Ahora era el año 2144 Miró alrededor, esperaba que él estuviera todavía en la cama, pero no era así. Salió de la habitación recorrió el largo pasillo lleno de puertas a los dos lados, todas cerradas. No había nadie por los pasillos, lo lógico teniendo en cuenta que eran alrededor de las cuatro de la madrugada. Vestía un pantalón largo y amplio y una camiseta bastante ancha, era lo que siempre utilizaba para dormir, iba descalza. Al final del pasillo estaba la puerta principal. Cuando la cruzó se encontró a los dos guardias de la puerta. Les preguntó dónde estaba la persona a la que buscaba. Lo único que obtuvo fue un movimiento de cabeza por parte de uno de los guardias, no necesitó más. En realidad, sabía perfectamente donde estaba, siempre estaba en el mismo lugar. Se acercó despacio, era verano, pero aun así fuera del edificio hacía bastante frío, es lo que tiene estar a demasiada altitud. Allí estaba, sentado en la hierba, mirando al cielo. Ella miró también hacia arriba, se veían cantidad de estrellas. Se sentó a su lado.
- Vas a coger un resfriado. - Empezó él. Ella se apoyó sobre su hombro. Y vio como levantaba su mano y señala una constelación. - ¿Ves esa constelación?
- ¿La Osa Mayor?
- Sí. ¿Sabías que la segunda estrella empezando por la izquierda es una estrella doble, pero que aunque sea difícil reconocerlas a simple vista están a un cuarto de año luz? - Donnie era el hijo de un astrofísico muy conocido y respetado en su gremio.
- ¿Te refieres a Mizar y Alcor? - Dijo ella girando la cabeza y mirándole sonriendo. Donnie idolatraba a su padre, el cual le enseñó una cantidad ingente de cosas y le proporcionó una educación brillante en una de las pocas universidades que quedaban en el planeta.
- Ya te lo había contado. ¿Verdad? - Ella asintió resignada pero sin quitar la sonrisa de su rostro.
- Varias veces. - Él la miró y sonriendo, la besó. - El padre de Donnie había fallecido hacía unos tres meses, realmente joven, a los cincuentaicinco años. Su avión privado se estrelló en algún lugar de los Urales. Desde entonces, Donnie salía en cualquier momento para mirar las estrellas y pensar.
- ¡Qué romántico! - Ambos se giraron rápidamente, no preocupados, sólo sorprendidos. A pocos pasos detrás de ellos había tres personas, tres amigos. Dos de ellos eran hermanos: Matt y Dann. No penséis que sus padres eran poco originales o muy vagos poniendo nombres, porque en realidad sus nombres son: Mathew y Daniel, pero nadie les llamaba así. La mujer que les acompañaba era Tábira Régnier, una belleza francesa, con todo lo que ello incluye. Impredecible e insaciable, Tábira estaba siempre en movimiento. Cualquiera que le viera pasear por la calle diría que es una persona dulce y amable, pero cuando le conoces sabes que no te conviene tenerla como enemiga. Por eso era un alivio tenerla como aliada y amiga para todos los allí presentes. Sin embargo, a los hermanos O'Connor: Matt y Dann, dos noruegos de origen irlandés, se les veían las intenciones desde antes de que supieras cuál de los dos era el mayor. Y si te consideraban un enemigo, cuando te dabas cuenta de que claramente el mayor era Matt, lo más posible es que ya no estuvieras en pie. Pero como casi todas las personas, esto dos hermanos tenían una doble cara. En el momento en que decidían, siempre en consenso, que no eras un enemigo, podían ofrecer una faceta realmente distinta. Su madre era pintora, quizá era por eso que Dann tenía un talento innato para la pintura, en la que plasmaba de forma impactante sus estados de ánimo. Si hubiera sido por eso, quizá hubiera podido estudiar en una universidad con una beca, pero su déficit de atención no se lo permitió. Por otro lado Matt, según sus propias palabras: "un negado para el dibujo", decidió seguir el camino que aprendió de su padre, la música. Al igual que su padre Matt era un gran músico. La diferencia entre los dos es que su padre era conocido en el mundo entero, especialmente por su canción protesta. Esta fama le costó la vida, fue de los primeros en ser encontrado y asesinado por el nuevo régimen. Ahora, su hijo Matt, no era nada conocido, pero su música seguía la misma línea que su padre. Quizá el problema de algunas personas es que no saben cuándo callar, aunque él siempre suele decir que el verdadero problema de la gente es que calla demasiado.
- ¿Nos dejáis acoplarnos? - Por supuesto era una pregunta retórica por parte de Matt, pues en cuanto la formuló los tres fueron directos a sentarse junto a ellos, incluso Tábira se sentó entre los dos. Donnie intentó parar aquella burla por parte de sus amigos, pero era astrofísico, no político. Tábira abrazó a su amiga y alzó la cabeza.
- Realmente es una noche hermosa.
Sin contar a Donnie, quien pertenecía a la llamada "División de Inteligencia", el resto del grupo pertenecía a la "División Armada". Eran altos cargos de aquella base situada en el pico de Vignemale o Viñamala, según el idioma. A una altitud de 3.300 metros, aproximadamente. El pico de Vignemale se encuentra situado en la cordillera de la Santa Bernardita o Saint Bernadette, la cual separara los estados de Francia y España. Aquella base era una de las más importantes del continente europeo pues aun estando bien oculta era cercana a uno de los pocos lugares de conocimiento que quedaban en el planeta: la Universidad de Toulouse, una de las más antiguas de Europa, y una de las pocas que quedaba en pie. Esta universidad se había mantenido puesto que Toulouse fue una de las primeras ciudades en adaptarse a la nueva doctrina implantada.
Hacía frío, así que no tardaron en entrar de nuevo a la base. Donnie se quedó un instante más que los demás en la hierba, intentando coger el último soplo de aire de la noche. Pronto deberían empezar su jornada.
- ¡Vega! - Le gritó a Tábira mientras esperaba que su novio se levantase del césped. - Mañana vienen los nuevos. Creo que nos toca a ti y a mi hacer de guías turísticas. - Dijo sonriendo.