OCEAN
Todo el día me la he pasado ayudando a mis padres con la comida de año nuevo.
Mi familia ha terminado de preparar el pavo y papá lo acaba de colocar dentro del horno. Aparte de eso nosotros preparamos puré de papa, verduras picadas y pan tostado con mantequilla de ajo. Todos tenemos áreas designadas según la edad que tenemos.
Es Nick quien aplasta las papas para el puré, Daisy tiene que tostar el pan en un sartén con la mantequilla untada, Finn y yo cortamos vegetales y todo lo que necesite utilizar un cuchillo.
Papá y mamá se encargan del pavo, tienen una receta “secreta” una que según mamá, me la dirá cuando me case. Ósea, en unos cincuenta años.
Aunque… tal vez ya no esté tan lejana la posibilidad de eso. No digo que ahora o el próximo año pero, quizás…
¡Basta! No sobre pienses las cosas, Ocean.
Papá junta sus manos y suspira. —Bien, ahora tendremos que limpiar todo esto —se acerca con mamá y le da un beso en la mejilla—. Es lo bueno de tener cuatro hijos, ellos limpian por nosotros.
Los cuatro nos quejamos. — ¡Yo estoy cansada! —Daisy levanta las manos—. Creo que es hora que Nick tome todas las obligaciones de sus hermanos, eso le pasa por nacer de ultimo.
Nick se cruza de brazos. — ¡No es justo! —Se acerca con nuestros padres—. ¿Y si tienen otro hijo?
Ellos dos abren sus ojos. — ¿Otro? —mamá se ríe nerviosa—. No creo que debamos tener otro hijo.
Daisy suspira. —Ya no cabe otro hijo en esta familia.
Papá hace una mueca. —No es tan mala idea —abraza a mamá por la cintura—. Ocean y Finn se van a ir a la universidad el próximo año, nos quedarían dos espacios vacíos.
Mamá ríe, de una manera como si fuera una chica de mi edad, tímida y totalmente asqueroso. —Bien —arrugo mi nariz—. Ya no quiero ser parte de esta conversación.
Daisy suelta una carcajada. —Yo tampoco, iré a ver lo que mis amigas han publicado —pasa a un lado de papá y lo señala— Tal vez el próximo año podamos comer pavo en otro país.
Mamá niega. —No, es nuestra tradición y todos ustedes tendrán que estar aquí cada año —mira a Finn y luego a mí— Aun si se casan y tienen hijos.
Finn gruñe. —No quiero casarme, mucho menos tener hijos —toma a Nick de los hombros y lo acerca a él para abrazarlo—. Ya críe a tres niños, ya experimenté el sufrimiento.
Daisy suspira y sale de ahí.
Nick se suelta de Finn y voltea a verme. —Medusa, ¿Por qué Barrett no puede venir hoy? Nos hubiera ayudado.
Suspiro, lo extraño mucho aunque solo son unos días. —Barrett está con su familia.
Mamá pregunta con un tono alegre: — ¿Cuándo conoceremos a los padres de Barrett? Deben ser personas gentiles, no nos dejas que los invitemos, seguro aceptarán sin problemas.
Siento un nudo en la garganta, Finn resopla. — ¿Por qué piensas que son gentiles, mamá? No los conoces en absoluto.
Ugh, Finn.
—Barrett es un buen chico, Finn —papá habla—. ¿Por qué eres duro con él? Sé que cuidas a tu hermana pero se nota que la respeta.
—Y la quiere —mamá agrega, dándome una mirada cómplice.
Finn me ve por un segundo. —Barrett es… —por favor, no lo digas, no estoy lista—, molesto. Admito que sí es buena persona y blah, blah, pero hay más en la historia que no conocen.
Mamá junta sus cejas. — ¿Más? —ahora se dirige a mí—. ¿Qué más?
Yo toco mi cabello, olvidando que no me he lavado las manos y he estado tocando comida. —Um, bueno… —no sé qué decir.
—La chica con la que yo salía, Tamara, está enamorada de Barrett —confiesa.
Papá y mamá se ven sorprendidos. —Entonces, ¿Son amigos aun? —papá me mira preocupado.
Yo niego lentamente. —Barrett… —odio tener esta conversación frente a mis dos hermanos—, él me quiere y Tamara ha sido su amiga por muchos años, no espero que dejen de hablarse para siempre porque él la ve como su hermana, pero sé que me quiere.
Mamá sonríe levemente. —Ocean —camina hacia mí, creo que está a punto de decirme que no vale la pena estar con alguien así y que encontraré a alguien mejor, alguien de quien su mejor amiga no esté enamorada de él—. ¿Quieres a Barrett?
Nick suelta un risita, al menos Daisy no está aquí para hacer sus bromas. —Ah, ¿Qué?
Mamá toma mi mano, no le importa los pequeños pedazos de zanahoria que han quedado en alguno de mis dedos. — ¿Quieres a Barrett como él te quiere a ti?
Asiento sin pensarlo. —Sí mamá —no puedo negarlo y no quiero hacerlo—. Lo hago, lo quiero.
Ella me abraza, escucho a Finn quejarse otra vez. —Hija, sabes la historia que tengo con papá, nosotros nos enamoramos muy jóvenes.
—Muy jóvenes —recalca papá cuando mamá se separa de mí.
Ella toma mi mejilla con su mano, desde que soy niña me gusta que haga esto. Me hace sentir especial, mamá siempre me mira como su niña pequeña y amada.
—Estoy feliz por ti, Ocean. Barrett es diferente, sabes que nosotros lo sabemos mejor que nadie, después de darle clases a tantos niños ricos podemos distinguir quienes tienen un corazón sincero y quienes han aprendido a mentir y manipular —afirma—. Barrett es quien mereces, eso me hace feliz.
Papá suspira, un poco dramáticamente. —Aunque no lo quiero, mi Pececito se ha convertido en una hermosa mujer, lo único que queremos es que todos ustedes sean apreciados y amados como merecen.
Finn exhala. —Ocean no es una mujer —suelta—. Es una Medusa.
Nick ríe. —Es un Calamar también.
Ruedo los ojos, mis hermanos acaban de arruinar mi momento especial con mis padres. —Debieron nombrarlos a ellos también como algo en específico —bromeo.
Mi teléfono comienza a vibrar sobre la mesa, leo el nombre de Barrett. Lo tomo y miro a mis padres, les pregunto con la mirada si me dejan lavar los platos más tarde.
Mamá asiente y me da un empujón en el brazo para que conteste.