Estoy dividida entre dos mundos, y me encanta.

Sucesión I

Capítulo 2: Sucesión I

Estos cuatro meses me sirvieron de mucho para evaluar el panorama de la manada. Para nadie es un secreto que tanto Avys como Onil están en la cima de la cadena alimenticia, y poseen un poder dividido. De un lado, se encuentra el «hermano cool», mientras que del otro tenemos al «mandón intenso».

Es evidente que si fuera elección y tuviera que escoger a alguno de los dos, por supuesto que me inclinaría por el cuñado que más me quiere. ¿Que quién es? Onil, ¿no es obvio? Porque espero que sí.

Avys metió la pata, y vamos, Emre no hizo más que empeorar después de su juicio. Sé que muchos lo señalan como el culpable de haber acelerado el padecimiento de mi suegris, y yo también lo hago; es demasiada coincidencia

Ese hombre nunca me va a comprar con su cara de «yo no fui».

Imri y yo estamos llegando a la manada. Como ha sido usual en los últimos días, nos hemos mantenido en silencio. Verlo con la vista al frente y sin ninguna expresión en el rostro me hace preguntarme por lo que cruza por su cabeza en estos momentos.

—Mami— me llama Ra. Lo llevo de la mano.

—¿Qué pasa, mi amor?— su papá va al lado de nosotros.

—Mi abo no aquí— me dice con la cara arrugada —Yo quielo mi abo. Él dejame a yo.

Ra sabe que Emre no está, pero no se explica por qué ni a dónde se fue. El tiempo con Marien lo distrajo, pero ahora que estamos de nuevo en el bosque, sus preguntas han vuelto.

—Ven aquí— lo cargo en mi cintura —Tu abo no te dejó, mi vida. Solo que...— no tengo idea de cómo explicárselo —Él está en el cielo.

—Yo también quielo ir. Mi abo lleva'me.

—No puede— echo un suspiro —No hasta mucho, pero mucho tiempo— y espero que sea así.

—¿Pol qué?— lloriquea con las mejillas enrojecidas —¡Yo quielo mi abo!

—No llores, mi amor— lo cubro con mis brazos —Tu abo también te quiere.

—¡Ay, no!

—¿Cómo no?

—¡Mi abo no me quiele!— las lágrimas bajan por sus mejillas —¡Se fue y dejame!

—¿Crees que, de no quererte, te habría dado esa cuenta que llevas en el pelo?— señala Imri —Él te dio esa cuenta— respira profundo —Vas a ver a tu abuelo. Solo tienes que esperar cien años. No menos de ahí, ¿de acuerdo?

Hace un par de días, Emre rompió un collar de piedras negras, y entrelazo una de sus cuentas en el cabello de Ra. Él tomó el mechón que estaba más decolorado, lo tejió y colocó el accesorio al final de la trencita. Ahí la tiene detrás de la oreja.

—¿Cien?— pestañeó un par de veces —¡Mami! ¡Mi abo en cien anio!— pobre. Cinco minutos y un siglo es lo mismo para él —Piedrita mía— dice tocándose la cuenta.

—Sí, es tuya. Así que no estés triste— le acaricia el pelo.

—¿Por qué Emre le tejió esa cosa?— estábamos tan estresados que no me había detenido en preguntar —Ra fue el único en recibirla.

—Porque es el único mechas-grises entre sus nietos— suspira.

—¿Y qué significa?

—Hasta que al fin llegaron— la voz de Fabio nos interrumpe. Estábamos próximo a la cascada cuando él llegó —Imri, no te recomiendo que vayas al centro hasta que todo comience— se ve preocupado.

—¿Por qué la alfa adelantó la sucesión? Ella está actuando de manera errática. Primero canceló los tributos para papá, luego los ritos y ahora quiere poner un nuevo alfa en el menor tiempo posible. ¿Qué está pasando?

—Yo tampoco lo sé. Se está moviendo algo extraño allá arriba— apunta a la cueva detrás de la cascada que conduce al territorio —Todos los lobos no paran de susurrar cosas. Yo me he mantenido distante porque además de mí, tengo dos pequeñas sufriendo, pero los demás no han optado por eso.

—¿Por qué me recomiendas que me quede por los alrededores?

—Porque tus hermanos son los principales susurradores. Como sé que estás fuera de esto, por eso te lo diré: andan planeando algo. Incluso creo que han organizado reuniones secretas mientras el resto hemos estado llorando.

—¿Específicamente, quiénes?

—Pues todos, a excepción de ti, Onil y Avys. ¿Puedes creer que hasta Rem está metido en la conspiración?

—¿Cómo qué conspiración?— pregunto.

Excluyeron a los tres hijos mayores de las reuniones... Claro, deben estar confabulando por el puesto del alfa.

—Lúa— Imri me mira —Necesito que me hagas un favor.

—¿Qué sucede?

—Ve con Rem, y sácale toda la información necesaria.

—Pero...

—Sé que no te agrada, pero no te lo pediría de no ser importante— me quita a Ra y se lo pasa a Fabio —Ra, quédate un rato con Fabio.

—¡Aah!— extiende los brazos hacia su papá —¡No!

—¡Ra!— su llamada a la atención, hace que guarde silencio —No debe de haber susurros ni reuniones secretas. El alfa murió, se pone uno nuevo y punto. Ni que hubiera elección— le dice a Fabio —Lúa, te veo en un rato— se despide emprendiendo camino.

—¡¿A dónde vas?!— vocea Fabio.

—Iré a dar con el origen de los susurros.

Y diciendo esto, se fue.

—¿Cómo ha sido tenerlo en casa?— me pregunta Fabio —Veo que está de mal humor.

—Ni que lo digas— resoplo. Ra está agitando los brazos, para que yo lo tome.

—Oye, no me dejes fuera como lo hiciste cuando te enteraste de la situación del alfa.

Cuando se reveló lo de Emre, ahí fue cuando Fabio sacó sus propias conclusiones y supuso que eso era lo que yo estaba ocultando, y el motivo de mi última discusión con Imri.

»Me haces saber lo que te diga Rem. Por favor.

—Umh— no me queda de otra que asentir —Amor, te busco en un ratito. Solo espera, ¿sí?— le doy un beso en la frente.

—¿Cien anio, tú?— todavía le está dando mente a lo que le dijo Imri.

—No, en menos de eso— le alboroto el cabello.

«Iré a dar con el origen de los susurros».

No es porque sea Lúa Holmes y haya dado con el gran misterio. Es obvio que yo no soy la única que tiene claro cuál será la identidad del próximo alfa. Imri también. Por lo que "el origen de los susurros" no puede ser otro que su hermanito mayor que no aceptará perder.




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