Estrellas Sobre Nosotros

23: OCEAN

OCEAN

— ¿Este es tu plan para demostrarte que no soy un idiota presumido? —pregunta Barrett estirando sus piernas.

Asiento y miro hacia el cielo. —Lo es y hasta ahora, vas bien.

Fuimos a esa cafetería que Barrett me dijo, compró muchos postres y él pagó por todos. Le dije que no comeríamos ahí, que regresáramos a mi casa y lo hicimos. Cuando volvimos le pedí que entrara a mi casa, tomé dos latas de Coca Cola del refrigerador y le ordené que comiéramos en el pequeño jardín trasero.

Estamos en la última escalera de concreto, sentados con la bolsa de postres en medio y nuestras latas destapadas. Pensé que Barrett me rechazaría y se iría pero no lo hizo, se sentó sin ningún problema.

Pensé que se burlaría de mi o algo, quería encontrar un buen motivo para sacarlo de mi casa pero actúa tan normal que me irrita, ¿Acaso no debería odiar no tener cubiertos de plata o quejarse que su ropa se ensuciara por estar aquí?

— ¿Sabes que hace falta? Música —afirma y toma su teléfono—. Dime una canción que te guste.

Lindsay Arianne es la primera cantante que viene a mi cabeza. —Busca “solos” de Lindsay Arianne.

Barrett me da una mirada. —Realmente te gusta, ¿no?

Asiento y miro al cielo de nuevo. —Ella me inspira demasiado —me arrepiento de haberlo dicho, a Barrett no le interesa.

— ¿Por qué? —pregunta viendo a su teléfono.

Suspiro, no quiero hablar sobre esto con Barrett. —Porque sí —contesto y le doy una mordida a la galleta, es de almendras con azúcar y chocolate. Pero le doy una mirada rápida, Barrett no es tan idiota como pensaba. ¿Qué más da si hablo un poco más?—. Su historia es genial, ¿la conoces?

Reproduce la canción, me hace sonreír escuchar la melodía instantáneamente. —No, ¿Cuál es su historia? Cuéntamela.

—Bueno —regreso mis ojos hacia arriba y respiro profundo—, ella era muy pobre y comenzó a cantar de gratis en un restaurante donde su mamá limpiaba las mesas, luego solo siguió cantando tanto como pudo hasta que un productor la escuchó y así la lanzó a la fama, pero eso fue hasta que ella tenía veintidós años aunque toda su vida supo que quería ser una cantante, desde pequeña. Fue paciente y lo logró, llegó más allá de la cima.

Me pregunto si los sueños se cumplen por un golpe de suerte o si ya está escrito en nuestro destino y solo es cuestión de paciencia. No lo sé, creo que en parte nosotros tenemos que esforzarnos y buscar mejorar cada día pero también interviene algo más grande, y si estamos predestinados a que suceda, lo hará. Algún día. Alguna vez.

Me pregunto si algún día algo así puede sucederme a mí. Algo tan asombroso, tan fuera de lo común que las personas usen adjetivos calificativos como “milagroso” “excepcional”

—Vaya —responde Barrett—. Suele pasar, ¿no? Los cantantes descubiertos de esas formas.

Asiento sin verlo, las estrellas brillan de una forma muy especial esta noche. Un poco más que ayer. —Debe sentirse genial cumplir tu más grande sueño —afirmo, sintiéndome un poco triste. Quisiera creer que algo así pudiera sucederme pero sé que yo jamás lograré eso que tanto quiero.

Barrett suspira. —Sí, debe ser asombroso.

Muevo mis ojos, él también está viendo hacia las estrellas. Ya que no me está viendo yo recorro su rostro con mi mirada. Barrett es popular, lo he visto en la escuela y he notado que siempre se le acercan chicas a saludarlo y a intentar crear conversaciones con él. No puedo culparlas, si él no fuera un Andrews seguramente tendría un gran flechazo por él.

Si yo no lo conociera como hasta ahora, quizás también me gustaría. Pero yo sé lo molesto que es.

Retiro mis ojos y ahora veo hacia un punto detrás de él. — ¿Has conocido alguna vez un famoso? —aparte de sus padres, obviamente.

Resopla pasando sus dedos por su cabello. —Muchas veces, algunos no sé sus nombres pero sé quiénes son por sus caras. —El también voltea para verme y permanece unos segundos en silencio, luego decide hablar—. ¿Por qué esto es una prueba de que yo no dije eso?

Sigo mordiendo la galleta con forma de oso. —Pues, no sé —me gusta sentarme aquí para ver la luna y las estrellas cuando mi familia está ocupada en sus propios asuntos o cuando todos están durmiendo y yo no—. Pensé que te negarías.

—No —Lindsay Arianne nos acompaña con su voz suave y dulce al fondo—. En realidad, esto es mejor que estar en una fiesta.

Él sorbe un poco de soda y yo miro su rostro de nuevo. Es irreal estar sentada con el hijo de los Andrews aquí, un viernes por la noche.

Si hace un año, o siquiera un mes, alguien me hubiera dicho que el hijo de Nolan y Blair estaría en mi casa después de comprarme postres, escuchando a Lindsay Arianne y bebiendo Coca Cola, me reiría en su cara.

Tengo que dejar de ver a Barrett, pero esta noche es como si estuviéramos en otra dimensión y me permito verlo un poco más. — ¿Ya estas mejor, no? Ya no estás estornudando tanto.

Asiente y traga. —Sí, tu también, ¿no?

Fue por su consejo, tomar té de manzanilla con limón me ayudó mucho. —Sí.

—Me alegro —responde con una pequeña sonrisa, ese gesto causó unas cosquillas en mi estómago—. Entonces… ¿Sueles quedarte sola siempre? Cuando vine la última vez tampoco había nadie, ¿no?

—Normalmente salimos al cine o a comer con mi familia los días que mis padres están un poco libres y nosotros no tenemos tareas —explico—. Pero ahora Finn fue a la fiesta y yo no tenía ganas de salir, luego tu… bueno, no tú, pero recibí los mensajes.

—Ya veo —sacude las migas de sus manos—. Mira Ocean, no pienso nada de lo que me dijiste, no me creo mejor que nadie. No creo que eres menos que yo —mira hacia atrás—. No creo que tu casa sea nada malo, no creo que Finn y tú no merezcan estar en esa escuela que tampoco es la mejor.

Odio que le creo, le creí desde que le conté sobre lo que dijo Tamara. —Está bien, no importa.




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