Definitivamente debo pensar antes de actuar
La amplia espalda de Dancer, junto a una gran nube de vapor, me daba la bienvenida al ingresar a la habitación. De pronto, era capaz de sentir cómo la presión en mi corazón desaparecía para pasar a galopar como si fuera una fiera salvaje.
Al verlo voltearse pronunciando algunas palabras en su idioma natal, me cubrí mi empapado rostro a la vez que cerraba mis ojos. Definitivamente era una idiota, idiota, idiota.
—Lo lamento. En verdad lo lamento —solté sin esperar que intentara traducir lo que había dicho. Era capaz de observar, por el espacio que mis dedos habían decidido dejarme para espiarlo, cómo se cubría con otra toalla su torso, imitando a una mujer que había sido descubierta desnuda.
—Eres tú —Lo oí pronunciar conteniendo el aire. Entonces arrojó la toalla de regreso al sitio de donde la había tomado y afirmó la que rodeaba su cintura en su lugar—. ¿Necesitas algo?
No sé qué era lo más sorprendente: oírlo pronunciar bien esas palabras en inglés, habiendo sido sorprendido, o el hecho de que solo por ser Tany no sintiera necesidad de cubrir su torso… ¿Acaso quería que lo viera? ¿Él deseaba alardear delante de mí como si fuera un pavo real moviendo sus plumas? ¿Realmente habíamos llegado a ese punto?
Cuando sentí esas preguntas invadir mi mente, comencé a percibir cómo el ambiente se volvía cada vez más y más tenso. Podía sentir el característico calor invadirme a la vez que las mariposas de mi estómago eran asesinadas por bolas de fuego que descendían por mi columna vertebral. Por favor, necesitaba que alguien abriera una ventana. El ambiente era sofocante.
Volví a cerrar mis ojos, sintiendo más lágrimas escaparse por ellos, para luego darle un largo sorbo a mi cerveza. El frío líquido en contraste con mi cálido cuerpo comenzó a generar maravillosas sensaciones que provocaron que mis mejillas adquirieran un fuerte tono rojizo.
—¿Qué sucede? —Oí sus pasos acercarse hacia mí. Acto seguido, colocó una mano al costado de mi cabeza para arrebatarme mi lata de las manos, y luego terminársela de un sorbo. Mis ojos estaban como platos ante tal sensual acto. Debería ser ilegal que se le permita realizar ese tipo de acciones enfrente de alguna mujer. Podía sentir mi cuerpo arder. De pronto me sentía sedienta—. ¿Hola? —Su voz sonaba ronca. No era capaz de atreverme a desviar mi mirada hacia abajo para comprobar si las alocadas ideas que comenzaban abarrotar mi mente eran ciertas.
—¿Piensas que tu brazo allí me detendrá? ¿Realmente? No creas todo lo que ves en los dramas. Por cierto, mala imitación —Me mofé de su intento de acorralarme, simulando encontrarme entera, cuando la realidad era que en mi interior estaba temblando. Él es el único capaz de generar estas cosas en mi cuerpo. De improvisto, soltó la lata vacía sobre el lavamanos que se encontraba a escasos metros de nosotros, con el fin de colocar su otro brazo al otro lado de mi rostro. Deteniendo así cualquier intento impulsivo de escape—. Oh, ahora me encuentro acorralada. ¿Qué haré? ¿Qué será de mí? —Comencé a reír ante mi broma, colocando mis manos a ambos lados de mi rostro, simulando sorpresa. La verdad era que se trataba de una risa nerviosa y, al parecer, él supo cómo leerla.
—¿Qué sucede? ¿Tienes miedo? —Juntó su cuerpo más al mío. Fui capaz de sentir toda su anatomía hasta que se apartó tan rápido como se acercó. Comencé a notar mi ropa húmeda por el vapor del baño. ¿O sería por otra cosa?
Me deslicé hacia abajo para apartarme de la mala prisión que había intentado crear. Sin tener intención, rocé con mi muñeca derecha su ardiente torso y con el dorso de mi mano izquierda su entrepierna. No me obligarán a decir qué fue lo que sentí allí. Ustedes saben qué quiero decir.
Comencé a dirigirme hacia el lavamanos cuando sentí que unos delgados pero fuertes brazos se deslizaban sensualmente por la zona baja de mi espalda hasta unirse en mi vientre y así atraerme a su cuerpo. Me volteó y, como acto reflejo, coloqué mis manos sobre la suave piel de su musculoso pecho, que ardía debajo de mis frías palmas. Esa fue la primera vez que vi uno de sus tatuajes. Había comenzado a pensar que los rumores acerca de ellos eran falsos.
Sus heladas manos comenzaron a deslizarse por debajo de mi suéter, proporcionando delicadas caricias por debajo de él. Espirales de sensaciones se desprendían de ellas. Podía sentir cómo la piel en todo mi cuerpo se crispaba.
Como respuesta, coloqué una de mis manos sobre mi nuevo descubrimiento, acaricié la zona muy levemente. A sabiendas que ello provocaría que una corriente eléctrica naciera allí para recorrer todo su cuerpo.
—¿Qué es lo que causas en mí? —Al decir esto, sus ojos se clavaron sobre los míos. Eran marrones, pero el producto de su deseo incontrolado provocaba que parecieran negros. La atracción era mutua y no se podía negar.
—Dancer, ¿tienes fiebre? —Toqué con una de mis manos su frente, se encontraba demasiado caliente—. Creo que…
No pude terminar mi frase. Dancer acortó la distancia que nos separaba colocando sus labios sobre los míos. El beso era delicado. Sin pasión… Simplemente me estaba dando uno de sus típicos besos. No creía que realmente ellos consideraran eso como un beso. Pero al ser la primera vez que él se animaba a tanto, sentí cómo un escalofrío de placer me atravesaba la espalda.
Sin desperdiciar más tiempo analizando que sería correcto que hiciera en ese momento, entrelacé mis manos en su nuca para así tener un buen acceso a su boca. Entreabrí mis labios y luego profundicé su unión.
Ese hombre sí que aprendía rápido. Al encontrarse con mis intenciones, él no me siguió la corriente, como había sucedido en nuestro primer beso. Decidió tomar cartas en el asunto haciendo que su lengua iniciara una guerra con la mía.
Creo que hasta ese momento nunca había sentido tal descontrol de mi cuerpo, que respondía a sus caricias como si fuera él su dueño que hacía tiempo estaba esperando. Me sentía traicionada por esa parte de mí misma que no deseaba apartarlo de mi lado.