Estocolmo

Día 52 (Parte II)/Día 53 (Parte I)

Y por esto odio las fiestas…

Aparqué el coche de Cala lo más cerca que me fue posible de la entrada y envié un mensaje a Mason para indicarle que ya había llegado junto a la dirección en la que me encontraba. Por alguna extraña razón, minutos antes de que me montara en el coche me había enviado un texto pidiéndome que no hiciera mi aparición en la fiesta sola. Cada vez el comportamiento de Mason se me hacía más y más extraño. Y si pensamos como terminamos ahora…

El señor Mason tardó tan solo cinco minutos en arribar a donde me encontraba. Sin esperar a que me abriera la puerta, me subí al auto saludándolo. Él me dio la bienvenida con una inmensa sonrisa.

—Hoy luces espléndida —Dudó por un instante para luego agregar—. “Radiante”... te queda mejor —Le obsequié una mirada atónita. Había algo que no terminaba de comprender de Mason… Él me pedía que nuestra relación fuera estrictamente profesional; sin embargo, tenía momentos en los cuales él mismo rompía con nuestro acuerdo. Y en esos momentos era cuando no sabía cómo reaccionar. Admito que siempre solía olvidarme de nuestros acuerdos, ya que deseaba dejar explícito que con todo ese tiempo pasado ya lo consideraba como un amigo. En ese entonces, quería bromear, salir de esa situación con un chiste elegante que nos hiciera restarle importancia a lo dicho, pero nada acudía a mi mente—. ¿Te han comido la lengua los gatos?

—Disculpe, pero me ha sorprendido. Gracias por el halagador y sorpresivo comentario —Le sonreí con sinceridad—. ¿Vamos?

—¿Cuál es la prisa? —Mis ojos se abrieron como platos— ¿Irás a algún lado luego de la fiesta? ¿O te has vestido así para esta ocasión?

—Tengo un compromiso luego de esto —No le admitiría que mi compromiso era fallecer en mi cama simulando que los miembros de la banda estaban conmigo para no sentirme sola. Antes muerta que confesar eso—. ¿Vamos? ¿O acaso quiere ir a otro lado y así evitar algo?

—Creo que ha sido una mala idea invitarte —Suspiró encendiendo el coche—. Eres demasiado perceptiva e inteligente… Te encontrarán encantadora.

En ese instante no sabía a quiénes se refería, pero me entusiasmaba la idea de que por un momento alguien en la fiesta quisiera fraternizar conmigo. Así, cuando Mason tuviera que ir a conversar con algunos de sus colegas, no me aburriría. 

De pronto, me percaté de que él me hablaba como si de una persona molesta se tratara. Era raro, pero parecía como si ya no me quisiera allí. Y por alguna extraña razón, eso provocaba que mis deseos de llegar a la fiesta aumentaran. ¿Qué intentaba ocultar? ¿De qué se trataba? Definitivamente había algo que no quería que supiera y mi persona curiosa interior se despertó. Lo cual era mal indicio, ya que siempre que el insecto de la curiosidad se inserta bajo mi piel, suelo comportarme de una forma muy infantil y hasta que no logro lo que me dispongo, no desisto. ¿Qué puedo decir? Soy curiosa desde que llegué a este mundo.

El corto trayecto desde el lugar donde había aparcado el automóvil de Cala hasta la residencia donde se realizaría la fiesta, fue demasiado silencioso. Mason rechazaba cualquier intento de conversación que buscara generar. Él estaba pensando algo y no podía resistir la necesidad de saber qué pensamientos lo podían tener tan callado.

El lugar en el cual se realizaría la gran gala era una inmensa casa antigua que se encontraba rodeada de grandes prados a las afuera de la ciudad. Esa zona se caracterizaba por sus grandes mansiones y los inmensos espacios verdes que las rodeaban. 

Al intentar traspasar la gran verja que separaba los jardines de la calle principal, un hombre muy elegante, que vestía un impecable esmoquin, nos cortó el paso. Se acercó a la ventanilla junto a Mason para luego golpearla con uno de sus nudillos.

—¿Me permite su invitación, señor…? —El guardia de seguridad se interrumpió al ver a Mason sonreírle—. Señor, buenas noches. Disculpe, no he reconocido su automóvil. Adelante, pase —Ambos se sonrieron asintiendo con sus cabezas.

¿Qué sucedía allí? ¿Por qué el guardia trataba al señor Mason como si trabajara para él? Le dediqué una de mis miradas inquisidoras mientras conducía hacia la puerta de entrada de la mansión. 

—Aguarda a que entremos, todas tus preguntas serán resueltas —Soltó de improvisto a la vez que detenía el carro en la entrada para que un valet lo aparcara. 

Era una fiesta demasiado lujosa para mi gusto. Me apresuré a descender del automóvil; sin embargo, Mason aceleró su paso y abrió la puerta del copiloto para mí. Comencé a sentir cómo me invadía una extraña sensación. Nunca me había gustado que me trataran como a una princesita mimada e incapaz de realizar hasta la tarea más absurda del mundo, como es abrir una puerta. 

Me incorporé a su lado sin realizar ningún comentario al respecto. No tenía sentido hablar sobre el tema. Sería la única situación en que él realizara eso. La voz de mi mente hizo su gran aparición acotando: “Si hubiese sido Dancer quien te permitiera bajar como una reina, hubieses observado con otros ojos el gesto… Admítelo”. Negué con mi cabeza, borrando ese insólito pensamiento. A veces, mi mente cobraba vida y provocaba que mi imaginación traspasara lo imaginable.

—Créeme, esto se pondrá bueno —Mason colocó su mano en mi espalda baja mientras se inclinaba hasta mi oído para susurrar estas palabras en un acto íntimo. Sentí cómo el rubor comenzaba a cubrir mis mejillas.

Él simplemente comenzó a empujar levemente mi cuerpo con su mano, provocando que caminara a su lado. Cuando ingresamos a la residencia, se apartó de mí, marcando distancia entre nosotros.

Ambos caminamos hasta un amplio salón donde se encontraban largas mesas repletas de cualquier comida que fueran capaz de imaginar. La sala estaba colmada de personas que conversaban muy intensamente entre ellos. Se oían risas por todos lados. 




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