todo valió la pena al llegar a los asientos y ver que Jacob estaba... No estaba. No estaba sentado ahí. No había nadie ahí. ¿Entonces dónde estaba? ¿Dónde se había metido?
La pelirroja metió aquella maleta en un compartimento. La mayoría de pasajeros hacían lo mismo, por lo que distinguir entre tanta gente parada un brillante cabello rubio no era tarea fácil. ¿Por qué demonios no todos se sentaban de una maldita vez? No quería desesperarse, pero ¿Cómo cuando no veía al rubio por ninguna parte?
En una fracción de segundo sus labios se juntaron con los de alguien que la había agarrado de la muñeca. ¿Quién era aquel idiota? ¿Por que su beso sabía tan bien? ¿Sabía como los labios de Jacob? Oh no. Y si Jacob la veía ahora y malentendía todo. No. No permitiría que eso pase. Jamás. Como pudo trato de zafarse, su cuerpo no quería. Su cuerpo casi siempre estaba en su contra.
—¡¿Quién te...?! —su voz se deshizo al ver quien la tenía agarrada—. ¿Por qué tardaste? —preguntó saltando a sus brazos—. Te extrañe.
***
Bien, ya era de noche, faltando una hora para la media noche, por fin habían llegado. Era una mansión imponente, bastante alejada de la ciudad, casi escondida por boques y mucha vegetación. Dakota bajo primero, estar parada frente aquella mansión le puso los pelos de punta. Jacob bajo después. No parecía impresionado por el tamaño del lugar. El lugar no era lo más impresionante, lo que pasaba dentro era de lo que te tenías que cuidar.
Dakota dio un par de pasos y las rejas se abrieron. Respiro hondo, solo tendría que negociar con su padre una vez más. Ya lo había hablado con Jacob, él tendría que tener cuidado con su padre. Por suerte su rubio favorito le había dado una carta con la que podría jugar.
Ella caminaba nerviosa y con el corazón martillando. Cada pasó que daba aceleraba su pulso. Jacob la seguía por detrás. Eso la calmaba un poco, no lo suficiente, tendría que lidiar con su padre. Había negociado antes, pero esta vez era distinto. Sus sentimientos estaban demasiados comprometidos. Miró hacia donde estaba Jacob, una mirada fue suficiente para decírsele que lo esperará.
Hizo de su mano un puño y toco la puerta. Nunca se sintió tan cerca del Edén y a la vez tan cerca del infierno. Tendría que medir cada una de sus palabras. Si su padre se negaba, todo sería mucho más difícil, hasta imposible. Su padre tendría a su mereced al hijo de su enemigo, quien sabe que cosas podría hacerle. No. Si eso pasaba nunca se lo perdonaría. Ella lo había traído a la boca del lobo. Esperemos que el lobo este a dieta. Respiró con fuerza. Su mente debía estar libre, despejada y tranquila. Inhalo profundo y contuvo la respiración por uno segundos. Tenía la certeza que Jacob la amaba. ¿Qué más para tranquilizarla? Exhalo. Bien. Todo iría bien.
La puerta se abrió. Ella trago grueso y entro. Cerró la puerta y camino hasta su padre. Arthur se levanto de su silla. No se veía contento. Él la miró de pies a cabeza como si la escaneara.
—Acabo de cumplir con lo que me encomendaste —comenzó sonando segura.
—¿Con todo Pumpkin? —la pregunta no la descolocó, casi no causo nada en ella, bien, si no demostraba su vulnerabilidad todo iría bien.
—Reserve lo mejor para el final —respondió dibujándose una sonrisa en los labios color frambuesa—es su turno de ponerle el toque final padre—. Avisó acercándose.
—¿A que estas jugando Pumpkin? —La desconfianza reinaba en la mirada de su padre.
—Tu desprecias a Regan —recordó Dakota alejándose de su padre con pasos cortos por el resto de la oficina—. Lo desprecias por ser como Anderson. —Se giró para verlo a los ojos—. Sientes que es un desperdicio, un parasito que mancha tu apellido, nuestro apellido —remarco en nuestro con un tonito que por ligero que fuera, hizo sonreír a su padre.
—¿A donde quieres llegar?
—La hija de ese paracito logró volverlo más inútil de lo que ya era —contó mientras metió su mano derecha en el bolsillo de su abrigo—. Fallará, encontré esto. —Saco un volante y se lo tendió a su padre—. No es todo. —Abrió su casaca, saco un folder manila, camino hasta el escritorio de Arthur y lo colocó allí—. Planeaba mandarla a Polonia y luego ir a su encuentro —aviso mientras veía como su padre cogía el folder.
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Editado: 11.06.2022