BARRETT
Estiro mis brazos por encima de mi cabeza, él día de hoy en el entreno me sentí desconcentrado y terminé más cansado que otras veces. Muevo el cuello haciendo círculos con mi cabeza.
Entreno casi todos los días, y durante ese tiempo Tam siempre me espera en las gradas. Esta ha sido la rutina desde hace dos años, incluso cuando ella tuvo un auto me esperaba de todas formas. Cuando era parte del equipo ella consideró unirse también a natación pero rápidamente se deshizo de esa idea, lo suyo es subirse a un caballo pero no para competir con nadie, solo por diversión.
A diferencia de mí, me preparo para el próximo año y las competencias de verano una vez más.
— ¡Por tu culpa! —Tam me grita mientras se deja caer en mi cama.
Después de la escuela Tam suele venir a mi casa, algunos días vamos a la de ella. No importa realmente, sea el lugar que escojamos siempre estamos solos sin padres. Los padres de Tam están ocupados todo el tiempo pero los mira por las noches, excepto cuando alguno salió de la ciudad o del país.
Aun así creo que están mucho más presentes que mis padres.
Nuestras familias están bien con el hecho que pasamos mucho tiempo juntos, los padres de ella nunca me han visto como un chico sino como el compañero de aventuras de Tam. A mis abuelos nunca les ha preocupado que Tam entre a mi habitación o que yo vaya a su casa cuando no tenemos supervisión adulta.
Según mi abuelo, somos como gemelos.
Arrugo la nariz mientras la miro, ¿Por qué sufre por algo así? —Ya supéralo, ve y busca otro chico.
No sé qué es lo que ella ve cuando está con Finn, no digo que sea feo pero en la escuela hay tantos chicos que se morirían por salir con ella. Da igual si uno no le hace caso.
Ella toma una de mis almohadas y la lanza con fuerza hacia mí. — ¡No quiero otro chico! —Se levanta un poco sosteniendo su cuerpo con los brazos—. Finn es muy lindo, nos llevamos bien y tu tuviste que arruinar todo con su hermana, ¿tan difícil es ser amable?
—No es mi culpa que te hayas fijado en el hermano de la única chica que me odia en esa escuela —suelto.
Tam mueve su cabeza hacia atrás. —No es la única, yo también te odio —bromea—. Barrett, sé que no quieres ser amable con nadie pero podrías esforzarte un poco, por mí.
Ruedo los ojos y le lanzo la almohada de vuelta. —No lo entiendes, esa chica me odia sin ningún motivo.
Tal vez por eso estaba distraído en el entrenamiento, me la pasé todo el rato intentando descubrir porque ella me trata de esa forma. No es que quiero agradarle a todo el mundo pero, ¿Por qué se comporta de esa forma? Estaba repasando cada pequeña interacción entre nosotros y concluí que yo debería ser la persona grosera.
La chica me tiró comida encima y luego nos encerró bajo la lluvia, yo debería tratarla como ella me trata. Si le contesto enojado es porque ella empieza con su actitud molesta, no yo.
Tam resopla y pasa las manos por su cabello. —No lo creo, se ve tierna y tímida, yo creo que tú fuiste el mismo tonto de siempre —toma la almohada y cubre su rostro con ella—. Por tu culpa estaré soltera por siempre, eres el peor mejor amigo de la historia.
Le quito mi almohada y veo las manchas de maquillaje en ella. —Mira Tam, estoy siendo sincero, yo estaba siendo amable pero ella comenzó a decirme que nací en una cuna de oro y todas esas tonterías —señalo donde su maquillaje marcó la tela—. Ahora tendrás que comprarme otra almohada.
Toma almohada y vuelve a cubrir su rostro. —Pero me gusta mucho, ¿sabes que ayer me la pasé pensando en cómo sería nuestra primera cita?
No le respondo, los dramas románticos de Tam siempre son un desastre.
—Barrett, hablo enserio, si no me ayudas comenzaré a pensar que debemos hacer uno de esos pactos sobre casarse con tu mejor amigo si llegamos solteros, ¿no? Contigo será fácil, no creo que nunca ames a nadie así que… ay no, no voy a casarme contigo.
Levanto una ceja. —No quiero casarme contigo.
Me fulmina con la mirada. — ¡Casarte conmigo sería lo mejor que te podría pasar! Pero hablo enserio, creo que si nuestros padres fueran como antes hubieran arreglado nuestro matrimonio desde que éramos pequeños, ¿no?
Froto mis cienes. —Gracias a Dios que no arreglaron un matrimonio entre nosotros, no aguantaríamos ni un día juntos.
Se reincorpora y lanza la almohada contra mi abdomen. —Si Barrett, ya sé que quieres permanecer soltero por el resto de tu vida pero yo no quiero eso para mí, ¡Tenemos que hacer algo! Ya no sé si van a ir a la fiesta o no —me mira con los ojos entornados—. Mañana te vas a disculpar con ella, vas a ser un buen chico y le dirás que quieres llevarla a la fiesta para que se lleven mejor.
Hago una mueca, en lugar de hablar sobre esto deberíamos estar haciendo tareas. —Tam, creo que ese plan es uno muy malo —ahora yo me dejo caer en la cama—. Ella no quiere ir y yo no quiero estar cerca de ella, ¿Puedes dejarme en paz? Si tanto te gusta porque no van solo ustedes.
—Porque su auto estará en un taller y yo no puedo manejar —hace un puchero—. Me iré a quejar con Ana, ella me entenderá.
Ana, o Anastasia, es mi abuela. Ella vive con nosotros pero no es una típica abuela que usa suéteres grandes y va con un andador, Anastasia sale a tomar café con sus amigas de sesenta años, escucha música tropical y cocina postres todo el tiempo.
De cierta forma es como si Tam fuera su nieta también, mis abuelos la quieren mucho y como hemos pasado todos estos años siendo amigos, ellos ya se han encariñado con ella.
—Mira —Tam levanta sus manos y las mueve para pedirme que me acerque—. Hagamos un ejercicio, uno como los de Queens. Cierra los ojos, Barrett Andrews, vamos, hazlo —lo hago sino seguirá insistiendo—. Visualiza a la chica, Ocean Palmers.
La visualizo o algo así, veo su cabello lacio y sus ojos grandes, también su ceño fruncido y los dientes apretados. —Ya, ¿Ahora qué?