Tal y como estaba planeado recogieron los coches y a Vega y Altair, que no estaban lejos. Habían parado en un descampado para cambiar las matrículas, de ese modo, si alguna cámara les había visto, no volvería a encontrarles. Habían decidido conducir hacia el sur. En realidad no importaba mucho la dirección, sólo querían escapar de aquel lugar. Debían encontrar un sitio donde resguardarse y pensar el siguiente paso sin llamar la atención. Altair cogió su portátil y buscó un sitio que pudiera ser seguro. No le fue difícil encontrarlo. A causa del cambio de gobierno, había multitud de edificios abandonados. Además, la gente había tendido a aglomerarse en las ciudades y había pueblos pequeños que habían sido abandonados. Cuando los cuatro ancianos que quedan en un pueblo mueren, ya no queda nadie que quiera reclamar esas propiedades. Ahora nadie quiere vivir en un pueblo donde apenas llega la señal de televisión. Eligieron uno de esos pueblos. Apartado de otros lugares y completamente deshabitado. Entre el paso del tiempo y los materiales anticuados, las puertas de las casas del pueblo no presentaron una gran resistencia cuando empezaron a abrirlas a empujones. Eran casas pequeñas, así que se instalaron en dos casas adosadas. Comprobaron que ambas seguían parcialmente amuebladas. Agena y Altair ayudaron a Gacrux a llevar a Pólux hasta una cama en el piso superior de una de las casas. Según los cálculos de Adhara, el chico no despertaría hasta bien entrada la noche. Régulo salió del asiento del conductor y abrió la puerta para que Antares saliera. Ésta no había hablado en todo el viaje, a pesar de que Régulo y Adhara habían intentado que dijera alguna cosa. La muchacha se dejó conducir como un cordero manso hasta otra de las camas, donde se recostó sin ni si quiera expresión en la mirada. Matt se había sentado a los pies de su cama y había estado hablándole esperando que le respondiese. Pero no lo hizo. Al salir de la habitación se encontró con Adhara en el pasillo.
- Ha entrado en un fuerte estado de shock. Pero se pondrá bien. - Le consoló. - Es fuerte. Ella misma volverá a reaccionar pronto.
Durante el resto del día no hubo mucha actividad. Tras la comida Crystal y Dann se habían sentado en la hierba viendo como pasaban las horas. Algunos habían ido a explorar aquel pueblo fantasma. Gacrux no se había separado de Pólux y Adhara se mantenía pendiente de éste y de Rosalind.
- ¿Qué significaba eso de "agua"? Creí que me estabas informando del tiempo por el Walkie-talkie. - Le comentó Dann a Altair mientras cenaban reunidos en el comedor de una de las casas.
- Es lo que suelen decir los ladrones para dar la señal de alarma. Al menos en las películas policiacas es así. - Explicó Altair.
- Creo que has visto demasiadas películas, Herby. - Opinó Vega. Fue la única risa del día.
A mitad de la noche, tal y como había asegurado Adhara, Pólux despertó. Gacrux que no había podido dormirse le vigilaba tumbado a su lado. Cuando le vio abrir los ojos, el corazón se le inundó de alegría, una alegría que se desvaneció pronto. Pólux empezó a gritar de forma desgarradora. Adhara, que había decidido dormir en la habitación contigua con Agena, se levantó de un salto, cogió su maletín y corrió hasta el cuarto de al lado.
- Pólux. - Dijo Gacrux con un nudo en la garganta. - Tranquilo. Estás a salvo. - Pero no importaba lo que nadie dijera. Sus gritos no cesaban, el dolor de las heridas que le habían producido todas las agujas en su cuerpo era indescriptible. Aunque Adhara hubiera sacado todas las agujas, las heridas seguían ahí y la sensación de tenerlas clavadas persistía. Dann y Crystal que dormían en el otro cuarto fueron los siguientes en llegar.
- Sácalo de aquí. - Le había dicho Dann. Crystal tiró de Gacrux para llevarlo fuera de la habitación. Intentó resistirse, pero Dann lo sacó de un empujón y sólo pudo taparse la boca con las manos mientras Crystal lo abrazaba. - ¿Hay algo que pueda hacer? - Le preguntó a Adhara.
- Sujétalo. - Pidió. - Si no será imposible sedarlo. - Hizo lo que ella le había dicho. Cuando le cogió de los brazos para inmovilizarle, Pólux lanzó otro grito ensordecedor. Cada fibra de su cuerpo le quemaba. Dann vio como su rostro se retorcía del dolor. Si se movía le dolía a horrores, pero mantenerse quieto le resultaba imposible. Tan solo respirar le resultaba un infierno. ¿Qué clase de depravado podía hacerle algo así a alguien?, pensó Dann mientras Adhara conseguía inyectarle la morfina que había sacado de su maletín. Le mantuvo quieto mientras el sedante hacía efecto. Empezó a calmarse poco a poco, ya no chillaba, sólo gemía de vez en cuando. Aún mantenía los ojos abiertos.
- ¡Ey! - Le llamó Dann. - Estás a salvo. - Hizo un gesto para que Adhara dejara entrar a Gacrux. Cuando abrió la puerta se dio cuenta de que todos estaban en el pasillo, incluso los que se habían ido a dormir a la otra casa, todos menos Antares. - Te vas a poner bien. - Dijo Dann cogiéndole de la mano. - Tú aguanta. Pasará pronto. - Gacrux caminó despacio hasta la cama. Quiso abrazarlo, pero tenía miedo de hacerle daño. Se dio cuenta de que otra vez estaba llorando. Él, que casi nunca había llorado antes de llegar al campamento, que siempre se había sentido seguro de sí mismo, a pesar de que había ocultado siempre su orientación sexual ante el resto del mundo. De repente se había encontrado con personas a las que podía mostrase sin tener que ocultar nada, incluso a una persona a la que podía amar sin restricciones. Pólux levantó la mirada hacia su novio con dificultad.
- Te dejé llorando y te encuentro llorando. - Dijo Pólux muy, muy despacio. - Menudo estás hecho. - Cerró los ojos con fuerza para no mostrar el dolor que todavía sentía. - No puedes vivir sin mí ¿Verdad? - Gacrux se arrojó sobre él llorando a lágrima viva. Puso un brazo sobre su pecho, pero evitó dejar caer su peso. Se conformaba con rozarle. Se inclinó y puso su frente contra la de su novio, tal y como éste había hecho para consolarle cuando se lo habían llevado. Las saladas lágrimas del chico cayeron sobre el rostro de Pólux. Gacrux volvía a parecer tan pequeño comparado con él. Dann cerró la puerta al salir. El chico se tumbó en la cama, apenas le rozaba, para no hacerle daño. Con gran esfuerzo, Pólux esbozó una sonrisa. - No sé que voy a hacer contigo. - Murmuró antes de dormirse.