Help, I need somebody
Lo que estoy a punto de contarles requiere de su total atención. No tomen lo sucedido como un hecho irracional, todo tiene un porqué en este relato. Lo que ocurrió era un plan maestro de un completo demente que nos había capturado como un grupo de inocentes niños perdidos. Pero quizás nuestra hada, que se suponía que debía guiarnos hasta el final, había decidido ignorar su instinto para abandonar a Peter Pan y los niños perdidos a la merced del viejo tirano Capitán Garfio. O eso era lo que habíamos decidido creer por aquel entonces.
Había pasado una semana de la gran fiesta que Ama planeó. Había sido un éxito, lo cual provocó que ella se posicionara en uno de los peldaños más altos del podio de fanáticas reconocidas. Su móvil sonaba a todas horas. De pronto, su popularidad se había elevado hasta las nubes.
A.M. estaba acostumbrada a estas cosas. Solía sucederle luego de realizar una de sus extravagantes fiestas de cumpleaños, pero nunca la había visto tan feliz como en aquella ocasión.
Retomando la situación que debo narrarles: era viernes por la tarde y como mis clases habían finalizado temprano, decidí acudir a la biblioteca para obtener material para mi tesis.
Amo recorrer las bibliotecas. Pasear por sus silenciosos pasillos observando todos los mundos que podrías recorrer con solo tomar uno de los soportes de papel y pegamento en donde se encuentran plasmados. Ver cómo su creador decidió que debía captar tu atención a través de la representación de su portada. Permitir que tus manos vaguen por las diferentes páginas sintiendo cómo tus dedos se deslizan por la suave superficie manchada de tinta…
Estaba en mi pequeño paraíso personal. Amaba acudir allí cuando necesitaba información adicional para algunos de mis trabajos. La universidad posee unas de las bibliotecas más ricas en información de todo Londres.
Me encontraba sentada en una de las mesas, rodeada de libros abiertos en capítulos estratégicos que podían serme útiles en el momento en que todo sucedió.
De improvisto, una persona se sentó frente a mí. Sin quitar mi mirada de mis anotaciones, pude sentir cómo mi cuerpo cobraba vida: una sensación abrasadora me invadió. Hasta aquel momento, solo era capaz de sentirme de ese modo cuando Dancer se encontraba a mí alrededor. Pero eso era una locura, él se encontraba encerrado en un sótano, ¿no? ¿Por qué estaría en una biblioteca universitaria? A menos que algo malo hubiera sucedido con sus compañeros, o… quizás… no, me negaba a creer lo que estaba pensando.
Asustada, alcé la vista a mi compañero de mesa y, al hacerlo, mi mundo se derrumbó a mis pies: la persona frente a mí lucía una amplia chaqueta negra, unos jeans acompañados por unas botas aptas para la nieve y una visera que cubría parte de su rostro. Para la zona de la boca y la nariz llevaba un cubre bocas negro.
Dancer se encontraba sentado frente a mí, su ropa de color negro lo hacía parecer más atractivo pero, a la vez, amenazante. Sentía mi sangre huir de mi rostro, lo que generaba que la habitación comenzara a dar vueltas. Me aferré con todas mis fuerzas al borde de la mesa, aprisionándola con mis uñas al tiempo que cerraba mis ojos con la misma intensidad.
—He estado buscándote por un largo rato —Deslizó sus gélidas manos sobre las mías para lograr que dejara ir a la tabla de madera donde estaba aferrada como un gato que no deseaba tocar el agua—. Necesito que me acompañes. Todo estará bien.
—No eres real. Esto no es real —Fue lo primero que fui capaz de decir al oír sus palabras.
Podía sentir sus pulgares trazando círculos lentamente sobre el dorso de mis manos. Eso era real. Dirigí una rápida mirada a mi alrededor. Noté que en la habitación solo se encontraban dos personas más, sumergidas en sus libros, ajenas a todo lo que sucedía en mi interior.
—¿Qué haces aquí? ¿Por qué hablas tan bien inglés? ¿Qué sucede? He muerto, ¿verdad? Tú eres la representación que el ángel de la muerte ha decidido usar para que confíe en él, ya que sabe que estoy perdidamente atraída a ti. O peor aún, ambos hemos muerto y me has venido a buscar para que vaya contigo. O siempre estuvimos muertos y no lo sabía. O tú siempre has estado muerto y eres un personaje que mi imaginación ha creado para no sentirme tan sola. O… —No fui capaz de continuar al sentir sus labios sobre los míos.
Dancer se había despojado de su cubre bocas, lo sostenía con una de sus manos y se inclinaba hacia delante sobre algunos de mis libros para así unir sus labios con los míos. Percibía el temblor de mis manos, sumado a la ya conocida corriente eléctrica cobrando vida en mi cuerpo.
Al alejarse de mí, volvió a colocarse el cubre bocas, negando con su cabeza. Comprendí que no había entendido nada de lo que dije. Lo que me serenó, ya que había dicho locuras en mi desvarío. Aún hoy me siento avergonzada de eso.
—Necesito que vengas conmigo —Repitió como si fuera una línea de un guion que estuviera interpretando. Dancer no comprendía qué significaban aquellas palabras, alguien le había ordenado que las dijera al encontrarme.
Tomé mi móvil para utilizar el traductor.
—¿Qué sucede? —pregunté sintiendo que el pánico volvía a hacerse presente en mi voz.
—No lo vuelva más difícil, acompáñeme, por favor —Al oír la traducción de sus dichos en coreano, quedé atónita. ¿Realmente aquél era Dancer?—. Vamos —Y diciendo esto, jaló de mi mano para que lo siguiera.
Apresurada, tomé todas mis pertenencias y apilé los libros en una de las esquinas de la mesa. Sabía que el bibliotecario no estaría muy conforme con mi forma de “mantener el orden”, pero era una emergencia.
Dancer jalaba disimuladamente de mi muñeca para indicarme que lo siguiera. Me guiaba hasta la salida más cercana en el momento en que alguien nos interceptó, llamándome por mi nombre. Mi captor entrelazó nuestros dedos a la vez que me arrebataba mi bolsa para cargarla por mí. ¿Qué sucedía allí?