Estocolmo

Día 024 (Parte II)

El huracán se aproxima

Amapola seguía demasiado a su tío. Ella hacía todo lo que él le decía. Pero cuando el gato se va, los ratones festejan. Y nosotros éramos unos ratones muy listos. No nos rendiríamos tan fácil. 

A.M. era influenciable hasta el punto de que las personas solían manipularla. Odiaba ser una de esas personas en su vida. Sin embargo, necesitábamos que ella notara por sí sola lo que ocurría. Todos teníamos la esperanza de que la banda fuera capaz de lograrlo.

Pero no me adelantaré a los hechos… Ese día, como ya he dicho, tenía una reunión junto a el señor Mason para conversar sobre mi tesis. Era muy importante hallar un tema en el cual me sintiera cómoda y pudiera sostener una investigación sobre él. 

Al llegar al despacho del señor Mason, su anciana asistente me comunicó que se encontraba enfermo, por lo cual no iría a trabajar por un tiempo. Era extraño ya que Mason jamás se enfermaba, aunque todo podía pasar.

En el camino hacia los dormitorios, Elián me interceptó. Le sonreí divertida mientras él tomaba mi brazo y me jalaba hacia una de sus clases. Parecía muy ansioso por mostrarme cómo eran.

Tres veces por año, la carrera de traductorado solía realizar clases donde todos los alumnos que se encontraran estudiando otras disciplinas pudieran participar de sus clases y ver cómo se desenvolvían.

Esta vez, la clase se denominaba “Cómo aprender coreano básico”. Por lo cual, Ell había creído que sería fundamental que asistiéramos. Otro de los motivos era que la clase seria dictada por su profesora favorita en todo el campus y no quería perdérsela. Como así también deseaba que la conociera.

—Eli, detente. Perderé el brazo si lo sigues jalando de esa manera —Lo oí reír. Abandonó mi brazo para en su lugar ofrecerme su mano. La tomé con gusto, pero no me esperaba que entrelazara nuestros dedos. No me malinterpreten… Elián no solía ser una de esas personas que entrelazara sus dedos a menos que estuviera enamorado de su compañero. Y dado que era una mujer, su accionar me pareció sospechoso.

—¿Sucede algo? —Negué con la cabeza a la vez que rodeaba con mi mano libre el brazo que me sujetaba la otra—. Bueno, entremos.

Lo seguí hasta la entrada. El salón se parecía a un anfiteatro. Los asientos estaban puestos de manera que parecieran gradas para que todos los allí presentes pudiéramos oír mejor.

Ell me guió hasta nuestros asientos para luego colocar una de sus manos en el respaldo de mi asiento. Entonces me percaté de que todas las miradas estaban sobre nosotros. La mayoría de sus compañeros eran mujeres y todas susurraban cosas entre ellas.

Incluso la profesora, que recién acababa de hacer su entrada cargada de diversos libros, nos observó sorprendida. Definitivamente ese hombre no me había llevado a esa clase para que aprendiera coreano.

Dirigí una mirada hacia mi acompañante. ¿Qué estaba sucediendo? ¿Esas chicas no sabían que Eli era gay? No me sorprendía. Cualquier mujer que lo viera querría ser la dueña de su corazón. Eli podía competir con Dancer en cuanto a belleza. Las personas solían creer que era hermano de Amapola por su parecido y por lo hermosos que eran. Cuando los veían juntos, todos creían que algún parentesco los unía, pero simplemente eran malditamente perfectos y ya.

—No creo que salga con ella. Es horrenda. ¿No la has visto? —Ambos fuimos testigos de cómo una de las jóvenes que se encontraban debajo de nosotras le susurraba estas palabras a su amiga.

—Que desperdicio —Respondió su amiga con una mirada triste.

Las fulminé con mi mirada para luego  mostrarleuna de mis peores miradas inquisitivas a él. En respuesta, Elián tomó mi rostro entre sus manos y se inclinó hacia mis labios. Pude sentir su dedo pulgar sobre ellos a la vez que depositaba su beso sobre este. 

Instintivamente cerré mis ojos y fingí disfrutar ese falso beso. ¿Por qué de pronto todos los chicos que había deseado en algún momento de mi vida en menos de una semana me besaban falsamente? ¿Estaría por morir? ¿Mi ángel protector habría notado que era una buena persona y me había regalado esos momentos para torturarme? Porque si de algo estaba segura, era de que esos momentos no eran para nada como los habría soñado. 

Admito que cuando conocí a Elián caí enamorada por él en ese instante. Sus ojos azules, su cabello rubio perfectamente cortado, su perfecta sonrisa que hacía que te sintieras en el cielo, esa esplendida y exquisita risa… Elián Baker era el príncipe encantador con el que cualquier mujer, y algunos hombres, soñarían. ¿Lo peor? Él era consciente de ello. Por esa razón no admitía su homosexualidad abiertamente ante todo el mundo. Él disfrutaba de la atención que las mujeres le brindaban.

Nos separamos mientras oíamos cómo la profesora se presentaba ante todos los atónitos alumnos que habían presenciado la escena. ¿Eso que oía en su voz era ira reprimida? ¿Qué sucedía allí? Realmente Eli me debía una explicación.

En cuanto a la clase… fue la muerte. Elián me había llevado a una de sus clases avanzadas, por lo que no lograba comprender nada de lo que la profesora decía. Sumado a que él no dejaba de murmurar idioteces. odio la sensación del aliento de otra persona en mi oído. Había situaciones en las que la saliva de mi interlocutor quedaba allí. Diu… no, gracias. De solo pensar en el aliento de una persona sobre mi oreja me genera repulsión.

Intenté con mis mayores esfuerzos retener un escalofrío cuando él se separó de mí. Eso era una tortura, debería saber que nada era gratis en esta vida. El mal karma me estaba haciendo pagar mis deudas por rechazar a Angel Face el día anterior. De eso estaba segura.

Al finalizar la clase nos apresuramos a salir de allí. No sé de qué huíamos, pero seguro no sería nada bueno. Elián rodeaba mi cintura con su brazo protector, como si temiera que alguna loca saltara a golpearme. No era un idol por lo que no compendia tal preocupación, hasta que la oí.




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