BARRETT
—Muchas gracias por todo, Barrett —El padre de Ocean me agradece.
Sé que los planes eran otros pero tengo que admitir que me gustó mucho estar aquí. La familia de Ocean es divertida, muy interesante y amables. Puedo notar que incluso Finn deja de ser tan serio conmigo en este contexto, es como si se relajara y dejara de verme como alguien no tan malo.
Ahora él está listo para ir por Tam a la fiesta, Ocean ha subido para cambiarse y Nick está jugando algo en el telefono de su papá.
Daisy me preguntó sobre mis redes sociales y le contesté que no tenía. No quería mentirle pero rara vez comparto sobre eso a pesar que no las uso mucho como el resto. Y recordé que Ocean no quería que supieran sus padres sobre los míos.
Me pregunto qué pensarían mis padres de Ocean. Ellos no son malos ni discriminan a nadie pero sé muy en el fondo que quieren que yo sea como ellos. Que mis relaciones sean con personas de mi entorno, no con “una chica ordinaria” como Ocean. Sé que papá la llamaría así.
Ella no es nada ordinaria.
—Gracias a ustedes —respondo—. Gracias por recibirme en su casa.
Finn besa a su mamá en la mejilla y le da un abrazo a su padre. —Ya me voy, no me esperen despiertos.
La señora Palmers contesta con una sonrisa: —A las doce, Finn.
Finn se encoje de hombros. —No prometo nada —camina a la entrada pero antes de salir, me da una mirada.
Luego se va.
Ocean baja las escaleras y camina hasta nosotros. Lleva un pantalón marrón y una blusa tejida blanca de mangas largas. Me mira y sonríe. —Estoy lista.
Su padre estira su brazo para darle un abrazo de lado. —Con cuidado.
Ella asiente y también abraza a su mamá. —Los veo más tarde, adiós.
Yo levanto mi mano. —Adiós, gracias por la comida —expreso.
Ambos me dan una sonrisa y salgo con Ocean hasta mi auto. No planeé quedarme aquí cuando vine por ella pero ahora, las horas han pasado y el cielo está oscureciéndose. Aun así, disfrute cada segundo aquí.
Le abro la puerta a Ocean y ella sonríe. —Que caballero.
—Siempre —respondo antes de cerrar la puerta y moverme al otro lado para entrar.
El plan original era llevar a Ocean a la casa de descanso de mamá, está a una hora de aquí, la usa para “desconectarse” del mundo de la tecnología. Mis padres tienen casas por todas partes, a veces me pregunto porque no venden algunas pero he escuchado a mamá decir que en cada una de ellas hay recuerdos y prefiere quedárselas.
Papá no discute con ella sobre eso, deja que haga lo que quiere. Ambos ganan su propio dinero, ninguno depende del otro así que si mamá compró algo por su cuenta, papá jamás se entromete.
Esa casa me gusta mucho, siempre me ha gustado. A diferencia de donde vivo ahora, es mucho más pequeña y eso la vuelve acogedora. Me he quedado ahí antes, más cuando era niño pues disfrutaba estar al lado de mamá en las hamacas o leer en el suelo a su lado.
Mi parte favorita es el jardín de la parte de atrás. Al centro de este hay una estructura circular de madera donde mamá suele practicar yoga, alrededor hay todo tipo de plantas y al fondo, una pequeña habitación con ventanas largas y altas de cristal llena de libros y una chimenea.
Dentro de la casa hay tres habitaciones, una cocina de espacio abierto que se conecta con la sala y el comedor, dos baños y una terraza con muebles de exterior. No se supone que usemos teléfonos cuando estamos ahí, ella no tiene red wifi, televisión o computadoras en esa casa. Aunque papá siempre terminaba llevándose su portátil y usando los datos móviles.
La última vez que estuve aquí fue en enero del año pasado, mamá pasó un fin de semana y yo la acompañé aunque no fue como antes. Mamá y yo no hablamos más que lo necesario y ella se pasó el resto del tiempo haciendo yoga, meditando y leyendo sin mí.
Recuerdo estar en la habitación que uso cuando llego a ese lugar y pensar en como todas las tradiciones tienen una fecha de caducidad. Mamá y yo nos sentamos a leer juntos por última vez en alguna ocasión y yo no me había percatado sobre eso. Un día yo dejé de contarles sobre mi vida porque no sentía que me estuvieran prestando atención. Un día dejé de abrazar a papá como antes y nunca más lo hice otra vez.
Todo se acaba.
Estiro mi mano y tomo la de Ocean, sus dedos están fríos. — ¿Quieres que encienda la calefacción?
—Está bien, siempre tengo más frio que el resto de las personas —contesta con un tono divertido—. Entonces, ¿A dónde vamos? Ya has conducido por un rato.
—Bueno, el plan era que cocináramos algo juntos —explico—. Pero evitaremos la comida y te mostraré algo, creo que te gustará.
Muevo mis dedos y estrecho su mano para calentarla. —Tus manos siempre se sienten cálidas —afirma.
Sonrío con sus palabras. —Por eso tengo que sostener tu mano siempre.
—Siempre —repite—. Que cursi eres, Barrett. Si las personas te escucharán se burlarían de ti.
Subo mi mano a su mejilla y la acaricio. —No soy cursi, solo contigo.
De nuevo dejo que Ocean reproduzca su música. Los minutos avanzan mientras ella y yo hablamos de todo un poco, me cuenta sobre la vez que nació Nick y ella lo cuidaba todo el tiempo pues pensaba que era su bebé. También afirma que, aunque solo le lleve unos años a Daisy, cuando ella tenía seis años y Daisy dos, Ocean era quien no quería separarse de su hermana.
La verdad me gusta mucho que Ocean sea así de dulce con su familia. Me derrite el corazón verla con sus hermanos, la forma en que los cuida y los quiere, como bromea con ellos y como siempre está ayudando a sus padres. Incluso recuerdo cuando se molestó por lo que dije sobre Finn, su lealtad hacia su familia la hace atractiva.
Por suerte ya vamos a llegar porque necesito besarla.
—Y aquí es —anuncio.
Debido a que mamá está ocupada actualmente en España los paparazzi no están interesados en vigilar las residencias de los Andrews. Suelen hacerlo algunas veces, normalmente van a la casa de la playa o en las montañas cuando es época de vacaciones en caso lleguemos. No sé ni siquiera porque lo intentan, si las fotografías están por publicarse mis padres siempre se enteran y comienzan a moverse legalmente. En especial si yo aparezco en las fotografías.