Estoy dividida entre dos mundos, y me encanta.

La fuerza más poderosa del mundo

Capítulo 4: La fuerza más poderosa del mundo

El camino de regreso al apartamento, me sirvió para pensar en todo lo sucedido. Nosotros nos fuimos en el peor momento. ¿Con qué valor Imri pudo darle la espalda a todos, después de escuchar a Onil desafiando a su hermano?

No soy capaz de descifrar lo que hay en su mente. ¿En qué piensa? Porque el que esté en silencio no me dice nada. Su expresión no ha cambiado desde que llegamos. Después de todo ya antes tenía una expresión triste, por lo que no es como que refleje algo más.

Como pasaban de las doce, él se acostó luego de dejar a Ra en la cama. No creo que Imri se haya dormido de inmediato, sino que más bien tenía mucho que pensar en su cabeza.

Yo, por mi parte, me quedé un rato en el sofá. Me pregunto cómo estará Ariangely: ella perdió a la persona que amaba, se quedó sin alfa, sus hijos se dividieron en dos bandos y tiene que lidiar con el enfrentamiento de dos de ellos. Es más, siento que Avys la trató como un objeto cuando le dijo que se iría con él, aun cuando es evidente que mi suegra apoya a Onil.

Mínimo siente que su mamá le pertenece solo a él. Puede que lo vea así por el tiempo que pasan juntos. O, también, porque solo es otra demostración de poder:

«Yo te quité la mitad de tus lobos, el territorio y hasta a nuestra madre».

La alfa... Bueno, Ariangely (todavía no me he acostumbrado a dejar de llamarla así), podrá ser como es, pero admito lo mucho que me preocupa. La suegris se adentró en mi corazón, y es muy difícil sacarla de allí. La quiero, por lo que no puedo dejar de pensar en cómo estará su estado mental con todo esto.

Ay, cielos. Debería estar contenta porque estemos en la ciudad. Tengo a mis dos lobos aquí, a salvo, pero mientras mi cuerpo se encuentra en el sofá, mi mente no ha salido de allá.

Cuando por primera vez no tenía planeado escapar y venirme para mi casa, Imri es el que lo hace. Y es que, él es así. Dice «vámonos», en cuanto se siente hasta las narices. Imri me confesó que la idea de abandonar todo como hizo con la muerte de Eveling invadió su cabeza por un momento, y aunque fue efímero, temo que la idea regrese y decida llevarla a cabo.

¿Y si ya lo está haciendo? Digo, los problemas están en el bosque y no acá. Mientras estemos aquí, él puede fingir que nada está pasando.

—Oh, Dios— lanzo un suspiro, acomodándome en el sofá.

¿Pero qué estoy pensando? Creo que lo juzgo, a pesar de que fue sincero conmigo por contármelo. Además, yo lo orillé a elegirme hace cuatro meses cuando por poco rompimos. Si Imri está en esa habitación, es porque así me lo prometió cuando dijo que sería su prioridad.

No eligió a Avys u Onil. Me eligió a mí.

Oh...

Mirando el reloj de mi celular, apuntando a las tres de la mañana, me levanto del sofá para irme a acostar bien pegadita de mi lindo lobo. Ya me visualizaba con la pierna encima de él, cuando frené en medio del pasillo al oír la puerta sonando.

Vi bien mi celular, son las tres de la mañana. ¿Quién será a estas horas? De lo que sí estoy segura es que no se trata de un humano, y más tomando en cuenta que está tocando la puerta trasera, por lo que vino por el patio.

Con cuidado de quien se pudiera tratar, tomo el bate de la cocina y me sitúo detrás de la puerta. Cuando remodelé el apartamento antes de mudarme, me dieron la opción de poner una de esas puertas con cristales de decoración, pero les dije que no. Tres años después me arrepiento, porque de haber aceptado ahora mismo podría reconocer la identidad de la persona que toca con un poco de insistencia.

—¿Quién?— pregunto.

—¡Abre, ya!

¡¿Cómo así?!

—¡¿T-Tú qué haces aquí?!— la abro de inmediato —¿A partir de ahora, te deberé llamar «usted» o cómo?! ¡Bueno, como sea! ¡Me imaginé a muchas personas, pero a ti nunca!

Y es que, Onil se encuentra delante de mí con su típica expresión seria. Mi cuñado, a diferencia de antes, tiene puesto el abrigo que usaba el alfa. Es lo único que viste en su torso, mientras que usa unos pantalones blancos y holgados, junto a unas botas.

De cerca se ve más imponente. ¿Cuánto tiempo se habrán demorado para hacerles sus tatuajes?

—No me importa cómo me llames— asumo que busca a Imri. Lo digo porque mira a varios puntos detrás de mí —¿Dónde está?— frunce el ceño —¿Él permite que su mujer abra la puerta a las tres de la mañana?

—¿Preocupado?— sonrío enseñándole el bate. Lo había escondido detrás de mí desde que vi que se trataba de él. Prefiero bromear para aligerar el ambiente.

—Cualquier lobo podría romperlo con facilidad— rodea los ojos —Dale algunos diez años a Ra, y verás como él también podrá hacerlo. Ahora bien. ¿Me dejarás aquí afuera?

—No, claro que no— me aparto de la puerta —Como ahora es un hombre nuevo, sea bienvenido a mi hogar, alfa— iba a darle un par de palmaditas en el hombro, pero paré a media acción. No sé cómo tratarlo ahora que es otro.

—Es poco natural que actúes así. Deja de hacerlo— abuchea tras darse cuenta de mi actitud.

Onil camina hacia la sala y yo le sigo. Continúa buscando a Imri.

—¿A qué se debe el motivo de tu presencia? La última vez que te vi, estabas desafiando a Avys para un duelo— no entiendo qué pudo pasar en un par de horas como para tenerlo aquí —Espera, Onil— me interpongo en su camino de irse a la habitación —Alfa...— debo acostumbrarme —Imri no se siente bien. ¿Primero podrías decirme qué quieres con él?

—No— era de esperarse.

—¿Qué harás si te impido que lo veas?

—¿Tú también piensas traicionarme?— arquea la ceja —Debes amar lo genial que es mi hermano mayor, en vez de al rígido de mí.

Primero muerta.

—¡Oye! ¡Me ofendes!

—Tú tampoco me ofreciste tus respetos.

¿Debía hacerlo? Pensé que estaba fuera de eso.

—Pues..., soy humana. Pensé que era algo de lobos.

—Eso nunca ha sido un impedimento para que te metas en lo que no te importa.




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