No importa en la época en la que naciste, no importa el lugar del planeta en el que naciste, en el mundo siempre habrá gente sin escrúpulos. Aquellos que no tienen ningún ideal, no les importa luchar en un bando o en otro. Sólo les importa una cosa: el dinero. Esas personas son las que forman "La Capital", una organización dedicada al tráfico en general, ya fuera de armas, de información, de drogas, de personas... No les importa quién seas, sólo tienen una regla: Si tienes dinero, eres bien recibido. Se decía que el líder máximo de "La Capital" apodado "El alcalde" tenía más dinero que Hatefiel y el Papa juntos. El significado del nombre de la institución era simple: hay una de sus instalaciones en cada capital habitada del mundo. Todos lo saben: los habitantes lo saben, los rebeldes lo saben, el gobierno y la Iglesia, lo saben. Y todos se benefician de ello, por lo que, en cierto modo, a nadie le conviene que desaparezca, pero a ninguna institución le terminan de gustar y el sentimiento de desconfianza es reciproco.
El grupo se adentró en el lugar más oscuro de la ciudad y allí estaba: "La Capital"
- ¿Te encuentras bien? - Le preguntó Adhara a Régulo. - Te noto nervioso. - Régulo apartó la mirada y avanzó unos pasos rápidos hasta llegar a Antares y Matt.
- Capitanes. - Empezó. - Dejen que yo hable con ellos. - Hizo una pausa. - No me gusta este sitio. - Admitió finalmente.
- Tranquilo. - Dijo Antares poniendo una mano en su hombro. - Nosotros ya hemos estado aquí antes. Sabemos cómo tratar con ellos. No te preocupes. - Añadió intentando calmarlo, pero no funcionó. Se sintió desprotegido al haber tenido que dejar todas sus armas en la entrada, pero siguió caminando detrás de los dos altos cargos, escoltándolos.
Recorrieron multitud de pasillos y salas conducidos por un miembro de la institución. Había espacios al aire libre donde la gente estaba bailando al mismo tiempo que bebían e ingerían drogas a plena vista. No les parecía importar la edad que tuvieses, si tenías como pagarlo, podías hacer lo que quisieses.
- Es el fin de toda moral. - Murmuró Régulo a Adhara sin dejar de mirar al suelo. Parecía que ni si quiera podía mirar lo que sucedía a su alrededor.
Dos chicas, algo ligeras de ropa, se metieron por medio del grupo. Una cogió a Gacrux del brazo.
- ¿Quieres pasar un buen rato, guapo? - Al muchacho le entró de repente tanto pavor que no pudo responder. Pólux no apartó la sonrisa de su rostro cuando abrazó a su novio por la cintura desde la espalda. Esto hizo que Gacrux se sintiera algo incómodo, había demasiada gente allí y él mismo no estaba acostumbrado a ver con buenos ojos demostrar en público su relación. Pólux respondió a la chica con toda la dulzura que supo.
- Me temo que no eres su tipo, preciosa. - Ella les miró a ambos y sonrió con más fuerza.
- ¡Oh! - Exclamó sin mucha sorpresa. - En ese caso... llamadme si queréis probar algo... - Suspendió la frase mirando al asustado Gacrux. - ...distinto. - Dijo finalmente acariciando la barbilla del muchacho.
- Tania. - Llamó la otra chica. - Hay más hombres en el grupo, ¿quizás ellos si estén dispuestos a hacernos un poco de caso? - Dijo sugerentemente acercándose a Dann que era el que tenía más cerca. Se pegó a él y éste levantó las manos apartándose, como para demostrarle a Crystal que no tenía pensado tocar a esa mujer.
- Ni te le acerques. - Advirtió Crystal con furia y la chica rio apartándose. – O te pelaré como a una uva.
- No sé cuánto llevaréis en esto, preciosas. - Comenzó Matt burlón. - Pero escoger a los dos únicos chicos con pareja no dice mucho a vuestro favor.
- ¿Quizá seas tú el afortunado? - Matt sonrió y se acercó a ella, la cogió de la barbilla y la besó con suavidad. Se aproximó más a ella y la agarró por la cintura besándola con más fuerza. Esto sorprendió a varios de los del grupo, que les miraban anonadados. Otros no tanto. Dann simplemente puso los ojos en blanco esperando a que su hermano mayor terminara con el numerito.
- Otro día quizás, amor. - Le susurró cuando se apartó lentamente. - Hoy mis amigos y yo tenemos cosas importantes que hacer. - Sentenció, apartándola del todo. - Me regalas el beso, ¿verdad? - Ella resopló y sonrió.
- Sólo porque besas bien. - Dijo orgullosa y luego se marcharon en busca de unos clientes más dispuestos. Altair miraba a Matt atónito, quizá era por la educación católica que sus padres le habían dado, pero no le parecía bien que la gente se vendiese de esa forma y no se esperaba que a Matt le gustase ir con mujeres que ejercieran esa profesión. Gacrux se quedó mirando al suelo mientras caminaba junto a los demás. ¿Cómo podía sentirse tan tonto de repente? Se había quedado parado cuando se le acercó la mujer y se quedó aún más bloqueado cuando Pólux le había agarrado en público. ¿Qué estaba mal en él?
- Hermano. Espabila. - Dijo Matt de repente pasando algo por encima de su hombro. Dann abrió la boca sin creerse lo que había pasado y se palpó los bolsillos. - Esa chica te ha robado la cartera, idiota. - Antares sonrió. Los hermanos O'Connor, tan espabilados para unas cosas y tan torpes para otras, la suerte era que entre los dos, se compensaban a la perfección. - ¿A dónde estabas mirando? - Preguntó.
- Eso Tor. - Empezó Crystal haciéndose la ofendida. - ¿A dónde estabas mirando?
- A ti, cariño. Sabes que sólo tengo ojos para ti. - Respondió Dann abrazándola, ella fingió resistirse, pero no lo logró y él la besó.
- Por eso me has cogido de la cintura. - Dijo Gacrux en voz muy baja entendiendo lo que Pólux había hecho. Él no dejó de sonreír agradablemente y le miró.
- Pues parece que no te ha gustado. - Dijo inclinándose sobre su oído. Gacrux bajó aún más la cabeza, avergonzado. - Cuándo te conocí parecías la seguridad personificada. Ahora eres como un niño. - Gacrux no pudo levantar el rostro para mirarle, así que Pólux se paró en seco, le cogió de la barbilla y le obligó a hacerlo. - No quiero pensar que vas a hacer cuando intente ir más allá de la cintura. - El rostro de Gacrux pareció colorearse de repente y sus ojos se abrieron de par en par. ¿Pudiera ser que ni si quiera había pensado en ello? Pólux le soltó y se echó a reír mientras le revolvía le pelo y se ponía en marcha de nuevo. - Cálmate. No voy a hacerte nada. - Gacrux siguió parado unos segundos, paralizado y luego corrió un poco para alcanzarle. Fue entonces cuando Pólux tosió un par de veces y se llevó la mano al pecho doblándose. Todos se pararon en seco y le miraron.