Estrellas Sobre Nosotros

62: BARRETT

BARRETT

Podría comerme cien galletas de estas.

—Creo que te gustaron mis galletas —la señora Palmers me dice sonriendo.

Me limpio la boca y asiento. —Están muy deliciosas, gracias.

Daisy suspira. —Mamá y sus galletas me harán ganar unos diez quilos.

—Seguirás viéndote linda, Florecita —Su padre afirma.

Ella niega. —No sé, ¿con un estomago redondo? Me vería mal.

Yo le digo: —No lo harás.

Toca su cabello y sonríe sin verme a los ojos. Ella es graciosa cuando se mira tímida cerca de mí pero espero que mi comentario le ayude a olvidarse de si debe comer o no más galletas. Es muy pequeña para pensar esas cosas. En realidad, nadie debería pensarlas.

Finn no se fue, está comiendo en la mesa pero del lado contrario. No quería que Ocean y él se pelearan por mi culpa pero tampoco podía dejar que siguiera hablándole así a su hermana. Yo sé, tal vez es porque soy hijo único y esa forma de tratarse es más común de lo que parece pero aun así, no me gusta que insulten a Ocean.

—Entonces, Barrett —su padre habla—. ¿Si celebras la navidad, verdad? ¿Tu familia tiene alguna tradición?

La única tradición es tomarnos una ridícula fotografía con suéteres feos y enviarla a las personas conocidas de mis padres. No son muchas, solo los más cercanos a ellos y en quienes confían.

Aunque este año no lo hicimos.

Doy otra mordida a la galleta. —Um, sí, celebro navidad —pienso en mi abuela—, pues mi abuela siempre compra una tarta de nueces.

Tarta de nueces, eso es patético. Es probable que los Palmers hagan cosas como estas todo el tiempo, hornear galletas, decorar juntos mientras canciones navideñas suenan, pasar tiempo juntos.

—Amo la tarta de nueces —su madre contesta—. Por cierto, cocinas muy bien, ¿También te gustan los postres?

Dejo salir una risa. —Bueno, no soy tan bueno en esa área —admito—. Puedo hacer lo básico pero soy malo en calcular los ingredientes con los pasteles.

— ¿Quién te enseñó? —pregunta ahora su padre.

Tomo un sorbo del chocolate, lentamente pues está bastante caliente. —Mi abuela me ha compartido muchas de sus recetas, también he leído algunos libros y veo videos en internet.

Él asiente. —Vaya, ¿tú mismo entonces? ¿Nunca fuiste a esos cursos en el extranjero?

Es probable que hubiera ido si mis padres apoyaran mi sueño real, no el que según ellos, me hará exitoso. —No, nunca he aprendido de nadie más que mi abuela.

—Vaya mujer, debe ser toda una experta —afirma la señora Palmers sonriendo—. Te felicito Barrett, lo haces muy bien.

Sonrío automáticamente, cuando las personas me felicitan por la natación no significa nada pero cuando se trata sobre mi verdadera pasión, me hace sentir que estoy haciendo las cosas bien en la vida. —Gracias.

Nick levanta la mano. —Yo quiero aprender a cocinar también así como gratis todos los días.

Suelto una risa. —Ese es un buen plan.

—Bien —su padre se levanta—. Creo que llegó nuestra parte menos favorita, desenredar las luces.

Ocean arruga la nariz. —Si me hicieran caso de colocarlas como vi en ese video no tendríamos que hacer esto todos los años.

Su madre también se levanta, recoge el pequeño plato vacío frente a ella. —Pero es parte de estas fiestas, desenredar luces y probar si aún funcionan.

Bajo la mirada, jamás he hecho eso.

Daisy también se levanta de la mesa. — ¿Cuándo me dejaran decorar todo de rosa? He visto unas fotos en internet y se ve súper elegante.

— ¡No! —Nick se queja—. Mejor de superhéroes, como en el centro comercial.

Ahora solo quedamos Finn, quien no está hablando, Ocean y yo en la mesa. Nick se acerca a las cajas y comienza a sacar las esferas de varios colores, las coloca sobre el suelo y las ordena por tamaño. Daisy mueve una lámpara al fondo donde colocaran el árbol. Su padre toma varias extensiones de luces y las mira con el ceño fruncido.

—Tendrán que ayudarme chicos —se acerca y las coloca sobre la mesa, en el medio—, terminen de comer y luego lo hacen.

Finn se mete lo último de la galleta a la boca y toma una bola de luces con focos diminutos transparentes. Él comienza a intentar desenredarlos. Ocean también, toma una y suspira mientras mueve los cables en varias direcciones.

Estiro mi mano para tomar las otras luces, Finn voltea a verme. —No lo intentes, seguro ni sabes cómo hacerlo —afirma sonriendo—. Puede que le pagues a alguien para hacerlo, ¿no?

Detengo mi mano. —Finn —Ocean lo mira molesta—. Déjalo en paz.

Se encoje de hombros. —Solo digo, Barrett seguramente jamás ha hecho algo así —suelta—. Debe ser tan divertido para él vernos ahora, luego volverá a su perfecta vida llena de lujos.

Tomo las luces y comienzo a desenredarlas. —Es verdad —hablo yo—. Nunca he hecho antes porque en mi perfecta vida llena de lujos rara vez veo a mis padres, no como tú, Finn.

Él me mira y por un segundo, su mirada se suavizó. —Tus padres —sonríe de lado—. Los famosos.

—Finn —Ocean niega—. No lo hagas, por favor.

Yo sé que sería un gran problema si su familia se entera quienes son mis padres. —Sí, los famosos —bajo un poco la voz aunque su familia está distraída con los demás adornos y la música evita que puedan escucharnos—. Ya que sabes como es mi vida, dime, ¿Sabes lo que se siente ver a tus padres más en una pantalla que en persona?

Finn levanta el brazo tirando de las luces hacia arriba. — ¿Y tú sabes lo que es compartir habitación con alguien?

Niego. —Claro que no —respondo—. No tengo hermanos, nunca he compartido mi habitación con nadie y puede que eso sea malo para ti pero yo renunciaría a muchas cosas solo por tener alguien a mi lado.

Bufa. —Pues no será Ocean, si quieres una mascota cómprate una —rueda los ojos—. O varias.

Suspiro, Finn es duro y necio. Sin notarlo elevo el tono de mi voz, puede que por la frustración que Finn produce en mí. —Ocean no es “mi mascota” —eso suena horrible—. Ocean es la única que me hace sentir real, la persona que quiero cerca de mí y a la que yo voy a cuidar de cualquiera, ¿Bien? ¿Comprendes que estoy enamorado de tu hermana? Porque lo estoy.




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