Día 01 (Parte II)
La confrontación más esperada
Atravesé deprisa el elegante comedor, necesitaba enfrentarme a ella antes de que mi enojo se esfumara y la pena me invadiera. Tenía que hace que entrara en razón. Esos jóvenes no tenían porqué estar a millones de kilómetros de sus hogares contra su voluntad y ella debía entenderlo.
Al entrar al umbral pude ser testigo de una escena de lo más extraña: Amapola, que siempre acostumbraba sentarse recta y con su barbilla en alto, se encontraba recostada sobre la barra que dividía la habitación en dos, con sus ojos cerrados, mientras el señor Chan preparaba su café preferido. “Mimada” oí decir a una voz en mi cerebro.
–Señorita Macazaga–El señor Chan me dedicó una inclinación de cabeza, la cual respondí del mismo modo. Era la forma en la que demostraban respeto en su cultura–. Lamento el malentendido. Mi gente ya fue avisada, no volverán a levantar un arma hacia su persona.
–Hacia nadie–Demandé firmemente–. No son criminales… Tan solo son artistas. No saben utilizar armas, estaban aterrados y usted lo único que provocó fue más miedo. Nunca confiarán en nosotros si vuelven a hacer eso.
–En eso discrepo, señorita. Por lo que tengo entendido, el joven que ha intentado proteger con tanto desespero parece confiar en usted. O por lo menos no la asocia a la figura de secuestradora–Me dedicó una sonrisa ladina, de esas que las personas suelen hacer cuando se creen superior a uno. Me recordaba al gato sonriente de Alicia en el País de las Maravillas, pero espeluznante y en versión china.
Una poderosa sensación de impotencia me invadió. Noté cómo mis manos se cerraban en puños mientras que lo fulminaba con la mirada. Si él no hubiera estado armado le habría arrojado la sartén más cercana por su cabeza.
–Gracias, tío. ¿Puedes pedirle a tus Zhǎoyá que no vuelvan a apuntarle a mi amiga? Ella queda completamente fuera de los límites. Si algo le pasa, todo se terminará aquí. ¿Está bien?–Amapola lucía más relajada que de costumbre. Algo en el señor Chan la hacía sentirse cómoda.
–-Como usted diga. Disfrute de su café–E inclinando su cabeza una última vez, se retiró de nuestra vista.
Esperé hasta que desapareciera completamente para luego atravesar la cocina hasta llegar al refrigerador. Lo abrí, tome una botella de agua y lo volví a cerrar. Tomé asiento a su lado en la barra.
–A.M. ¿Qué estamos haciendo? No sabemos nada de secuestros y delitos–Le dediqué mi mejor mirada reprobatoria–. Tendremos demasiados problemas si se escapan. Y, asimismo, no podemos retenerlos por mucho tiempo.
--Tany, tengo todo planeado, confía en mí. Esto saldrá como siempre deseamos. Ellos no irán al servicio y nosotras podremos compartir tiempo de calidad con nuestros ídolos– La miré con la mejor expresión de tranquilidad que mi rostro podía expresar. Simulé estar tranquila y relajada, pero la verdad era que moría por dentro. La tensión me estaba matando.
–¿Cómo sucedió? ¿Quién es ese señor de origen chino que te dice sobrina? ¿Qué piensa la agencia que ellos están haciendo?– Sostuve su mirada por más tiempo del que me hubiera gustado, pero necesitaba que ella comprendiera que preguntaba seriamente y no por curiosidad.
–Cuando oí tu sugerencia ese día en la fiesta, no pensé la situación seriamente. Al otro día, por un impulso, llamé a mi tío, al cual has conocido, y le dije que tenía que secuestrar a alguien. Él es el hermano menor de mi madre y uno de los cabecillas de una de las mafias chinas más poderosas aquí en Inglaterra–suspiró–. Lo he arruinado, ¿no? Muy en mi interior sabía que esto no saldría bien-Cubrió su rostro con sus manos y se inclinó hacia delante–. Soy tan estúpida. Todos tienen razón cuando dicen que soy una idiota que no sirve para nada.
–Sabes que eso no es verdad–Me baje de la silla alta en la que estaba y me coloque detrás de ella, rodeándola con mis brazos– ¿Qué piensas hacer ahora?
–Creí que podíamos celebrar una especie de Meet and Greet para las fanáticas que se encuentren por la zona… Nos podrá ayudar con el dinero–Se volteó y me depositó sus delgados brazos sobre mi cuello–. No es que nos falte… Pero no me gustaría que unieran a mis padres con esto– Me separé muy lentamente de ella y volví a mi lugar a su lado.
–¿Estás segura de esto? Piénsalo con más detalle, esas chicas podrían denunciarnos. Y si vienen demasiados, esto podría ser un caos. Además, está el asunto de los golpes y las cicatrices que podrían dejar, exponiendo la teoría de que están aquí en contra su voluntad–Hice una pausa para evaluar su reacción y al no percibir ningún indicio de que ella no supiera de que hablaba, suspiré. Una poderosa ira me invadió. Me incorporé de un salto– ¡¿Por qué?!– Esta vez pude sentí cómo mi rostro se tornaba rojizo y sin poder resistirlo golpeé la barra con mi mano, tan fuerte que temí habérmela roto. Ella dio un respingo que casi provocó que se cayera de la silla– ¡¿POR QUÉ?!–Volví a golpear con mi mano la barra, esta vez más fuerte.