Manny
Llego a mi casa directo a la habitación, tiro por un lado la mochila y me dejo caer en la cama, comienzo a pensar que hoy fue un gran día: me fue bien en el examen, eso creo, llené la práctica bien y lo más interesante creo que no está mal hacer un amigo.
Tal vez ese tal Adrián sea un buen amigo, nadie sabe. Perdí a mis padres y a mis amigos de infancia, estoy empezando a entender que solo no podré llegar a ninguna parte, necesito hablar y no conmigo mismo. Espero que lo que me dijo aquel día sea verdad: “Que la amistad no se define, se demuestra”. Quiero sentir confianza en otra persona, saber que puedo depender, tener un sagrario de mis secretos, un cómplice, un amigo, otra mitad…
Se me fue inevitable llorar, recordar a mis padres, su cariño, sus consejos y su compañía. Los extraños, espero que estén en un buen lugar observándome.
Después de una hora, me desperté espantado pensando que era temprano de la mañana y resulta que, me quedé dormido, pues me puse hacer mis tareas.
Al día siguiente, iba dispuesto a dar un gran paso, pues quería hablar con Adrián y no asuntos de clases. Lo vi que venía concentrado en algo, por lo tanto, no quise molestarlo, hallaré el momento adecuado.
Una vez que ya nos encontrábamos todos reunidos en el aula y había pasado la primera hora de clases, me acerqué al objetivo y le di una hoja escrita, que decía: “Nos vemos en receso en el fondo del comedor, quiero hablar contigo”. Su felicidad se daba a demostrar, al parecer iba enserio de hacer amistad conmigo, pero no entendía por qué, si él era amable y sociable con todos, tiene más amigos, es inteligente, capaz y concentrado, qué habrá hallado en mí para insistir tanto querer ser mi amigo.
Se terminaron todas las horas de clases que iban antes del receso, así que, ya estábamos en el almuerzo, yo un poco nervioso, pero bueno que se le va hacer, ya no podía dejarlo plantado. Busqué mi almuerzo y cuando iba al lugar de encuentro ya estaba allí, me detuve por tres segundos y luego continué.
- ¡Hola!
Me saluda con mucho entusiasmo, también le devuelvo el saludo:
-Hola.
No sabía cómo empezar, y él me miraba mientras comía. Entonces, dijo con voz suave:
-Esto no iniciará de la noche a la mañana, qué tal si salimos un día de estos por ahí a jugar o para un parque.
Lo miré dándole a entender que me gustaba su idea. Y él añadió:
-Y cualquier cosa estudiamos en la misma escuela y en el mismo curso, a una simple distancia uno del otro.
Dijo eso con una gran expresión en su rostro, se ve que es una buena persona.
- ¿Por qué yo?
Salí con esa pregunta de la nada. Y me respondió:
-Hay veces que nosotros elegimos nuestras amistades, pero hay otras que ellos nos eligen a nosotros, si no es una es otra, aunque hay una tercera con pocos casos dados, y es cuando ambos se eligen entre sí, a un mismo tiempo. Cada caso se da de una manera en particular, como es tu caso, tú me llamaste la atención con tu forma de actuar por lo tanto vi en ti una joya encerrada en una almeja, pues quiero que esa joya brille.
Un poco larga su explicación, pero muy profunda, se me fue inevitable reír y emocionarme. Le agradecí por todo lo que hacía por mí y nos fuimos al curso ya que se había acabado la hora de receso.
En la última hora de clases, el profesor tardó un poco en llegar, por lo que el curso estaba un poco revuelto, entonces, quise acercarme a Adrián, pero estaba rodeado de tres personas que al parecer eran sus amigos, pues, me devolví a mi butaca. No sé qué me pasaba, dentro de mí había un sentimiento que no sabía con certeza qué era, solo surgió cuando vi a Adrián con esos chicos.