Estoy dividida entre dos mundos, y me encanta.

En quien recae mi lealtad

Capítulo 12: En quien recae mi lealtad

Imri.

Es la segunda vez que pierdo a alguien importante para mí. La primera fue a la persona que pensé que sería el amor de mi vida, y recientemente he perdido al que me dio la vida.

No sé. Todo se ha sentido como un sueño. Pero no como uno «normal» sino de esos en los que suceden muchas cosas locas al mismo tiempo.

¿Por qué todo tenía que cambiar de manera abrupta? Lo peor es que me pasé meses preparándome para el momento en que mi papá se fuera, pero aun con toda la preparación del mundo, esto me tomó de sorpresa.

—Qué lindos— comenta Lúa, mientras observa a mis sobrinos. Ella se encuentra de cuclillas frente a los nuevos integrantes de mi familia.

Después de casi cuatro horas de espera, mi hermana por fin dio a luz. Ella ahora mismo mantiene su aspecto original, a la vez que los pequeños buscan calor en su pelaje. Ellos se arrastran con los ojos cerrados; emitiendo agudos chillidos.

Como era sabido, son tres lobeznos. Los dos cachorros poseen un pelaje gris combinado con un tono crema cerca de las patas, mientras que el pelaje de la cachorra es similar al de su familia paterna, con una tonalidad crema y patas cafés.

Esta es otra característica que nos diferencia de los lobos comunes, los cuales nacen con un pelaje oscuro que les va cambiando conforme crecen. Nosotros nacemos con un pelaje muy similar al que tendremos en nuestra forma adulta.

»Supuse que serían pequeños, pero no pensé que fueran estas cositas— me causa gracia su tono de voz. Lúa está que no se puede aguantar la ternura —Uuy, son tan bonitos. ¡Cualquiera de ellos cabe en la palma de mi mano!

—Cristal, no dudes en comunicarnos si necesitas algo— le indico.

El proceso de parto la dejó agotada. Ella no volverá a su forma humanoide hasta que los lobeznos puedan ver y escuchar. Es crucial que se mantenga así para que se familiaricen con su madre.

Vaya, mi hermanita ya es madre.

No puede ser.

Onil entra a la cueva. Él se acerca a los cachorros y a mi hermana, para luego observar su alrededor. Si antes era serio, ahora lo es más que se convirtió en alfa.

—¿Él no ha venido por aquí?— me pregunta. Después de todo, no recibirá mucha respuesta de Cristal.

Para alguien que estaba obsesionado con sus hijos, es raro que no haya aparecido. ¿Dónde demonios está? No me agrada que muestre tanta indiferencia, me hace pensar que planea algo.

—Ni siquiera lo siento cerca— frunzo el ceño. Lo habría desafiado de no haber sido por la intromisión de Lúa.

Ella siempre busca protegerme cuando no es necesario. Todas sus acciones se resumen en que no me meta en problemas, o resulte lastimado. La cosa es que mi naturaleza ya es lo suficientemente problemática.

Conociéndola, apuesto a que teme que me hiera como lo hizo con Rem. Tsh, no soy un confianzudo como él. Si peleo con ese tipo, es obvio que iría dándolo todo desde un principio, y sin consideración por sus puntos débiles.

Veamos, él tiene problemas en su pierna derecha. Trata de disimularlo, pero es evidente cuando toma su aspecto humanoide, y hace movimientos bruscos. Además, el estilo de pelea de los lobos de azar se enfoca en la ofensiva. No tendría oportunidad si mis golpes fueran a los costados, con atención a su lado derecho.

Claro, el primer golpe iría directo a su pierna derecha para desestabilizarlo.

Jum, él que no quiera buscarme porque me va a encontrar. ¿Cómo se atreve a coquetearle a mi mujer? Todo el mundo sabe que estoy con una humana y ella es la única de este lugar. ¿Qué se cree? ¿Qué porque no me interesa buscar problemas, no le podría romper el hocico?

No me meto con nadie, pero si lo hacen conmigo, puedo ser muy malo. Más con él, a quien le guardo resentimiento.

Él podrá ser un alfa, pero yo soy Imri.

Ay, Lúa ni se imagina que lo tengo bien estudiado.

—¿Por qué no ha venido a conocer a sus hijos?— cuestiona Onil —Hmp. Los lobeznos nacieron sanos, me alegro. Incrementaré la vigilancia para asegurarme de que a su volátil padre no se le ocurra alguna locura.

»Debemos respetar la decisión del anterior alfa sobre la permanencia de sus nietos en el territorio.

—¿Qué harás si Raviv quiere llevárselos?

Los alfas son soberbios. Ninguno permitiría que sus hijos crezcan en otro lugar que no sea con ellos. Por esta razón desconfío de que Raviv se quede de brazos cruzados.

—Cristal, ¿es tu deseo que tus hijos estén con su padre?— le pregunta —¿Qué hay de ti? ¿Quieres pertenecer a su manada?

La respuesta a sus preguntas, fue el sonido de su gruñido. Ella tiene la cara arrugada, enseñando sus colmillos mientras gruñe molesta.

»Entre mis responsabilidades se encuentra proteger a mis lobos. Con eso te respondo todo.

—Cof, cof— esa tos de Lúa no se la cree ni ella.

—¿Qué?— Onil no ha entendido la indirecta —¿Estás enferma o qué?

—Parece que anda algún polvo por ahí. Luna Lu lleva tosiendo desde hace rato— contesto con una sonrisa.

También se puso a toser luego de que se le zafó el tema de los bebés.

Y bueno, no me importaría que se parezcan a ella si llegamos a tener más. ¿Cómo me molestaría tener en brazos a alguien con el mismo rostro de la persona que amo?

—Yo no soy un lobo. ¿Qué hay de mí?— cruza los brazos.

—No seas fastidiosa.

—¡Oye!— se pone de pie —Recuerda lo que hablamos, alfa. ¿Qué dijimos de ser malos con las personas que te quieren?

Eh... ¿De acuerdo?

—Tsh— chasquea la lengua, dando media vuelta —Eres de esta manada, ¿no?

—¿Por qué siempre eres tan ambiguo?

Onil salió de la cueva, y nosotros lo seguimos. No hemos visto a Ra en un buen rato, por lo que es bueno averiguar en qué está.

Terminamos encontrándolo con Larimar. Ella lo tiene en brazos, mientras él duerme en su pecho. Tomando en cuenta la hora, es normal que se haya rendido.

—¿De verdad te parece bien que se quede con Larimar?— le pregunto a Lúa. Nos estamos acomodando para dormir.




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