Estocolmo

Día 28 (Parte II) / Día 43 (Parte I)

Todo lo que sube, tiene que bajar

Dancer se encontraba ante mí con la preocupación reflejada en sus ojos. Inspiré hondo y negué con la cabeza. Entonces oí un jadeo y vi cómo el nuevo matón provocaba un corte en Joker.

Sintiéndome entre la espalda y la pared, me acerqué a él gateando, ya que los zapatos no me permitían ponerme de pie, e intenté liberarlo de sus cadenas con la llave de mi cuello.

—No —Amapola chasqueó la lengua contra su paladar—. No haremos que sea tan simple para ti —Negó con una escalofriante sonrisa en su rostro—. Por ahora no lo podrás liberar. Luego ya veremos…, y se sexy, por favor…

Armándome de valor, me acerqué lenta y torpemente hacia él. Hacía años que estaba fuera de práctica. Eso era humillante. Sentí cómo mis mejillas se sonrojaban mientras me colocaba a horcajadas sobre él. Me sostenía con mis rodillas contra el suelo.  

Me incliné hacia adelante. Nuestras miradas se encontraron. Su respiración se volvió entrecortada. Sentía que el calor comenzaba a invadir mi cuerpo. Los vellos de mis brazos se pusieron en punta.

—Lo siento. —Susurré a la vez que deslizaba mis manos por sus mejillas y me inclinaba para acortar la distancia que nos separaba. 

Al principio, nuestros labios se unieron a la vez que nuestros ojos se cerraban. Era un beso casto, sin pasión o adrenalina. Decidí profundizarlo deslizando la punta de mi lengua por el borde de sus labios. Dancer comprendió al instante mis intenciones y me dio la libertad de que utilizara su cuerpo como quisiera. Podía sentir cómo se dejaba llevar por mi beso.

La habitación comenzó a dar vueltas. Nuestros cuerpos ardían por la adrenalina que generaba nuestro contacto. Necesitaba más, mucho más.

Deslicé mis manos desde su cuello hasta su firme pecho. A través de la fina tela de su playera, era capaz de sentir el rápido latir de su corazón en la palma de mi mano. Esto provocó que un cálido espasmo recorriera mi espalda. 

Mis manos siguieron su camino hasta el borde de su prenda superior[MS1]  y las sumergí por debajo, donde me encontré con la suave piel de su abdomen. Mariposas revolotearon por mi estómago ante tan magnífica sensación.

De pronto, Dancer flexionó sus rodillas impulsando mi cuerpo levemente contra su pecho, quedando sentada sobre su… No lo diré, pero creo que se imaginan a lo que me refiero. Dios, no puedo hablar de nuestro primer beso sin sentir calor, mis mejillas se sonrojan.

Como decía… Dancer comenzó a responder al intenso beso. Oí el ruido de las cadenas seguido de pequeños jadeos. Quería soltarse y descubrí que me encontraba deseando sentir sus manos sobre mí.

Alejé mis manos de su abdomen, despidiéndome momentáneamente de sus perfectos abdominales, para tomar la llave de mi cuello. Mi corazón latía aceleradamente. Mis manos temblaban ante todo lo que estaba sintiendo. Una vez que obtuve la llave, las deslicé seductoramente desde sus hombros hasta sus muñecas. El movimiento provocó que me viera más presionada a toda su anatomía, a lo que respondió con otro jadeo. 

Al sentir sus manos libres, se sentó correctamente llevándome con él. Me encontraba sentada y acorralada sobre su regazo, junto a las palmas de sus manos sobre la base de mi cuello y sus rodillas en mi espalda. Estas muy lentamente fueron hasta mi mentón. Esta vez fue su turno de sostenerme por mis mejillas. No sentí dolor en la mejilla lastimada, era extraño, pero en ese momento no me importó.

Mis dedos se escabulleron hacia su cuello. Estiré mis brazos sobre sus hombros y entrelacé mis manos detrás de su cabeza sin tocarla. Él, por su parte, se deshizo del lápiz que sujetaba mi cabello dejándolo caer libre a nuestro alrededor. Una de sus manos tomó uno de los mechones y lo colocó detrás de mi oreja. Ante tal muestra de ternura, lo besé con más avidez.

Comencé a moverme. Sus curiosas manos se posaron sobre mi espalda presionando levemente con el objetivo de que nos uniéramos más. Como si eso fuera posible.

Mis labios se separaron de los suyos para trazar un camino de besos hasta el lóbulo de su oreja. Lo tomé entre mis dientes, mientras lo acariciaba muy levemente con ellos. Tengo una debilidad por esa zona a la hora de las caricias, y esa vez no sería la excepción. Era capaz de sentir cómo daba un respingo a la vez que volteaba su cabeza para besar mi cuello. 

Fue su turno de trazar un rastro de pequeños besos sobre mí. Descendió desde la parte superior de este hasta mi escote. Mi espalda se arqueó, ofreciendo mi cuerpo a sus bienvenidas caricias. Pude ser capaz de sentir sus labios sobre la piel del centro de mi pecho. Allí donde se sentía el latir de mi corazón, depositó un húmedo beso, lo que generó que mi poca cordura desapareciera.

Aparté su rostro de esa zona para volver a asaltar sus labios. Dios, ese hombre generaba en mi cuerpo miles de sensaciones que jamás había sentido. Todo aquello era nuevo para mí por la magnitud de las emociones que se hacían presentes en ese momento.

Me volví a inclinar y pude oírlo gemir. Entonces, cuando estaba a punto de comenzar a quitarle su camisa, oímos que una voz a lo lejos gritaba algo. Solo era consciente de sus manos sobre mi piel.

De improvisto, otras manos se acercaron a mí jalándome y apartándome de sus brazos. Una fría brisa recorrió mi cuerpo. Me estremecí mientras abría mis ojos, sorprendida.

—Ven aquí —Observé a mi alrededor: Ming se encontraba sonrojado, al igual que la mirada de los allí presentes. Amapola me fulminaba con la suya, mientras que el nuevo matón, que me sostenía por la cintura, me depositó en el suelo—. ¿Quién diría que esta ratoncita de biblioteca tendría ese lado salvaje? —Colocó su dedo índice debajo de mi barbilla para alzar mi mirada—. Creo que te llevaré a mi habitación en este momento. Mierda nena, nos has puesto…

Dancer se incorporó, interponiéndose entre nosotros a la vez que lanzaba un certero puñetazo hacia el rostro de mi captor. Luego dijo algo en coreano, lo cual nadie me tradujo. El matón se rio y le respondió en el mismo idioma, sin mostrar algún indicio de tomar represalias por el golpe con el que Dancer había conseguido que su ceja se partiera. Para nuestra sorpresa, lo tomó del brazo y volvió a encadenarlo, sin procurarle ningún daño.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.