Tres meses más tarde.
Las luces del edificio empezaron a tintinear antes de apagarse por completo. Sentado en su silla, frente al escritorio, Damien se dio cuenta de que no estaba solo. Deslizó la mano lentamente bajo la mesa y, sin hacer el más mínimo ruido, cogió el arma escondida y apuntó con ella a la oscuridad. Dispararía a cualquier sombra que se le aproximara, no le importaba si era uno de sus compañeros de equipo quien lo hacía. De pronto, algo salió de la nada y se enredó en el cañón del arma y con un fuerte tirón, y aprovechando el efecto sorpresa, la pistola salió disparada de su mano. Al adaptarse un poco su vista a la oscuridad, pudo distinguir levemente unas figuras delante suyo. Ocho en total.
- Curiosas las leyes del magnetismo. ¿No crees? - Dijo una de las figuras, la cual estaba sosteniendo en su mano el artilugio que le había arrebatado el arma, además de la susodicha pistola.
- Un látigo imantado. - Acertó a decir el hombre. - Original. Muy típico de ti, Uhura.
- Ahórrate los halagos, Damien. - Pidió Harley. - Ya sabes a que hemos venido.
- "Los mitológicos" siempre tan directos. Debo preguntarlo, ¿cómo me habéis encontrado? - Preguntó sin mucho interés.
- Como si no lo supieras. - Aseguró Grievous con tono malhumorado. - Tú querías que te buscáramos.
- Hay muy pocas personas en el mundo capaces de dejar los ordenadores de la base central del CES tal y como estaban. - Explicó Harley. - Pero sólo tú eres tan engreído como para dejar un mensaje.
- Está bien. Está bien. Lo asumo. Quería que supierais de mí...
- Pero no imaginaste que fuéramos capaces de dar contigo en tan poco tiempo. ¿No es así?
- Tú siempre tan acertada, Christie. - Opinó el hombre que aún no se atrevía a salir de la penumbra y seguía oculto tras su escritorio. - Supongo que os subestime en ese sentido. - Contó rápidamente a los presentes. - Os falta uno, mitológicos. - Comentó. Fuera cual fuera el gesto de sus enemigos al mencionarlo, no pudo verlo. - Creí que vosotros nunca...
- ¿Puedo matarlo ya? - Interrumpió Harley. - Su presencia me molesta.
- Me rompes el corazón, mi amor. - Dijo llevándose la mano al pecho con fingido gesto de dolor. - Y pensar que una vez me amaste. - Nightwing le tendió uno de sus cuchillos a su compañera.
- Haz el favor de acabar con esto. - Pronunció.
- Un segundo. ¿No teníamos que sacarle para quien trabaja? - Preguntó Karras.
- Bueno. - Grievous avanzó un paso y se crujió los nudillos. No a todos les gustó el gesto, pero por una vez nadie dijo nada. - Ese será un trabajo sucio, pero alguien deberá de hacerlo. - Damien se echó a reír y todos se mantuvieron en sus puestos atónitos. ¿Acaso no se daba cuenta de lo cerca que estaba de su muerte?
- ¿Creéis que todo os va a resultar tan fácil? - Damien apretó un botón oculto y las luces volvieron a encenderse de pronto.
- Un generador auxiliar. - Observó Igneel sin sorprenderse, que hasta ahora había permanecido callado. - ¿Pretendes detenernos con eso? - Dijo mostrándose confundido.
- No, con eso no. - Colocó la mano sobre la pantalla de grafeno de la mesa, que se había encendido junto con el resto de aparatos electrónicos. De repente, un sonido estridente retumbó por todo el edificio.
- No pretende cegarnos, creo que quiere dejarnos sordos. - Opinó Karras casi decepcionado.
- ¡Deja de jugar, idiota! - Exclamó Harley exasperada.
- Esperad. - Pidió de repente. - En unos instantes la pelea será más igualada. - Aseguró con una siniestra sonrisa. Todos se quedaron en silencio, incluso el sonido de la alarma cesó. Esperaron, tal y como Damien había sugerido, pero nada ocurrió. La cara del hombre fue modificándose poco a poco, tornándose en un claro gesto de inquietud.
- Si estás esperando al resto de los "Siniestro total", esperas en vano, traidor. - Aclaró Nightwing finalmente. Damien pudo ver, ahora claramente, la expresión de sus enemigos, una expresión de satisfacción cruel.
- ¿Creías que íbamos a estar aquí de cháchara contigo sin habernos encargado antes del resto de tu equipo? ¡Qué iluso! - Exclamó Christie.
- Es imposible. - Argumentó convencido. - No ha habido ningún ruido. Los cuatro son profesionales. No es posible...
- Pareces haber olvidado algo desde que nos traicionaste para unirte al enemigo. - Comentó Uhura. - Nosotros también somos profesionales con mucha experiencia en este terreno.
- Ellos eran asesinos. Creo recordar que vosotros no lo erais. – Espetó Damien rabioso.
- Somos lo que debemos ser en cada momento. - Aseguró Nightwing. - Ni más ni menos.
- Y ahora déjate de juegos y dinos para quien trabajas. - Exigió Harley queriendo sentenciar la conversación.
- No voy a deciros nada. No importa que me hagáis.
- Ahora va a resultar que es un perrito fiel a su amo. - Comentó Grievous. - Pero no pareció costarle mucho traicionar a sus amigos.
- No lo entendéis. - Quiso puntualizar Damien. - Lo que vosotros podáis hacerme no será nada comparado a lo que él me hará si os lo digo.
- Creo que no lo has entendido. - Explicó Christie. - Confieses o no, él ya no podrá hacerte nada.
- No vas a salir vivo de aquí, Damien. - Dijo Karras concluyendo la frase. – Lo único que cambiará será tu sufrimiento antes de morir.
- Intentaste matar al capitán. - Damien quedó perplejo ante el comentario de Harley. - Efectivamente, no conseguisteis matarlo. - Aseguró al ver la cara de confusión de su ex. - Pero matarás a otros si te dejamos con vida. Y no vamos a permitir eso. - El hombre dejó caer los brazos como derrotado.
- Al final no somos tan distintos ¿Sabéis? - Empezó a decir. - "Los mitológicos" y los "Siniestro total", quiero decir. Ambos somos los grupos de especialistas que marchan a las órdenes de otros. Matan si es necesario y luego desaparecen en la bruma. Vosotros me enseñasteis esa forma de vida.
- No nos parecemos en nada. Tú haces esto por dinero, nosotros defendemos una idea. - Argumentó Nightwing. - El punto de vista lo cambia todo.