Estrellas bajo tierra: la fe del pueblo libre

CAPÍTULO VIII: LEVANTAOS DE NUEVO, NO HEMOS ACABADO

Estaba sentada en la cama cuando alguien llamó a la puerta. Tocó la pared para que la puerta se abriera y Altair pudiera entrar. Llevaba en su mano un objeto extraño que Antares estaba segura de no haber visto nunca.

- Pólux me lo entregó antes de... - Su voz se cortó como si estuviera a punto de ahogarse. - Es el disco duro de su ordenador. - Explicó entregándoselo. Ella lo cogió y lo observó curiosa, como quien acaba de encontrar una nueva especie de animal.

- No soy muy buena con estas cosas. - Opinó dejándolo en la mesilla de noche. Sin mirarle recordó que aquel hombre era, junto a Deneb, el mayor sospechoso de ser el topo. Pero si de verdad era el topo, ¿Por qué entregarle el disco duro que Pólux le había dado? Y más importante, ¿Por qué Pólux se lo había confiado a él si se suponía que era el topo?

- Es preciosa. - Dijo de repente el chico sacándola de su pensamientos.

- ¿Qué? - Preguntó segura de que había oído mal.

- El arma. Es suya, supongo. - Rosalind vio su arma puesta sobre la mesilla. La había recogido del suelo antes de entrar de nuevo al Bunker. - ¿Puedo? - Preguntó. Ella asintió, de todas formas estaba descargada y el cargador estaba en el cajón que sólo reconocía sus huellas dactilares. Y las de Donnie, pensó. Levantó la cabeza para mirarle, vio como le brillaban los ojos al coger el arma. Es cierto que era un arma única y hermosa, pero eso él no tenía porque saberlo. La cogía con delicadeza y se sentó en el borde de la cama. Ella le miró con la cabeza ladeada. Se deslizó por el colchón hasta colocarse a su lado y apoyar sus duras botas de en el suelo. Normalmente era ella quien le decía a Donnie, una y otra vez, que no pusiese las sucias botas sobre el colchón, pero eso ahora carecía de importancia.

- Es una Beretta 92Fs del 2038, es casi una antigüedad. - Altair parecía cogerla como si de un tesoro de un barco hundido se tratase. - 9 milímetros. Empuñadura de plata. Una belleza. - Le sonrió.

- ¿Cómo la conseguiste? - Preguntó mirándola ansiando la respuesta.

- Tor y Cas la encontraron en una tienda de antigüedades poco antes de mi cumpleaños. Hace unos siete u ocho años. Eso fue antes de que llegáramos aquí. - Explicó. - La compraron, la hicieron gravar para mí y me la regalaron. - Herby giró la pistola para ver la inscripción."True courage is about knowing not when to take a life, but when to spare one.

- "El valor no es saber quitar una vida, sino saber cuándo perdonarla.'' - Citó Herby leyendo la inscripción. - ¿Y qué significa esto? - Dijo señalando lo que parecían ser cuatro letras en el dorso de la culata. - Sølv. - Leyó dudoso sin saber pronunciar la palabra correctamente.

- Es la manera en la que ellos me llamaban antes de venir aquí. - Ella se levantó y abrió cajón del escritorio. Sacó de él lo que parecía ser un pequeño trozo de papel plastificado. - Cuando les conocí me pasaba horas mirando esto. Mi padre, bueno, mi padrastro, me la regaló el primer día que me pilló entrando en sus despacho a hurtadillas. - Ella sonrió agitando con delicadeza el papel. - No es más que una pequeña tabla periódica de propaganda. Con publicidad de una academia por la parte de detrás. Pero ya siendo muy pequeña me la aprendí de memoria. - Su rostro se ensombreció de repente. - Es lo único que me queda de él. - Pero tan rápido como vino la sombra de su rostro se fue. - Cas me preguntó por ella el primer día que la vio. Me había estado dando la lata diciéndome que mi nombre era muy largo y difícil de recordar para él. Una escusa para que me buscase un apodo. - Cogió aire. - Me preguntó cuál era el elemento que primero me había aprendido. Le contesté que la plata, porque era uno de los pocos que conocía en aquel momento. Así que empezó a llamarme así. - Herby la miró sin entender lo que quería decir. - "Sølv" significa "plata" en noruego, que es la lengua materna de Cas y Tor.

- ¿Cómo te encuentras? - Preguntó al entrar en la habitación. Adhara estaba junto a la cama de Matt y Dann se apoyaba contra la pared de brazos cruzados.

- No lo sé. ¿Mareado? - Respondió como si estuviera a punto de dormirse.

- Es el sedante. - Explicó la doctora.- Tiene la rótula destrozada. - Empezó dirigiéndose a Antares. - Ya he sacado la bala y he hecho lo que he podido con los medios de los que dispongo, pero necesitaría ir a un hospital y operarse. La única manera de que recupere la movilidad total es que se le implante una rótula artificial. - Adhara miró a Matt que parecía haber caído en un profundo sueño. - De otra forma deberá servirse de muletas para caminar.

- ¿¡Cómo vamos a llevarle a un hospital!? - Exclamó nervioso el pequeño de los hermanos. - Harán preguntas a las que no podremos responder y avisarán a la policía cuando se den cuenta de que es una herida de bala. - Dann parecía más alterado de lo que era costumbre en él. - Nos terminarán cogiendo a todos como a...- Su voz se quedó ahogada y no pudo terminar la frase. Miró a Antares para ver su expresión, pero ésta era serena y seguía mirando a Adhara como si no lo hubiera oído.

- ¿Podrías operarle tú? - Preguntó ella.

- Yo...- Titubeó la joven. Parecía haber perdido toda la seguridad que tenía mientras atendía a Matt. - ... supongo que sí. - Añadió finalmente. - Pero necesitaría un quirófano y material. Además, no podría hacerlo yo sola y Ácrux y Shaula se marcharon junto al resto de la División de Inteligencia. - Antares frotó sus ojos con fuerza. Parecía cansada, todos lo parecían.

- Se me ocurrirá algo. - Aseguró. - Gracias Adhara. - Tras decir eso la doctora se marchó. - Se me ocurrirá algo. - Repitió dirigiéndose a Dann.

- ¿Deberíamos seguir a la División de Inteligencia? ¿Qué deberíamos hacer, Anti? - Empezaba a sentirse perdido sin su hermano y pensó, ¿si se hubiera ido con Crystal se habría sentido igual de perdido? Las ideas se le amontonaban en la cabeza. No sabía cómo podría ayudar a su hermano, Matt era el mayor, el que cuidaba de él cuando de pequeño se ponía enfermo, el que le hacía reír cuando estaba triste. Dann habría hecho lo mismo por su hermano, pero no recordaba ninguna ocasión en la que Matt hubiera estado enfermo y él tuviera que cuidarle. Ninguna situación en la que Matt hubiera estado triste y él tuviera que haberle hecho reír. Entonces fue cuando Dann, aún siendo ya un adulto, se dio cuenta de algo: Cuando una persona depende de ti, no te puedes permitir el lujo de ponerte enfermo o de parecer triste. Matt había cuidado siempre de él, Dan no sabía cómo hacer de hermano mayor.




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