Cómo fue que todo comenzó
Si soy sincera, como me he prometido serlo, no recuerdo cómo fue que todo comenzó. Lo poco que sé es que fui invitada a una de las glamorosas, y excesivas, fiestas que la señorita Amapola Zaragoza solía realizar.
Ama, para sus amigos, era una jovencita baja y extremadamente delgada a la cual sus padres solían dejar sola por largos periodos. Al principio, acostumbraban a contratar diferentes "niñeras", si se podía considerar niñera a una chica de tu misma edad, que debían "vigilarla" cuando ellos viajaban por trabajo. Creo que sus padres buscaban más una amiga para su hija que una chaperona.
Amapola siempre lograba convencer a sus cuidadoras de ser menos estrictas hasta el punto de que terminaban planeando fiestas en conjunto. Ella siempre seguía el mismo patrón: una vez que sus niñeras eran hechizadas con su habla, Ama les hacía creer que formaban parte de un exclusivo y selecto grupo como eran las Angels.
Si, lo se... suena absurdo. ¿Quién podría nombrar a su grupo con un nombre tan carente de sentido? Mejor hubiera sido Witch o Demons, algo que realmente dejara en claro como ellas se comportaban.
Por supuesto, yo no pertenecía a ese grupo. Mi historia con Ama era diferente... o de lo más común, según desde que punto uno elija posicionarse. Porque si algo van a aprender de todo lo que les estoy contando es que no podrán ser objetivos. O me amaran y creerán que soy una heroína, como la mitad de las personas aquí presente y allí afuera creen que lo soy.... Como ellos me ven; o me odiaran y creerán que debo ser castigada con el peor de los castigos... ustedes elegirán. Ese es el punto de que este aquí contando mi historia. ¿No?
Retomando lo que decía antes... Ama y yo nos conocimos desde kínder pero nos volvimos amigas cuando cumplimos los 8 años. Ambas nos habíamos quedado sin compañeros en la clase de gimnasia. Recuerdo que ella fue la primera en acercarse, en ese entonces ella era una niña revoltosa, que reclamaba atención constantemente, que necesitaba que le dijeran que la amaban para sentirse mejor, que necesitaba la aprobación de los demás todo el tiempo... no muy diferente a lo que es ahora. Las formas cambian, la esencia no.
Desde esa clase no nos separamos ni un momento. Sabíamos que ambas nos necesitaríamos para sobrepasar lo que nos esperaba en los años superiores. Y así fue... solíamos ser las dos mosqueteras, una para la otra y las dos para las dos, o algo por el estilo.
Con el paso del tiempo advertí que no podíamos vivir una sin la otra y eso comenzó a asustarme. Mi carácter, como verán a lo largo de mi historia, es muy calmado e independiente. No me agradan las personas absorbedoras, esas personas que todo el tiempo necesitan de alguien para vivir. Para mi todos deberíamos estar felices con nosotros mismos, aunque sé que nos fácil. Pero no deberíamos buscar en las personas que nos rodean, las cualidades de las cuales carecemos.
Los años pasaron y me volví más reservada que antes. En cambio, Ama necesitaba más amor que nunca. Por un tiempo solo cambio su forma de vestir, pero luego comenzó a hablar con otras personas y a dejarme un poco relegada. Ya no nos veíamos, en la escuela hacía como si no me conociera.
Nuestros padres preocupados, una vez por mes no forzaban a tener una "cita de juego". En ellas solíamos ir a algún lugar en el cual a ninguna de las dos nos reconocieran. Y así fue como terminamos en la tienda de discos más vieja de la ciudad.
La dueña, una anciana muy simpática de setenta años, solía dejarnos la llave para que cerraramos en su lugar y, a veces, nos ofrecía comida o algo para beber. Amaba esa tienda y creo que ella también. Era nuestro lugar en el mundo y lo habíamos conocido antes de cumplir los dieciocho, merecíamos un premio por eso. Muchas personas mueren sin saber cuál es su lugar en el mundo. Sin saber en qué lugar deberían reencarnar para ser felices en su próxima vida.
En esa tienda conocimos muchísimas bandas y allí fue donde los conocimos a ellos. Nunca olvidare ese día. Habíamos ido a la tienda como hacíamos cada mes y veíamos las novedades. Entonces Elisa, la dueña, me había comentado que esa mañana una niña le había preguntado por una banda oriental que era lo que estaba de moda. Recuerdo haber hecho un comentario sarcástico sobre que los chinos nos dominarían y nos harían sus esclavos, a lo que ella respondió con una mirada de reprobación, ya que ella era coreana. Creo que debería cuidar las cosas que digo...
Ama intervino en mi salvación preguntándole el nombre a Elisa de esa banda y ella nos mostró en su monitor de la era de piedra un video de ellos. Lo primero que me llamó la atención fue su baile. (Me gusta ver a la gente bailar, pero eso para mí era de otro mundo.) Y en ese mismo instante me percaté de que el mejor bailarín era uno de los más altos. Me enamore de él al instante, platónicamente hablando. Necesitaba conocerlo, decirle cuanto lo amaba, que si él necesitaba algo estaría allí para él. Lo sé, una locura... pero así me sentí cuando lo vi. Y sé que Ama sintió lo mismo, por otro de los integrantes, pero fue lo mismo.