Estocolmo

Día 81 (Parte II)

Cuando lo inesperado sucede (x2)

Nos encontrábamos en el medio de la habitación. El único foco que la iluminaba se alzaba sobre nuestras cabezas, convirtiendo nuestro entorno en sombras tenebrosas. Armándome de valor deposite mi mano sombre su pecho para luego hacerla descender sobre su torneado vientre. Podía sentir como el intenso calor, que creía haber dominado, comenzaba a gobernarme otra vez.

Nuestras miradas se encontraron. Sus ojos color chocolate comenzaron a tornarse negros por la pasión a la vez que sus irresistibles labios se curvaban en una provocadora sonrisa. Ese hombre debería tener prohibido observarme de esa forma.

Sin poder resistirme me coloque en puntillas y acorte la distancia que separaba a nuestros labios. Presioné levemente los míos contra los suyos percibiendo como se tensaba. Luego toque su frente con mi mano libre.

—La fiebre sigue elevada. Tendrás que tomas un baño frío—me aparte de su lado, sin embargo, él tenía otras intenciones.

—Vendrás conmigo—y pronunciando estas palabras comenzó a besarme apasionadamente.

No creía que fuera capaz de besar de esa forma. La batalla se había desatado. Mis ojos se cerraron como un acto reflejo mientras que mis brazos le rodearon su cuello permitiéndome sentir como su piel ardía bajo mis caricias.

Sus manos se deslizaron hasta capturar el borde de mi sudadera. Una de ellas se sumergió debajo de esta para acariciar la curva de mi cadera. Ese leve roce provocó que quisiera cometer la locura de despojarme de esta prenda por él.

Comenzamos a caminar sin rumbo fijo por la habitación hasta que mi trasero se topó contra la encimera del lavabo. Sus manos abandonaron su sitio con propósito de ayudarme a subir sobre esta.

Él tomó su lugar entre mis piernas y sin dudarlo me arrebató mi sudadera para dejarla caer hacia el suelo. Mis ojos se abrieron al sentir el repentino contraste entre el gélido ambiente y mi cuerpo ardiente.

Al ver su mirada de deseo sabía que no podría negarme a cualquier cosa que me pidiera. Ambos necesitábamos finalizar con aquella tensión que nos rodeaba a cada minuto cada vez nos encontrábamos en la misma habitación.

Muy en mi interior esperaba que continuara. Si nos deshacíamos de esos sentimientos podría, cuando fuera el momento, alejarme de él sin que ninguno resultara herido. Pero, para eso… debíamos…

Continuaré con mi relato: como ya he dicho, me encontraba con el cuerpo sexy de Dancer entre mis piernas. Era capaz de sentir su deseo aprisionado contra sus pantalones. Debía ayudarlo ¿No creen?

Deslicé mis manos por su torso desnudo. La suave piel era como la seda, fina, suave, delicada al tacto. Sonreí ante su mirada de asombro en el instante en que mis manos liberaron el botón de sus vaqueros.

Lo rodeé su cintura con mis pantorrillas a la vez que comenzaba un delicado camino de besos desde su cuello hasta su torso donde descendí lentamente asegurándome de cubrir toda su piel expuesta. Podía oír como daba respingos de vez en cuando o como contenía el aliento para luego dejarlo huir en forma de jadeos.

Mi piel se encontraba en llamas. Con cada una de sus respuestas podía ser capaz de sentir como los grados de la habitación aumentaban. No nos importaba que del otro lado de la puerta se encontraran siete personas que podían irrumpirnos en cualquier instante.

Al pensar en eso, aparté mi boca de su cintura delicadamente. Una sonrisa ladina conquistó mi rostro al ver la frustración reflejada en el suyo. La pequeña en mi interior daba brincos de alegría al comprender que se encontraba bajo mi merced.

—Debo encender l-la ti-tina—susurré entrecortadamente mientras apartaba mis piernas de su cuerpo con el fin de poder dirigirme hacia la segunda parte de aquel cuarto de baño.

Me aparté con prisa y abrí el grifo permitiéndole al agua salir libremente con el propósito de llenar la tina. Al voltearme pude percatarme que Dancer se encontraba recostado sexymente sobre el marco de la arcada sonriéndome.

—¿Qué es gracioso? —Se acercó a mí, colocó sus manos en mi cintura para luego comenzar a besarme otra vez. Impuse una pequeña distancia entre nosotros y así recuperar el aire que de pronto me faltaba—. Creo que mejor será dejarte solo.

Me alejé de él, sin embargo, al comenzar a caminar hacia la puerta me tomo de la muñeca haciéndome girar de forma que ambos quedáramos como si de un final de un paso de baile se tratara. Sus brazos me rodeaban la cintura a la vez que ambos nos encontrábamos inclinados.

—¿Te dirigías hacia alguna parte? —Su sonrisa me dejó sin aliento.

Si poder resistirme comencé a besarlo otra vez, pero en esta ocasión no fui capaz de contenerme. Dancer se irguió llevándome con él para que ambos tuviéramos una correcta postura.

Luego de un tiempo, se separó de mí y cerró el grifo que había olvidado que existía. Entonces, comenzó a desprenderse de la poca ropa que le quedaba. Desvié mi mirada en el mismo momento en que me volteaba instintivamente.

Su respuesta fue rodearme con sus brazos mi cadera con el objetivo de reposar su mentón sobre mi hombro. Acto seguido, se dedicó a susurrar con un tono demasiado dulce palabras en coreano.

—Creo que no comprendes que no sé coreano—murmuré para mí misma.

—Ven —cogió una de mis manos guiándome hacia la tina, no sin antes desviar sus manos hasta la cintura de mis vaqueros.

—Permíteme —susurré sonriendo tranquilizadoramente. Me despojé de mi ropa al tiempo que era forzada a entrar en el inmenso jacuzzi junto a él.

Solo diré una cosa sobre aquella noche: el agua estaba demasiado fría, sin embargo, no tardó en elevar su temperatura. ¿O era cosa nuestra?

 

Cuando ambos decidimos que debíamos volver a la recamara para dormir un poco, la piel de nuestros dedos se encontraba arrugada como si fueran pequeñas pasas producto del excesivo tiempo que habíamos compartido en el agua.




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