Estrellas Sobre Nosotros

44: BARRETT

BARRETT

 —Um, ¿Crees que les voy a agradar? —pregunta Ocean mientras conduzco a mi casa, estamos cerca.

Ocean se acomoda el cabello por décima vez. Ella no me presentó a su familia, se sintió un poco más natural y tal vez por eso no estaba tan nervioso como ella. Sé que mi abuela le agradará mucho Ocean y mi abuelo es amable con todos.

Yo sonrío. —Sin duda, mi abuela muere por conocerte.

— ¿Le has hablado de mí? —pregunta sorprendida—. Espero que hayan sido cosas buenas.

Estiro mi mano y tomo la suya. —Sí, necesitaba aclarar mis pensamientos con alguien que no fuera Tam —admito—. No quería decírselo a ella, seguramente me hubiera sugerido que llegara a tu casa con rosas y con una de esas grabadoras como antes.

Acaricia el dorso de mi mano. —Eso hubiera sido genial.

Llegamos a la puerta principal del área donde yo vivo, los portones se abren automáticamente y me dejan pasar sin ningún problema. Ocean mira hacia afuera, está moviéndose incomoda en su asiento.

—Barrett… ¿estás seguro que puedo estar aquí? Siento que es ilegal o algo —pregunta al notar qué tipo de casas hay en este lugar.

Yo aprieto su mano. —Eres mi invitada, no te preocupes.

Escucho que deja salir un suspiro. — ¿Viven muchos famosos aquí?

Algunos, también políticos y personas que han invertido en los lugares correctos y ahora tienen mucho dinero. —No tantos como crees, ellos viven preferiblemente del otro lado, donde están los estudios de grabación —explico—. Pero mis padres creen que aquí estaría mejor, alejado de esa parte llena de celebridades.

—Ya veo —dice, con un tono inseguro.

Finalmente llego a mi casa, es la primera vez que me siento un poco avergonzado por el tamaño de este lugar. Aquí adentro solo vivimos mis abuelos y yo (mis padres pasan más tiempo en hoteles y en otros países que aquí) pero por alguna razón tenemos siete dormitorios, diez baños y suficiente espacio para diez autos cuando solo hay seis aquí.

Lucas y Jeffree se acercan cuando llego, ellos son ayudantes de la casa, creo que las personas podrían llamarlos “mayordomos” aunque solo se encargan de mantener todo en orden. Lucas es como el asistente de mi abuelo, pero lo trata como su amigo pues ha estado en esta casa incluso antes que yo naciera.

Bueno, no en esta casa, sino en esta familia.

Jeffree es el que se encarga de pagar todo, contratar empleados, comprar lo que sea que mis padres le pidan y todo lo demás. Si necesito que alguien compre una nueva computadora o limpie la piscina, él se encarga de eso inmediatamente.

Ocean frunce el ceño. — ¿Te estaban esperando?

—Pues, no suelen hacerlo —afirmo viéndolos desde el interior.

Bajo de mi auto y ambos sonríen cuando me miran, yo les devuelvo el gesto. Abro la puerta del lado de Ocean y ella baja, alisando su vestido azul con pequeñas flores rojas. —Um, buenas tardes.

Ambos asienten. —Buenas tardes señorita, bienvenida a la residencia Andrews.

Yo aclaro mi garganta. —Oigan, les dije que no tenían que hacer esto.

Lucas, quien es un hombre de casi cincuenta años me mira con un gesto divertido. —Claro que sí señor Andrews, trabajamos para su servicio.

Yo ruedo mis ojos, me están tomando el pelo.

— ¿Mi abuelo les pidió que hicieran esto? —no suele llamarme “señor Andrews” me llama por mi nombre desde que se lo pedí hace unos cuatro años—. Por supuesto que lo hizo.

Jeffree, un hombre de sesenta años pero con el porte de alguien de cuarenta intenta no sonreír. —Por favor pasen adelante, ¿desean algo en específico? Podemos traerles un banquete de cualquier parte del mundo, conseguir un carruaje europeo —se dirige a ella—. ¿La dama desea un auto nuevo?

Tomo la mano de Ocean. —No dejes que te engañen, ellos no me tratan tan bien y solo están exagerando.

Mi abuelo se sorprendió cuando les avisé que Ocean llegaría, siendo él como es me prometió “comportarse” y pedirles a todos que la trataran de la mejor manera. Seguro añadió algo de su humor a su petición.

Lucas rompe su personaje y me sonríe. — ¿Cómo quieres que te tratemos bien, pequeño Barrett, si eres tan cruel con nosotros? Siempre nos ignoras, nunca nos preparas comida para que almorcemos todos juntos y jamás nos das regalos en navidad y en nuestros cumpleaños.

Niego sintiéndome avergonzado. —Bien, ya vamos a entrar.

Jeffree hace un ademan exagerado, como si la realeza estuviera a punto de entrar. Ocean suelta una risa y levanta la mano para despedirse de ellos.

—Entonces, ¿Haces todo eso por ellos? —Me toma del brazo—. Qué lindo eres, a menos que les pagaras para que dijeran eso.

—Claro Ocean, les pagué para que me avergonzaran contigo —sonrío divertido—. Te diré algo, cuando creces en una casa donde ves más seguido a tus “empleados” dejan de ser personas extrañas y comienzas a verlos como tus tíos o tías.

—Pero no siempre es así —afirma—. Sé que hay ricos, bueno, gente con mucho menos dinero que tú que tratan horrible a las personas que trabajan con ellos.

Lo sé pero yo jamás podría hacer eso. Mis abuelos me dieron el ejemplo de ser respetuoso con estas personas. Mi abuela siempre invita a Luisa para que tomen te juntas por la tarde y mi abuelo disfruta de la compañía de Lucas. Todos ellos probaban mis creaciones cuando comencé a usar la cocina. Los platillos con demasiada sal, los panqueques crudos y siempre me motivaban a no decepcionarme ni rendirme.

—Esas personas son unos idiotas, no podría ser cruel con ellos —afirmo y abro la puerta de la entrada.

Ocean se detiene después de entrar, mira hacia el techo y sus ojos se abren. —Esto… ¿es una casa? —mira a su alrededor sin moverse—. Es como… tan grande.

Trago saliva. —Bueno, sí, creo que lo es.

Ella se detiene a observar todos los detalles, los muebles, el espejo grande en la sala principal, los cuadros con pinturas que nunca me gustaron y las esculturas compradas en varios lugares del mundo.




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