Tengo 15 años de edad, mi nombre es Manny Robles y vivo en un pueblo muy lejano de la ciudad, mis padres murieron: mi papá de cáncer y mi madre de un infarto, y así empieza mi triste historia.
Actualmente vivo en un pueblo con mis tíos, antes de que se murieran mis padres vivía en el campo, pero al no tener ningún familiar cerca vine al pueblo. Ellos no tardaron en apuntarme en un liceo, eran muy buenos conmigo, hacían cualquier cosa para sacarme una sonrisa, pero sabían que en el fondo estaba inscrito el dolor que me causa la perdida de mis padres, aunque ellos me mostraban amor yo no quería saber de él.
Llegó mi primer día de clases, entré al curso y me presenté, luego me dirigí a mi asiento, pero algo me ponía más incómoda de lo que ya estaba, todos me miraban y murmuraban entre sí. Al llegar el momento de receso, justamente antes de salir, se me acerca un compañero y me saluda con una linda sonrisa en su rostro, sin embargo, no buscaba hacer amigos, así que, lo ignoré y seguí mi camino.
Una vez que se acabó la clase, me quedé organizando algo en mi mochila y de repente se me cae un libro, sin percatarme alguien lo levanta y me lo pasa, espantado por su repentina aparición, le digo que tengo manos que no era necesario que me lo pasara, tomé mi mochila y me fui a mi casa.
Cuando llegué a mi casa, mi tía Carla me recibió con un abrazo y me preguntó que cómo me había ido en la escuela, le sonreí hipócritamente y le dije que bien.
No estoy de ánimo para sonreír y ni tengo las fuerzas para olvidar tan rápido lo que sucedió con mis padres. El dolor se sujeta a mí como la piel se une a la carne, no sé cómo voy a superar este gran abismo en la cual mi vida cae sin esperanza de algún día salir, espero encontrar la salida de este dolor tan sofocante en el cual me encuentro envuelto, tal vez las distracciones o el tiempo me ayuden con esto.