Estrellas Sobre Nosotros

21: OCEAN

OCEAN

—Esta pizza no parece pizza —le digo a Finn que está detrás de mí en la fila de la comida.

Las rodajas son delgadas y tienen muy poco queso, pequeñas hojas de lo que creo es espinaca y pimientos rojos. —Es lo que hay —responde mientras toma una magdalena de chocolate con cerezas.

Tomo una botella pequeña de agua y caminamos a la mesa de siempre, donde Tamara y Barrett se sientan también. Aun no me siento totalmente bien sentándome a su lado siempre. En clases, en el almuerzo e incluso cuando nos llevó a la fiesta. Es como si alguna fuerza magnética nos obligara a estar al lado del otro. Ahora que lo pienso, nuestros casilleros también están cerca.

Barrett se cubre la cara con la servilleta de papel y estornuda, Tamara arruga su nariz y mueve su comida lejos de él. —Tal vez deberíamos sentarnos en otra mesa antes que Barrett nos contagie.

Yo tomo un trago de agua, Barrett suspira. —Pues a ella no podré contagiarla si ya está enferma.

Finn me mira. — ¿Acaso hay un virus o algo?

—No —la voz de Barrett suena divertida, como si estuviera presionándose la nariz—. Tu hermana me estornudó en la cara.

Finn se cubre la boca intentando ocultar su sonrisa. — ¿Qué hiciste qué?

Tomo el tenedor y el cuchillo, corto la orilla del pan. —Él hizo lo mismo.

Barrett mastica. —Eso fue un accidente.

—Lo mío también fue un accidente —me defiendo tomando el pan con el tenedor y me lo llevo a la boca.

Barrett frunce el ceño y mira mi plato, ¿Acaso le molesta que me coma primero la orilla y luego lo demás? Me gusta comer la pizza de esta forma, tal vez es algo tonto pero siempre lo he hecho así.

Pero luego veo su plato y él también está comiendo la pizza de esa forma, se come la orilla de la pizza primero. —Pues tu accidente causó que te estornudara en la cara —él dice lentamente.

Arrugo la nariz y trago. —Ni me lo recuerdes, fue asqueroso.

Tamara suelta una risa, pero no suena muy alegre. —Entonces… ambos están enfermos, ¿no? —Mira a Finn—. Creo que eventualmente nos enfermaremos nosotros.

Finn hace una mueca. —Creo que soy inmune a los gérmenes de mis hermanos, así que estaré bien.

Eso es cierto de alguna forma. Cuando tenemos algún resfriado ninguno de nosotros se enferma, no sé porque. Jamás ha pasado que dos hermanos hayan estado enfermos al mismo tiempo. Papá suele decir que tenemos un buen sistema inmunológico y que la lealtad también es parte de él.

Tamara suspira. —Y yo… bueno, ¿Qué más da? Barrett sé que me contagiaras con lo que sea que tengas.

Barret aclara su garganta. —Mejor comamos y ya.

Tamara acomoda su cabello detrás de su oreja. —Oh, por cierto, mañana habrá otra fiesta, ¡Tenemos que ir! —mira a mi hermano sonriendo—. Tenemos que ir.

—Suena bien para mí —Finn afirma.

No me sorprende que quiera ir, después de todo se le vio muy feliz el viernes cuando regresamos y el fin de semana estaba de buen humor. Creo que aunque no lo digan, están saliendo ya. Al menos ella no es mala persona, su único defecto es que sea amiga de Barrett.

Yo bajo los hombros. —No creo tener energía para una fiesta.

—Yo menos —agrega Barrett.

Tamara niega preocupada. —No, tenemos que ir todos, será más divertido.

Barrett la señala con su tenedor. — ¿Por qué será más divertido? La última vez no te vi por tres horas, ustedes dos estaban en algún lugar muy escondidos —eso me hace sonreír un poco.

Finn tose, rápidamente se sonroja. —No… solo estábamos hablando.

Sí, claro. Finn no es de los que hablan por tres horas seguidas con una chica linda que también tiene interés por él. —Pueden ir sin mí —afirmo—. Me quedaré en casa durmiendo.

Barrett asiente y se acerca una botella de agua a sus labios, antes de bebes les dice: —Yo también, no tengo ganas de ir a otra fiesta y menos enfermo.

Tamara toma el brazo de Finn. —Um, sí, podríamos ir solo tú y yo… si quieres.

Por supuesto que quiere. —Claro, por mí está bien.

Ella sonríe complacida, aunque estoy feliz por mi hermano espero que no se vuelvan una de esas parejas muy cursis. Si me van a tener en esta mesa no creo poder soportar ver a mi hermano actuar como un tonto con su novia.

Tamara sonríe. —Le diré a Carl que nos lleve, ¿Sí? Será mejor y más cómodo.

— ¿Quién es Carl? —pregunta Finn, yo también tengo esa duda.

—Mi chofer —admite encogiéndose de hombros.

Chofer. A veces olvido con qué tipo de personas estoy sentada. —Bien, ¿La misma hora de la última vez? ¿Quieres que yo vaya a tu casa?

—No —eleva sus labios y se acerca a mi hermano—. Pasaremos por ti, será genial.

Sorbo por mi nariz y regreso mi atención a la pizza, al menos no me incluyeron en sus planes. No quiero estar en otra fiesta con Barrett Andrews, no quiero pasar tiempo fuera de la escuela con él. No quiero seguir estando cerca de él.

 

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— ¿Cuándo dejarás de seguirme? —Barrett pregunta cerrando su casillero.

Yo solo pongo los ojos en blanco y me muevo al mío. — ¿Te das cuenta que mi casillero está, desafortunadamente ubicado frente al tuyo?

Barrett camina hacia mí, yo dejo un libro dentro. —Ve y pide que lo cambien.

—Ve y pide que te lo cambien a ti —respondo cerrándolo y volteando para verlo.

Él entorna los ojos. —Si sigo el resto del año escolar a tu lado presiento que estaré en grave peligro, ¿Qué harás después? ¿Prenderme en fuego?

Asiento con media sonrisa. —Eso suena a una buena idea —recuesto mi espalda en los casilleros—. Toma muy enserio mi amenaza de ayer —hablo de las galletas.

Resopla recostando su hombro también, quedando de frente a mí. —Esas tontas galletas de animales, no las había visto desde el prescolar.

Giro mi cabeza para verlo. — ¿Qué hacías en el prescolar? ¿Te daban masajes y masticaban la comida por ti?




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