BARRETT
— ¿Tam? —mis ojos se abren, no pensé verla por aquí.
—Te vas de vacaciones, ¿no? —toca su cabello viendo hacia atrás de mí, quizás espera que alguno de mis padres se aparezca.
Asiento. —Sí… nos vemos hasta el otro año.
Muerde su labio. —Um, ¿podemos hablar un momento? No será mucho, solo… quiero decirte algo.
Asiento y rasco la parte de atrás de mi cabeza. — ¿Vamos al comedor?
Se cruza de brazos. — ¿Tienes miedo de llevarme a tu habitación? He estado ahí unas mil veces.
Me encojo de hombros. —Vamos allá si quieres.
Llegamos a mi habitación y a diferencia de como era antes cuando Tam se hubiera sentado en mi cama, ella permanece de pie y se coloca a un lado de la ventana. Mira hacia afuera y suspira.
— ¿Qué ibas a decirme? —pregunto.
Mueve su rostro para verme. —Solo, ¿Crees que volveremos a ser como antes?
Trago salva. —Yo sí quiero que sea como antes pero tú, ayer te estabas peleando con Finn, ¿no? Digo, ¿Cómo podemos ser amigos si no te llevas bien con la familia de mi novia?
Hace una mueca. —Barrett, ¿Puedo preguntarte algo? —Asiento—. Si esto sigue, tú y Ocean, ¿Crees que podremos ser amigos o se ha acabado?
Lamo mis labios. —Ocean no es impedimento para que seamos como antes, ella me ha pedido que no me enoje contigo.
Asiente una vez. —Pero digamos que las cosas con Ocean no funcionan, ¿Qué pasaría si ya no estoy en tu vida?
Siento un nudo en la garganta. No quiero pensar en mi vida sin Ocean pero si llegara a ocurrir y Tam está lejos de mí, me sentiría muy solo. Realmente solo.
—Podemos ser amigos de nuevo, incluso quizás, si hablamos con Finn y…
Resopla. —Finn me odia y no lo culpo —desliza su cuerpo en la pared hasta el suelo—. Digamos que la vida fuera diferente, digamos que Ocean ha sido tu mejor amiga por toda la vida pero ella no siente nada por ti, ¿Cómo te sentirías?
—Tam…
Niega. —Solo dilo, Barrett. No estoy esperando nada de ti, solo quiero saber tu punto de vista.
Si ese fuera el caso, sería muy doloroso. Querer a alguien que no te corresponde debe sentirse como una tortura cada día. Algo como escuchar una gota caer del grifo por toda la noche, es algo diminuto pero cada vez te irrita más y más.
—Me sentiría mal, muy mal —sé que así se ha sentido ella—. Lo siento Tam, ojala no… yo solo creo que eres asombrosa y eres muy linda pero no te veo de esa forma, no puedo.
Asiente. —Barrett, ¿Harías algo muy loco por amor? —Mira su rodilla—. Digo… si ese fuera el caso, ¿Crees que intentarías proteger a Ocean de la otra persona porque tú si la conoces bien?
Entorno mis ojos. — ¿A qué te refieres?
Ella evita mi mirada. —A veces… solo quieres proteger a esa persona incluso si no parece que esa sea la intención.
Inclino mi rostro. — ¿De qué hablas? —sé que está hablando sobre ella—. Tam, ¿Hiciste algo que deba saber?
Niega. —Solo es una pregunta, solo quiero saber si tú lo harías.
—No lo sé —respondo—. Creo que en parte me gustaría “protegerla” pero, ¿Y si ella es realmente feliz con la otra persona?
—Pero, ¿Y si no? ¿Y si sabes que no deben estar juntos?
—Tamara —esta conversación me está intrigando—, ya dímelo, te conozco y sé que tienes algo en tu mente.
Rueda los ojos. —Nada importante, solo tontas ilusiones que algún día algo cambie.
Cuando habla sobre que algo cambie se refiere a que yo termine con Ocean y salga con ella.
Se levanta del suelo y vuelve a caminar por toda mi habitación, se detiene frente al escritorio. — ¿Qué es esto?
Está viendo el regalo de Ocean, ya lo abrí.
Es un cuaderno de pasta dura forrado con algo parecido a la mezclilla. Ocean me lo regaló con la intención que escriba ahí mis recetas, las que yo invente en el futuro. Es un regalo muy especial, me ha demostrado que ella cree en mis sueños y no quiere que me rinda.
Tam abre el cuaderno antes que yo pueda decir algo y lee en voz alta: —Barrett, sigue robando corazones con esos platillos tan deliciosos. Quiero que cumplas todos tus sueños, Ocean. Posdata, sé que no es un regalo tan impresionante pero espero te sirva. Te quiero demasiado.
Suelta un suspiro.
—Um, no… no deberías ver mis cosas sin mi permiso —camino para tomar el cuaderno.
Ella me mira sin ánimos. —Será mejor que me vaya, yo solo vine a… —mira hacia un lado—, vine porque pase lo que pase, siempre podrás contar conmigo.
Asiento. —Tú también.
Ella niega. —No, hablo enserio —toca su cabello—. Sonaré como una resentida pero sé que esto no terminará bien y cuando eso ocurra, puedes venir conmigo.
—Tam —intervengo.
Ella levanta la mano. —Ya sé, disfruta de tu relación con ella ahora, hablo de después. Cuando vuelvas a poner los pies en la tierra.
Tam se da la vuelta y camina hasta la puerta pero antes de salir, gira y me mira con suplica en sus ojos. Parece que está esperando a que le diga algo más.
—Barrett… —aclara su garganta—, yo no quería que las cosas acabaran de esta forma, sabes que te quiero.
No le contesto.
—Te quiero y no solo de esa forma, te quiero como mi mejor amigo —hace una mueca—. Nos vemos después, feliz año nuevo.
Asiento. —Nos vemos, Tam.
En ese momento no comprendí lo que había entre líneas, ella estaba intentando confesar algo que sin duda alguna, cambió todo.
Y yo no lo sabía.
Mis padres sí estaban en casa pero cada uno en su oficina, terminando de hacer llamadas y hablando con sus agentes. Mi abuelo y yo estábamos en el jardín, sentados en unas sillas que él mando a colocar para leer al aire libre junto a mi abuela.
—Entonces, ¿Te veré hasta el otro año? —pregunta él sin levantar la mirada de su libro favorito, El Gran Gatsby.
Asiento aunque no me mira. —Sí, hasta el otro año.