Estocolmo

Bienvenida

Ésta vez desperté en una enorme cama, mis manos y mis pies estaban atados a las esquinas de la cama, y un escalofrío recorrió mi cuerpo cuando me di cuenta que mi ropa no estaba y de no ser por mi ropa interior, ahora estaría desnuda.

Observé la habitación, era enorme, muy arreglada y con muebles muy bonitos, habían tres puertas de madera, tal vez alguna de ellas sea mi salida.

Sentí una brisa y giré mi rostro hacia dónde provenía el viento y vi una enorme ventana de cristal que ocupaba casi toda la pared y estaba cubierta por una cortina azul oscuro, por mi mente sólo pasaban las opciones que tenía para escapar, y justo ahora esa ventana era la principal opción.

Traté de soltarme pero era imposible, las ataduras de mis manos se cerraban y sólo me lastimaban más con cada movimiento.

Junto al enorme ventanal había una puerta de cristal y cuando enfoque mi atención en ese sitio me di cuenta que alguien entraba y sin saber que hacer cerré los ojos.

Xxxx: buenos días linda- no respondí- ¿sabes? a mí me gusta que me respondan.

Comenzó a acercarse a mí, no sé cómo me di cuenta pero simplemente lo sentí más cerca. Se subió en la cama y se colocó sobre mí, comencé a temblar.

Xxxx: abre los ojos bonita- susurró cerca de mi rostro- vamos, no soy tan horrible.

Abrí los ojos lentamente encontrándome con unos profundos y hermosos ojos marrones que me cautivaron.

Xxxx: lo ves, te dije que no era tan feo- dijo tratando de besarme, moví mi rostro volteando hacia la ventana, él apoyó su frente en mi cabeza- no puedes escapar hermosa, todos los cristales de la casa son indestructibles, además si logras escapar los perros pueden matarte afuera o lo que es peor, mis escoltas te atraparan y al final... rogarás que te lancen a los perros- susurró amenazante directamente en mi oído, mientras acariciaba con su pulgar derecho mi cintura.

Las lágrimas comenzaron a caer por mis mejillas y se separó de mí, tomó mi rostro obligándome a verlo.

Xxxx: bienvenida a tu nuevo hogar- dijo lento y con satisfacción.

Valentina: ¿quién eres?- dije con odio mientras lo veía directamente a los ojos.

Xxxx: soy David... David Vargas... tu nuevo dueño- dio un beso rápido en mis labios y después se levantó de encima de mí y salió de la habitación.

Las lágrimas no paraban de salir de mis ojos.

 

Después de tanto llorar me quedé dormida, cuando desperté ya no estaba atada. David estaba en el sillón observándome, de inmediato me senté en la cama y abracé mis piernas.

David: eres muy linda ¿sabes? -dijo levantándose del sillón y comenzando a caminar por la habitación mientras yo lo observaba fijamente con mucho odio- eres algo así como... mi regalo de cumpleaños- dijo sentándose en una orilla de la cama-… y me encantas- estiró su mano para tocar mi pierna pero yo la quité.

Valentina: no me toques idiota- dije con odio- ¿dónde está mi ropa?... la quiero ahora.

Él soltó una risita, pero de pronto se puso serio y jaló mis tobillos hasta recostarme de nuevo en la cama, después se colocó sobre mí.

David: muñeca, el que da las órdenes aquí soy yo... te toco cuando quiero y como quiero- sonrió- es mejor que te comportes... pasaremos mucho tiempo juntos, debemos tratarnos bien ¿no crees?- dijo en tono seductor muy cerca de mis labios y acarició mis piernas. Yo sólo cerré los ojos con miedo, supuse que tendría la misma suerte que aquella pobre chica de ayer- vístete y baja a comer… - se levantó, me observó y se fue

 

David

Valentina me encantó desde la primera vez que la vi en aquella discoteca.

Cuando mi tío me dijo que escogiera una chica para mi cumpleaños número 22 sin dudarlo la elegí a ella y una semana después ya está conmigo, es realmente hermosa y tiene un cuerpo para morir, su carácter es impetuoso, molesto por lo que pude notar mientras la vigilaba en las calles, pero eso es algo que me gusta de ella, no se deja controlar por nadie...hasta ahora.

 

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