Si la muerte tuviese rostro, seguro sería el del Señor Chan enojado
Cuando llegué al vestíbulo no había ni rastros del Señor Chan o alguno de sus matones. Me dirigí a la sala de estar y allí lo encontré sentado en uno de los sofás individuales con una pequeña taza de té entre sus manos y dos matones a cada lado de su asiento. Parecía una mala imitación de El Padrino, solo que sin el habano y en versión china.
–Señorita Aitana– Me saludó inclinando su cabeza. Lo imité simplemente por cortesía–. Como verá, mi sobrina Amapola ha salido de viaje por este fin de semana. Y alguien debe encargarse de la situación que tenemos entre nuestras manos.
– ¿Y propone que sea usted el que se haga cargo de esto?– Dejé salir una carcajada sin gracia–. Luego de cómo los ha tratado, o por lo que he visto, no merece ese “honor”, si es que esto se puede considerar un honor. ¿Qué beneficio obtiene con esto?
–Realicé lo que tenía que realizar, no sacaré ningún beneficio de esto. Usted, por otra parte, deja mucho que desear. Esos jóvenes están secuestrados, esto no son vacaciones. No están aquí por su propia voluntad– Dejó la taza sobre la pequeña mesa frente a él. Era extraño, nunca había visto esa mesa allí antes. ¿Qué sucedía conmigo? Solía prestar atención a todos los detalles que me rodeaban, pero ahora… – ¿Sabe con quién intentaron comunicarse?– Mierda, intenté usar mi mejor cara de incomprensión que tenía – ¿No sé lo han dicho?– Me dedicó una aterradora sonrisa. La cicatriz de su mejilla le daba aspecto de lunático.
–Niña estúpida, ¿ni siquiera notó que le faltaba esto?– Uno de los matones del Señor Chan arrojó algo a mis pies. “No has soñado Aitana, estaba hablando en español” dijo una voz a mi mente. Si bien el matón tenía rasgos orientales, su tez era más parecida a la mía. ¿Sería latino? Aparentaba unos veinticinco años, aunque con ellos nunca se sabía qué edad tenían con certeza. Era alto y delgado, como todos, su rostro era alargado y su nariz perfecta, a pesar de estar un poco desviada. Quizás había recibido un golpe.
Me incliné para levantar mi teléfono del suelo. Al hacerlo noté que a su pantalla la atravesaba una línea de lado a lado. Sin embargo, su funcionamiento no había sido dañado.
–Lamentamos eso– El otro matón señaló la pantalla. A diferencia del anterior, este señor era más educado. Parecía realmente lamentar lo de mi celular–. Medidas drásticas– Incoó sus hombros, restándole importancia.
Este último era más alto que los demás y parecía tener músculos en los lugares correctos. Su rostro estaba redondeado y su nariz, junto con sus orejas, eran grandes. Aparentaba unos treinta años, más o menos.
–Habla por ti– Volvió a hablar en español el más joven–. Yo disfruté mucho golpeando a esos idiotas.
Mis manos se cerraron en forma de puños por un impulso. Inspiré profundamente para poder tranquilizarme. “Idiota, idiota”, repetía una voz en mi mente. “El primero en estar enojado pierde.” Esa era una de las frases que mi mamá nos repetía constantemente a mis hermanas y a mí luego de discutir con mi padre.
–¿Qué? ¿La pequeña idiota se ha enojado?– El matón joven abandonó su lugar al lado del Señor Chan para pararse frente a mí. Alcé mi rostro y lo observé cara a cara–. Tu mirada me desafía, pequeña. Ten cuidado o te meterás en problemas.
–El único que está en problemas es el neandertal que se encuentra frente a mí. Si tuvieras un poco de cerebro, lo cual sé que no es así, sabrías que una persona inteligente no tiene que recurrir a sus instintos de animales para hacerles comprender a unos jóvenes que lo que hacen está mal– Lo recorrí con mi mirada acusadora de los pies a la cabeza–. Pero no sé puede esperar mucho de alguien que es una vergüenza para su cultura, ¿no es así? ¿A cuál perteneces? ¿Eres chino o latino? ¿Eres realmente aceptado por alguna de ellas? Yo creo que...– No pude concluir mi frase porque una mano voló hacia mi mejilla izquierda, provocando que la comisura de mi labio doliera– ¿Pero qué…? –En el momento en que me iba a abalanzar sobre su persona, el otro matón me tomo ambos brazos y me retuvo.
–Gòule (够了)– La voz del Señor Chan, seguida de un disparo al aire, provocó que todos nos quedáramos petrificados en nuestras posiciones–. Hemos oído suficiente. Ming, sabes que ella está prohibida. Al regreso de Amapola, discutiremos tu castigo–. Se volteó para observarme –. Y usted… Sí que sabe dónde golpear a las personas. ¿No es así?– Entonces me percaté de lo que había dicho. No lo lamentaba, pero el Señor Chan tenía razón, sabía dónde golpear cuando me sentía acorralada–. Se quedarán en el sótano hasta que la señorita Amapola regrese. En ese momento, y solo en ese momento, sabremos qué hacer con usted– Comenzó su retirada, pero, al parecer, se dio cuenta de que se había olvidado de algo–. La señorita Amapola me ha comunicado su idea del… ¿Cómo lo ha llamado ella? ¿Meeting? Con niñas fanáticas. He estado de acuerdo con ella que es una buena oportunidad para obtener el dinero que pronto comenzará a escasear. Espero que al momento de la votación, se una a nosotros– Y diciendo esto se retiró de la sala donde nos encontrábamos.