OCEAN
Hoy es el día del campamento y mi corazón está a punto de explotar.
Ser la novia de Barrett Andrews es una locura, una muy buena pero al final, una locura. Seguimos ocultándolo de mi hermano aunque Barrett continua insistiendo en hablar con Finn, incluso me ha preguntado si puede hablar con mis padres para que todo sea más libre entre nosotros pero le indiqué que aún no podemos hacer eso. No puedo explicarle por qué pero al final, él cede y promete seguir guardándolo en secreto.
Cuando estoy cepillando mis dientes escucho un ruido extraño así que salgo del baño y voy al pasillo, mis padres están fuera del baño. — ¿Otra vez?
Me acerco con el ceño fruncido. — ¿Qué pasa?
Mamá suelta un suspiro. —Es tu hermano, está enfermo.
— ¿Enfermo? —miro a papá y se encoje de hombros.
Finn sale, tiene el rostro pálido y se ve cansado. —Ya, estoy bien. —Pero su voz suena debil, no creo que esté nada bien.
Mi hermana sube con un vaso de agua y se lo acerca. —Ten, toma un poco.
Finn toma el vaso y bebe lentamente arrugando la nariz. —Ya, nos vamos en media hora —afirma al despegarse el vaso.
Niego acercándome a él y tocando su frente. —Finn, estas enfermo, no puedes ir así —sé que también quería ir para pasar tiempo con Tamara pero se nota que no está en las mejores condiciones para ir a la escuela y menos para un viaje tan largo.
—No puede sin duda —mamá mira a mi padre—. Creo que tendremos que llamar a tu doctor, Finn —suspira—. Puedo sacar una cita para la tarde.
Mi hermano toma una pastilla diaria para esa enfermedad que él tiene, es autoinmune pero la controla con el medicamento. En este caso mis padres deben estarse preguntando si tiene que seguir tomándola mientras está enfermo del estómago o la pausa.
Finn rara vez se enferma de algo, y si ocurre no es tan malo como ahora. Aunque Finn lleva bien su enfermedad y pareciera que está completamente sano, a todos nos sigue preocupando que vuelva a recaer como en ese año.
Finn levanta sus manos. —Estoy bien, sigan con sus cosas —pide, nunca le ha gustado que lo traten como un niño pequeño.
Daisy se cruza de brazos. —Sin duda no estás bien —inclina su rostro—. ¿Qué vamos a hacer con la escuela?
Papá me mira y luego a Daisy. —Bien, supongo que nosotros los llevaremos pero tampoco quiero dejarte solo, Finn.
Finn acerca el vaso a su boca pero no bebe. —No, hoy tenemos que irnos de campamento —arruga su frente—. Creo que ya estoy bien.
—No vas a ir de campamento —mamá señala—. No irás a ninguna parte, te quedas en casa y luego iremos con el doctor.
Rasco mi cabeza. —Puedo llevarme a los chicos —sugiero—. Aunque de regreso tendrán que pasar por ellos.
Papá hace una mueca. — ¿No puedes faltar al campamento? Necesitamos que alguien cuide a Finn.
Oh no, realmente quería ir. Siento una presión en el estómago, sé que no estoy enferma como Finn, es lo mismo que he sentido cada vez que pienso en lo que realmente quiero hacer en la vida y me recuerdo los motivos por los que es imposible para mí.
Es una mezcla de tristeza, decepción y frustración. Como siempre lo hago, respiro profundo e intento no molestarme por esto aunque pienso en Barrett y en cómo me ha estado hablado de todo lo que quiere que hagamos cuando lleguemos, incluso quiere que veamos el amanecer en su casa de vacaciones y que nos sentemos en el muelle.
Pero es mi hermano y no puedo dejarlo, Daisy todavía es muy pequeña y sé que tengo que ser yo quien se quede con él. —Está bien —bajo la mirada, siento un nudo en la garganta—. Si quieren me quedo.
Finn me mira y niega. —No, estoy bien —toma agua—. Solo necesito dormir.
—No —bajo los hombros, resignada con esta situación—. No importa, me quedo contigo.
Finn levanta sus cejas. Hay algo entre mi hermano y yo que no podemos negar, que nos conocemos muy bien. Finn y yo puede que no seamos los hermanos más unidos del mundo ni que compartamos todos nuestros secretos pero yo sé cuándo está a punto de mentir o cuando está enojado pero no quiere mostrarlo. Al igual que él sabe cuándo yo oculto algo, cuando estoy nerviosa o triste y sé que ahora puede notar en mi rostro mi decepción.
No puedo quejarme ahora, si lo hago sabrá que mi decepción se debe a algo más que solo perderme el campamento.
—Bien, en ese caso, iré a dejar a Daisy y a Nick —Papá afirma—. Debo apresurarme para estar a tiempo.
Mamá hace una mueca. —Creo que no iré al campamento, me quedaré en casa después de la escuela —mamá era una de las profesoras designadas para cuidarnos.
Finn entra de nuevo al baño con el vaso en la mano y todos se mueven hacia otras direcciones. Yo me recuesto en la pared y me recuerdo que está bien. Que solo era un viaje escolar con alguien que, después de todo, no veré nunca más en unos meses.
Pero no está bien realmente.
Sé que lo de Barrett y yo es temporal, que no durará mucho más que unos y que eventualmente yo tendré que terminar con todo esto pero ahora mismo, no se ha acabado y realmente quería ir con él y ver el amanecer.
Incluso si no veíamos nada, solo quería estar a su lado para crear un recuerdo más, uno que atesoraría en el futuro cuando Nolan aparezca en otra película o Blair en algún programa de espectáculos y yo recuerde a su hijo.
Mi tiempo con Barrett se está acabando y no quiero perder ni un segundo a su lado.
Voy a mi habitación y tomo mi teléfono, marco el número de Barrett y presiono “llamar” mientras me dejo caer sobre mi cama. Cierro los ojos, él contesta. —Hola, buenos días, ¿Qué pasa? Nunca me llamas tan temprano.
Por las mañanas solo solemos enviarnos “buenos días” por mensaje.
Mi corazón se rompe cuando pienso en como él estará decepcionado. —Barrett… no iré hoy a la escuela.
— ¿No? ¿Porque? ¿Estas enferma? —pregunta afligido.