Estrellas Sobre Nosotros

65: OCEAN

OCEAN

— ¿Qué haces aquí? —miro hacia atrás en dirección a la casa.

Barrett me toma de ambas manos. —Me estoy robando a la doncella por unas horas, ¿está bien?

Giro mi rostro una vez más, las luces siguen apagadas. —De nuevo estaremos como zombis mañana, ¿Quieres eso?

Asiente, viéndome a los ojos. —Sí, eso quiero.

Ruedo los ojos. —Bien, como sea, ¿Cuál es el plan, vaquero?

Abre la puerta del pasajero sonriendo. —Conducir hasta que nos olvidemos de todo.

No lo dudo ni un segundo. Me quedan menos de veinticuatro horas con Barrett, me olvidaré de todo y solo disfrutaré este momento.

Me muevo hacia el interior del auto y Barrett se apresura a entrar también. Enciende el motor y nos alejamos de mi casa mientras mi corazón palpita fuertemente. Si mis padres se llegan a despertar ahora por algún motivo y descubren que no estoy en mi cama me van a castigar por toda la vida.

—Entonces, ¿Esto va a seguir ocurriendo? —recuesto mi cabeza en el respaldo y giro mi rostro para verlo—. ¿Citas a medianoche?

—Por mí no hay problema —me mira un segundo—. Al menos así no nos tenemos que ocultar de nadie —sonríe—. Te mostraré algo que te gustará, ni siquiera tenemos que salir del auto.

Asiento. —Oye, ¿Crees que hay restaurantes abiertos? ¿Esos de comida rápida?

Resopla. — ¿Tienes hambre a esta hora?

Estiro mi mano y toco la punta de su cabello, cerca de su oreja. —Tengo ganas de algo dulce y frio, una soda con mucho hielo.

—Bien, buscaremos uno pero antes, tienes que ver esto —afirma. Barrett sonríe lentamente—. Mi amor, tienes que dejar de tocarme el cuello porque me estas distrayendo.

Eso me hace reír. — ¿En serio? —Aparto mi mano y la dejo sobre su hombro—. Me gusta cuando me dices así, es cursi pero lindo.

Barrett estira su mano solo para pinchar mi mejilla. —Incluso a esta hora te ves linda, más por ese pantalón rosa neón.

Está hablando de mi pijama. —Pues perdóname por no arreglarme con un vestido, no sabía que ibas a venir de nuevo.

—Hablando de vestidos, ¿Te he dicho ya lo hermosa que te veías con ese vestido rojo? —Bajo la mirada, siento que me estoy sonrojando—. A veces pienso que cada día eres más y más linda.

Estiro mis dedos y vuelvo a tocar su cabello. —Pensé que antes no podías ver a las chicas como bonitas y esas cosas.

—No, antes no —sonríe de lado—. Creo que contigo lo primero que me gustó de ti, además de tu nombre, fue tu sonrisa.

Acaricio su cabello lentamente. — ¿Has pensado en porque no te sentías atraído con nadie? He leído algunas cosas en internet pero no sé si aplican para ti.

Se encoje de hombros. —Yo también he buscado en internet y hay muchas explicaciones, o bueno, posibles explicaciones pero creo que me quedo con algo que dice mi abuela —afirma—. Ella piensa que fuimos creados por Dios para conectar con una persona, pero que todos tenemos la misión de encontrarnos. Algunos se rinden. Otros escogen a otras personas y a veces, como yo pensaba antes, ni siquiera lo intentamos porque pensamos que nadie fue creado para nosotros.

Sonrío. —Entonces, ¿Crees que tú y yo lo logramos?

Asiente. —Creo que somos de los afortunados —resopla—. Aunque puede ser genético, digo, tus padres han estado juntos desde que eran adolescentes, mis padres también. Mis abuelos se conocieron desde los dieciocho, cuando mi abuela se fue de Grecia con su familia.

Eso me da un poco de esperanza. Al final ellos siguen juntos, a pesar de todo, son parejas que sigan amándose. Sus abuelos son muy cariñosos, sus padres han sido de las pocas celebridades que no se han divorciado después de muchos años y mis padres se siguen queriendo.

Tal vez solo tenemos que soportar un poco la adversidad y eventualmente, las cosas serán más fáciles para nosotros.

Sigo juntando con las puntas de su cabello. —Bueno, si Dios nos creó para estar juntos supongo que todo saldrá bien, ¿no? —sonrío—. Solo espero que no seamos la versión moderna de Romeo y Julieta, no quiero tomar veneno.

Bufa. —No seas tan dramática, Palmera.

Me muevo a su oreja. —Pues es parte de nuestra esencia, ser dramáticos.

—Ocean Summer Palmers, necesito que por unos minutos no me distraigas o tendré que detener el auto y besarte —afirma sonriendo—. Me estás haciendo cosquillas.

Dejo mis dedos. —Ya, lo lamento Andrews.

Unos diez minutos después llegamos al centro de la ciudad. Aquí hay más autos de los que creía que hubiera a mitad de la semana durante la medianoche. Barrett conduce mientras me explica que aquí es la vida nocturna de la ciudad y que siempre hay muchos autos.

— ¿Vienes a fiestas? —río.

Niega. —No pero a veces me gusta conducir para relajarme a esta hora, es como entrar a otra dimensión, mira todas las personas.

Asiento, no creo que tengan que despertarse temprano mañana. O no les importa. —Está todo iluminado.

Estamos a pocos días de navidad. Todos los lugares, restaurantes y postes están llenos de luces navideñas de todos los colores. Hay árboles grandes y pequeños, llenos de adornos dorados y plateados.

Esta parte de la ciudad es del lado de los ricos, es por eso que todo se ve muy elegante y lujoso. Incluso las decoraciones, como un árbol grande de metal decorado con luces blancas LED.

A donde sea que mueva mi vista, hay iluminación. Cuando bajo un poco la ventana se escucha música y mientras más avanzamos, cambia el ritmo. Cada lugar tiene su estilo. No recuerdo haber estado aquí antes, sobre todo porque esta área tiene tiendas de ropa muy lujosas y restaurantes que un solo plato podría pagar la comida para toda mi familia en un restaurante normal.

Y bueno, hay muchos autos parecidos a los de Barrett. Las chicas se ven como las de la escuela, pero más maduras. Deben ser unos cinco años más grande que nosotros y me gusta observar cómo se comportan. Ríen, caminan de la mano con sus amistades o parejas, con la frente en alto y sin miedo a doblarse los tobillos con esos tacones.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.