Capítulo 13: Al paso del reloj
Casi nunca menciono los pro de quedarme a dormir en el bosque. Desde ahora, me propongo ver las cosas buenas del lugar, como lo es el hecho de despertar con el cantón de los pájaros todas las mañanas.
Ay, ¿qué mejor sonido de alarma? Me encanta.
—Ump, Imri...— susurro con los ojos cerrados. Si no amanecí encima de él fue porque en algún punto me caí. Quiero abrir los ojos sobre su pecho. Me encanta sentir su calor desde temprano —Hmm...
¿Se acostó tan lejos?
Aun con los ojos cerrados, muevo la mano al lado de mí. Es como si fuera un ritual; llevo meses despertando encima de Imri, por lo que cuando inicio mi mañana sin hacerlo, se siente como si faltara algo.
»Ump— ruedo mi cuerpo en la dirección donde estaba acostado. No quiero abrir los ojos —Imri— ya parezco llanta rodando por toda la colcha —No está— me siento de golpe.
¿Pero y esto? ¿Dónde se ha metido?
Tengo muchas mañas, eso no es raro viniendo de mí, pero Imri también tiene las suyas. Es raro que se levante primero que yo... Tal vez porque sabe del hábito que tengo sin habérselo contado.
No sentí cuando se levantó. ¿Qué horas serán?
(7:15 AM)
De acuerdo... es raro.
Guardando mi celular, me pongo una muda de ropa para antes de ir al río. Primero quiero buscar a mi bebé para cerciorarme de que amaneció bien y ya luego averiguar dónde se vino a meter Imri. Me preocupa que haya salido así, y más con el lío que se estaba a punto de armar entre él y Raviv.
Algo me dice que no lo dejó pasar. Conozco la miradita que pone cuando le da muchas vueltas a un asunto, y él es bueno en eso. Me sorprende que tenga la cabeza de tamaño promedio considerando lo mucho que piensa.
—¡Tienes que hacer algo, Onil!— vaya, tan temprano y ya hay una discusión.
Al llegar al centro, me topo con Ariangely reclamándole a Onil. Ella se ve muy afectada tras la partida de Rem, y es que el chico se pasó. Cuando lo conocí, no me lo imaginaba tan... influenciable, voy a decir.
¡¿Cómo se le ocurre irse con el enemigo de su mamá?! Podrá ser su tío y todo, pero ni el mismo Emre se veía que lo soportaba mucho.
—Él tomó su decisión. Además, no tengo nada que ver con un lobo que me rechazó como su alfa— contesta desde el suelo.
Sí, por lo visto están hablando de mi loco hermano.
—¿Y qué importa si Rem tomó su decisión? Por Dios, ¡es Rem!— no ayuda que ella infravalore sus acciones —Estoy segura de que se debe de estar arrepintiendo. ¿Y si Aremjeth no lo deja volver? A él le interesa que me vaya al norte, sería estúpido no utilizarlo como rehén.
—Él no puede ser un rehén si está allá por su propia voluntad— se pone de pie —Tengo muchas cosas que hacer como para andar detrás de un mocoso inmaduro. Si tanto quiso irse, que se quede allá.
—¡¿Y qué hay de mí?!— sus ojos se llenan de lágrimas —¡E-El norte está lleno de muchos peligros! ¡¿Y si me le hacen daño?! ¡¿Cómo quieres que duerma si mi hijo está con gente horrible?!
—Fue. Su. Decisión— lo que dice, posiblemente sea contrario a lo que piense —Él no es un niño. Ya es un adulto, debe hacerse responsable de sus acciones.
Oh, no. Ariangely ha comenzado a llorar.
—Alfa— me dirijo a ella. No puedo ignorarla mientras llora, menos ahora que está embarazada —No llore, por favor.
Aunque si es mala, me voy.
—¿P-Por qué todos mis hijos se quieren alejar de mí?— musita dejándose abrazar —No conforme con tenerlos separados por bandos, ahora tengo que soportar que un jodido lunático se los lleve. ¡¿Por qué?!
—Usted no es el problema— debo tener cuidado con mis palabras, porque ella también me señala como ladrona de hijos. No lo ha dicho textualmente, pero es así —No llore, piense en el bebé.
—En un bebé que nacerá sin padre.
¿Cómo calmarla si tiene tanto por qué llorar? Cuando no es por una cosa, es por la otra.
—Jum— resopla Onil —Quedé de encontrarme con el alfa Edry. Por favor, acompáñala y ve por su bienestar— me pide antes de dar media vuelta —Asegúrate de que coma.
—¡Onil!— grita Ariangely —No lo hagas— lo toma del brazo —Ni se te ocurra irte con el alfa Edry y dejarme así.
—Hablamos luego— se quita sus manos de encima —Coma algo.
Ay, qué cortante. El alfa se fue sin mirar atrás, dejando a su madre con el moco tendido.
—De todos mis hijos, el alfa tenía que ser el que menos me quiere.
—¿Qué? No diga eso. Onil la quiere mucho. Solo que se le hace difícil demostrarlo— le doy varias palmadas en el hombro —¿No le dijo que comiera? Vamos, comamos algo. ¿Qué quiere? ¡Oh, ya sé! ¿Qué hay de las galletitas que le gustan mucho?
—No tengo hambre— susurra caminando —Solo...— guarda silencio.
¿Solo, qué? Su expresión me asusta. Ella todos los días luce peor. Tiene el rostro totalmente decaído, con las cejas bajas y los labios secos. ¿Ha bebido agua? ¿Comido? ¡¿Por qué parece que soy la única a la que le preocupa?! Deberían prestarle más atención, ¿y si intenta una locura? Esos ojos no me indican nada bueno, ¡qué horror!
¡Y qué miedo!
Con temor a que le suceda algo, porque por lo visto, los lobos están demasiado pendientes a lo suyo como para atender a su mamá deambulando; me la llevé en contra de su voluntad para que coma algo.
Ra está con Larimar, por lo que debe estar bien. Él es feliz mientras le den comida.
—Hmm, ¡Arily!— doy un aplauso. Todavía estoy buscando una manera de llamarla, porque vamos, no quiero decirle «Ariangely» ahora que ya no es la alfa.
Estamos sentadas bajo la sombra de un árbol. Hay pescado en medio de nosotras, y una caja de sus galletas favoritas. No ha tocado ninguna de las dos cosas.
—¿Arily?— arquea la ceja —¿Por qué se te hace tan difícil llamarme por mi nombre?
—Es raro— hago una mueca —Me acostumbré tanto a llamarla «alfa», que ahora es extraño hablarle por su nombre.
—Entonces llámame «soberana patrona»— por suerte no ha perdido su sentido del humor.
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Editado: 13.08.2025