Estrellas bajo tierra: la fe del pueblo libre

CAPÍTULO XXXIII: NECESITAS UN EJÉRCITO...

Las dos mujeres se acercaron andando con paso rápido y seguro. Cuando se hallaron ante la puerta de la prisión vieron una cámara apuntarlas y escucharon una voz, casi robótica, dirigirse a ellas.

- Esta es un área restringida. Váyanse si no desean ser detenidas. - Les ordenó la voz.

- Hemos venido a entregarnos. - Dijo una de las dos jóvenes.

- Ese no es el procedimiento habitual. – Volvió a habar la voz. – Si desean confesar un delito diríjanse a una comisaría, señoritas, esto es una prisión especializada. – La voz, aunque parecía artificial, sonaba firme y tosca. Lise miró a su compañera preguntándose que podrían hacer. Su respuesta no se hizo esperar mucho, pues Summer la cogió de la cintura y le plantó un beso. Al principio, Lise se sorprendió tanto que su primer deseo fue el de apartarse, pero así no convencerían al guardia de que debía dejarlas entrar. Una vez recuperada de la sorpresa, intentó dejarse llevar lo mejor que supo, siempre con la idea en la cabeza de que, detrás de la colina cercana, un grupo de personas bastante numeroso las observaban impacientes.

- Esto... hermano... - Empezó Héctor, quien no podía dejar de parpadear con la vista fija en los prismáticos. - ¿Estás viendo lo mismo que...?

- Sí. – Respondió Ian cortante, que estaba a su lado mirando por la mirilla de su fusil, siempre bien apoyado contra su hombro. – Y no quiero comentarios. – Los dos se quedaron en silencio contemplando la escena que estaban representando las dos chicas. Puesto que se trataba de su hermana, el impulso de Ian era el que apartar la vista de la mira del arma, pero no podía hacerlo ya que su obligación era defenderlas de los guardias de la prisión. No estaba seguro de que debía sentir o pensar de aquella escena, así que intentaba concentrase en la misión.

- Pues a mí me está animando. – Soltó Héctor de repente sabiendo que a Ian le pondría nervioso la observación.

- He dicho que nada de comentarios, Crow. – Exigió serio mientras veía a su hermano de otra madre echarse a reír despiadadamente. Por supuesto, él no tenía sentimientos encontrados frente a aquella escena. – Silencio. – Dijo de repente tensando sus músculos. Héctor se calló y rápidamente cambió el gesto para seguir mirando por los prismáticos. Las chicas se había separados y las puertas se estaban abriendo. Dos guardias salieron apuntándolas con sus armas. Debieron ordenarles que se pusieran de rodillas, pues esto es lo que Lise y Summer estaban haciendo. Ian ya se había preguntado antes si era buena idea que ellas se acercaran solas. De hecho, no sólo se lo había preguntado sino que había intentado impedirles ir, pero al final no había podido convencerlas. Lo único que podía hacer ahora era protegerlas con todo lo que tenía y sabía. Seguir el plan. No estaba lejos de ellas. Si corría, las alcanzaría en menos de tres minutos, pero eso no le tranquilizaba mucho.

Uno de los guardias puso su pistola en la funda y pidió a Summer que se levantara, pero en vez de hacerlo ella, fue Lise quien lo hizo. Al guardia no pareció importarle y se encaminó hasta Lise mientras su compañero no dejaba de apuntarlas. Le hizo poner los brazos en cruz y abrir un poco las piernas para poder cachearla. Lise no rechistó y obedeció. El hombre lanzó una sonrisa casi diabólica a su compañero sin intentar ocultarla a las dos muchachas, pero sin saber que, con la mira telescópica, Ian también la había visto. Empezó palpando los brazos, hasta ahí todo normal. Incluso Lise tuvo la sensación de que al final se trataría de un caballero y de que se había imaginado el gesto anterior. O quizá simplemente eso ya era suficiente para él. Qué mono, si fuera así, pensó Lise. No fue igual cuando pasó la mano por sus hombros y su espalda, pero fue aún más... exhaustivo cuando posó las manos en sus costados y los deslizó hasta sus caderas. Se detuvo ahí y bajó de golpe a uno de sus tobillos. Comprobó que no tuviera ninguna arma y luego, suavemente subió las manos por la pierna acariciándola muy despacio, recreándose. Summer vio su rostro ensimismado, con una sonrisa bobalicona y desesperada. Disfruta mientras puedas, imaginó Summer que estaría pensando Lise, quien mantenía una expresión impasible. Al llegar al muslo paró y fue al otro tobillo para hacer lo mismo. Ian esperaba con el dedo muy cerca del gatillo, pretendiendo estar tranquilo. Igualmente, no tenía un tiro limpio, podía dañar a Lise. No era el único de la formación en tener en su mano un fusil de precisión, pero la orden era que nadie dispararía antes que él. Cuando el guardia llegó al segundo de muslo de Lise, no se detuvo y pareció querer seguir muy lentamente.

- Yo que tú no haría eso. – Le advirtió Summer. Él le miró disgustado.

- ¿Y por qué no? Puta desviada. – Le espetó levantándose. Summer se mantuvo quieta, mirándole desafiante. – Lo que necesita es buen hombre para dejar de estar tan enferma. - Dijo poniendo la mano sobre el hombro de Lise.

- ¡Oh! Por eso no te preocupes. – Continuó Summer con tranquilidad. – Ella tiene a un hombre de verdad. Y a mi hermano nunca le ha gustado que toquen lo que es de su propiedad. – Sonrió divertida. El guardia, furioso al no comprender nada y aprovechando que Summer estaba de rodillas, dio un paso, alzó su pierna y se dispuso a darle una patada en la cara, pero se quedó en nada. Summer, con su lengua afilada, había conseguido para su hermano una posición en la que poder disparar sin hacer daño a su novia. Con un grito de dolor el guardia cayó al suelo antes de poder lanzar la patada. La bala le había alcanzado en la pierna. Lise no entendió por qué no le había disparado a la cabeza directamente, pero supuso que no tardaría en entenderlo. Antes de que el segundo guardia pudiera asimilar lo que estaba pasando, otros dos francotiradores, cercanos a la posición de Ian, le dispararon alcanzándole ambos en el pecho. Entonces, una primera oleada de personas salió corriendo de la colina. Crow les dirigía, Ian y el resto de francotiradores permanecerían allí para cubrirles y marcharían en una segunda oleada, cuando la primera ya hubiera llegado hasta Lise y Summer. Sabían que el resto de los guardias no tardarían en llegar a la puerta. Summer le lanzó una de las armas que llevaba encima a Lise. Esa era la razón por la que Lise se había dejado registrar en su lugar. Luego Summer cogió el arma del guardia muerto y Lise hizo lo propio con el que aún seguía vivo a sus pies. Le apuntó con el arma y oyó la voz de Ian por el auricular que llevaba, al igual que todos, en el interior de la oreja.




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